Bahía Blanca | Jueves, 08 de junio

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A 23 años del “muletazo” de Palermo y un River rendido a sus pies

En la noche histórica del 24 de mayo de 2000, Boca goleaba 3-0 en el Superclásico y clasificaba a semifinales de la Copa Libertadores. Sí, el día del caño de Riquelme a Yepes.

Hoy no es un día más para los hinchas de Boca, porque hace 23 años sucedía un hecho imposible de olvidar: el 24 de mayo del 2000, el Xeneize goleó 3-0 a River y clasificó a las semifinales de la Copa Libertadores en un Superclásico que quedó marcado a fuego en la memoria colectiva por el famoso "muletazo" de Martín Palermo y el caño de Juan Román Riquelme a Mario Yepes.

Luego de la victoria del Millonario por 2-1 ante el Xeneize en el partido de ida, los dirigidos por Carlos Bianchi debían remontar el trámite en una Bombonera totalmente colmada.

Tras ese primer encuentro, Américo Gallego (DT de River) soltó una frase que hasta el día de hoy se recuerda: “De Boca no me preocupa nada. Es más, si ellos ponen a Palermo (Martín) en el banco, yo lo pongo a Enzo (por Francescoli)”, declaró a raíz las versiones que indicaban que el Titán podría reaparecer en la revancha.

El delantero había sufrido una seria lesión ligamentaria el 13 de noviembre de 1999 y hasta ese momento no había regresado a las canchas. Claro, el ídolo de River llevaba casi tres años retirado.

En la noche histórica del 24 de mayo de 2000, Boca goleaba 3-0 en el Superclásico y clasificaba a semifinales de la Copa Libertadores. Sí, el día del caño de Riquelme a Yepes. En la noche histórica del 24 de mayo de 2000, Boca goleaba 3-0 en el Superclásico y clasificaba a semifinales de la Copa Libertadores. Sí, el día del caño de Riquelme a Yepes.

El trámite del partido fue parejo, friccionado y cerrado, como es habitual en los Superclásicos. El marcador se abrió a los 14 minutos del complemento, luego de un gran pase de Juan Román Riquelme para la aparición de Marcelo Delgado por el segundo palo ante la extraña salida de Roberto Bonano. El clima había cambiado en la Bombonera y para potenciar el envión anímico, el técnico dispuso la entrada de Martín Palermo. El estadio se vino abajo como en un gol.

En medio del delirio y cuando faltaban siete para el final, Roberto Trotta le cometió una clara falta dentro del área al ingresado Sebastián Battaglia. El árbitro, Ángel Sánchez, no dudó en sancionar penal y Román lo convirtió para acariciar la clasificación.

Faltaban poco, pero las emociones seguían a flor de piel: Gustavo Lombardi se fue expulsado en River, que quedó al borde del nocaut. Fue allí que apareció el 10 y pintó una de sus obras de arte más recordadas: el caño a Mario Yepes. "A veces pienso que por ahí no era necesario hacer eso. Él me siguió y se comportó un fenómeno. En ningún momento me insultó ni nada. Estaba en todo su derecho de darme una patada”, afirmó Riquelme sobre el colombiano.

A la mágica noche de la Bombonera todavía le faltaba una última escena, la de mayor emoción. Ya se jugaba el adicionado cuando Battaglia metió el pase al centro del área, donde esperaba Palermo con tres jugadores que intentaban bloquearlo. El delantero platense giró con todas las dificultades que evidenciaba la extensa inactividad y sus marcadores se quedaron estáticos. Su olfato goleador estaba intacto y encontró el hueco justo para colocar la pelota junto al palo derecho de Bonano. Era el 3-0 y el partido ni siquiera se pudo reanudar. El campo de juego ya había sido invadido, mientras las tribunas vivían un verdadero delirio y el héroe de la jornada mostraba sus lágrimas al mundo.