Bahía Blanca | Lunes, 06 de mayo

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"Fue una experiencia impactante": de qué se tratan las constelaciones familiares

Es una terapia alternativa que, según sus cultores, invita a sanar los padecimientos del pasado, en medio de relatos muchas veces inexplicables. La práctica está creciendo en Bahía Blanca.

Imagen ilustrativa de una consulta de constelaciones familiares (fotos: Rodrigo García - La Nueva.)

“Tuve una sensación rara, no llegaba a ser un dolor, era una molestia en una pierna y cuando me preguntaron qué sentía, lo comenté. En ese momento, la mujer que me había elegido para que yo hiciera el rol de su madre, estalló en llanto. Yo no entendía nada, no la había visto nunca en mi vida. Resulta que la mamá había fallecido producto de un accidente en el cual había perdido su pierna".

Al igual que Antonela, muchas personas tienen vivencias impactantes en las consultas de constelaciones familiares. 

Si bien la práctica comenzó a gestarse en la década de 1990, de un tiempo a esta parte son cada vez más las personas que buscan en esta terapia alternativa una respuesta a distintos problemas personales y/o familiares que parecen no tener solución.

¿De qué se trata? Es una terapia alternativa que busca respuestas en el inconsciente basándose en las relaciones familiares. Para ello, trabaja con individuos desconocidos entre sí que representan a los parientes de la persona que hace una consulta. Según las posiciones en el espacio, los sentimientos y hasta sensaciones físicas que experimenten en esos roles, se van hallando respuestas al problema inicial. También puede realizarse de forma individual. 

Así, relaciones interpersonales; sensaciones de tristeza, angustia, depresión o ansiedad; enfermedades tanto físicas como mentales; o incluso patrones familiares que se repiten a lo largo de las generaciones son algunos de los motivos más frecuentes de quienes llevan a cabo una consulta. Pensadas tanto como una filosofía o como una técnica, intentan encontrar respuestas a problemas personales que parecen no tener solución.

La práctica presupone, sin evidencia científica, que existe un “inconsciente transgeneracional” que se mantiene a lo largo del tiempo y que arrastra al presente los padecimientos de quienes vivieron en el pasado.

“Todos somos uno”

Quienes han participado de esta práctica aseguran que es una experiencia grupal movilizadora, que encuentran empatía en relación a las historias de otras personas, pero no muchas veces hallan respuestas a sus propios problemas. En su modalidad individual, se utilizan objetos que representan los distintos roles.

“Me llamaron la atención algunas conexiones entre las personas que estábamos ahí. Sin saber lo que le pasaba al otro, de alguna manera empatizamos”, contó Gabriela a La Nueva. sobre su experiencia con las constelaciones familiares. 

Y continuó: “Había una linda energía, de hecho nos fuimos todos contentos y felices. Parecía que nos estábamos acompañando, en ese sentido me gustó”.

Algo similar manifestó Julieta, quien también participó de una consulta grupal: “Éramos muchas personas y al escuchar las historias de los demás, una siempre tenía alguna vinculación con la otra y yo me sentía reflejada. Ahí entendí el sentido de la frase ‘todos somos uno’”. 

Sin embargo, “no sé si en mi propia constelación yo sentí algo, porque no le veía mucha relación con lo que me había pasado a mí”, reconoció Julieta, que acudió por el vínculo con su padre.

En ese sentido, destacó que no volvería a participar. “No despertó mi interés como para continuar, no me pareció que sirviera ni tampoco vi que podía sacar algo claro o realmente significativo de esas sesiones”, sostuvo.

Antonela manifestó que su experiencia fue “impactante”, pero que nunca más volvió a participar. “Son técnicas que me generan dudas. De hecho nunca más profundicé”, dijo.

Ponerse en la piel de desconocidos

En su modalidad grupal, las constelaciones familiares trabajan con espacios de encuentro entre varias personas, cada una motivada por su propia historia. El procedimiento es similar en la mayoría de los casos: a su turno, quien hace la consulta (consultante) cuenta su inquietud al coordinador del encuentro (facilitador) y al resto de los presentes. 

Luego, se seleccionan personas que representarán roles de acuerdo a la problemática planteada. Los ‘actores’ se ubican en el espacio y el facilitador les hace preguntas a medida que los reacomoda para buscar un orden y, así, una posible respuesta.

Esta terapia alternativa se sustenta en los llamados “órdenes del amor”, una serie de reglas que se mantienen en los sistemas familiares para que funcionen a lo largo del tiempo. Se trata de la pertenencia, el respeto por la jerarquía y el equilibrio entre dar y tomar. 

Surgió en los ‘90 a partir del trabajo del psicoterapeuta, pedagogo y exsacerdote católico alemán Bert Hellinger. El autor sostenía que cuando en un grupo no se respetan esas reglas, se rompe el orden y el equilibrio, generando problemas que deben ser resueltos.

“Éramos un grupo de personas, todos desconocidos. Nos sentamos en una especie de tribuna, en el medio había una alfombra que simulaba el escenario, y en la otra punta un sillón donde se sentaba la facilitadora y la persona que quería constelar”, describió Gabriela, quien acudió a la consulta por “problemas amorosos”.

Y siguió con su relato: “Después de hacerme algunas preguntas en voz baja, la facilitadora les preguntó si sentían molestias físicas. Quien levantaba la mano debía pasar a la alfombra y comenzar a moverse de manera libre. En ese momento, la facilitadora me preguntó quién podía ser cada una de las personas dentro del núcleo familiar”.

A continuación, la mujer debió concentrarse en la problemática que la llevó hasta ese lugar y en los pensamientos o sensaciones que surgieran para, finalmente, plasmarlo todo “en una conclusión final”.

“Lo más impactante es ver cómo las personas que ella llama a interpretar el rol de cada uno, una vez que entran en la escena, empiezan a actuar sin que nadie les diga qué hacer”, recordó, por su parte, Julieta.

En el caso de Antonela, esta fue su experiencia: “La persona que consultaba me eligió como su madre, y otras personas representaban al padre y los hermanos. La idea era concentrarse en ese rol e ir viendo las señales del cuerpo, qué ibas percibiendo respecto de esa gente que era desconocida, pero eran tu marido e hijos en esa situación”, contó.

“Recuerdo que no podía conectarme mucho con esas personas, entonces físicamente me fui alejando de ellos, los sentía distantes. El resto también se movió y se fue formando una figura, una constelación”, agregó.

El “boom” de las constelaciones familiares en Bahía

En Bahía Blanca hubo un aumento importante en la demanda a partir del lanzamiento de la serie de Netflix “Mi otra yo” (2022), según contó la psicóloga Silvana Zeiser, facilitadora de constelaciones familiares en la ciudad.

“Mucha gente quería consultar buscando lo que se veía en la en la serie, que tiene en parte realidad, pero la verdad es que se trata de un relato un poco novelado”, explicó.

“Las personas vienen a consultar sobre algo que les ocurre y que no pueden solucionar. Entonces buscamos cuál es el atravesamiento (sic) desde esta filosofía”, dijo Zeiser.

Los medios son diferentes. Existen talleres grupales, en los cuales se selecciona a un grupo reducido de personas para que representen a un miembro de la familia analizada, como así también talleres individuales, en donde distintos objetos pasan a ocupar roles asignados. Ambas modalidades se pueden realizar de manera virtual.

Elementos que se utilizan para las consultas individuales.

“Mucha gente prefiere lo individual porque tiene vergüenza o porque le da pudor exponer el tema que lleva para trabajar”, comentó la facilitadora y contó que en Bahía Blanca son habituales tanto las consultas individuales como las grupales.

Sobre los límites y problemas que deben ser derivados

En cuanto a las razones que motivan a los bahienses a asistir a esta terapia alternativa, Zeiser sostuvo que son muy variados. “La gente consulta mucho por conflictos entre familiares: hijos que están enojados con sus padres, o padres que tienen algún conflicto con sus hijos y no saben cómo resolverlo. También hay personas que vienen por situaciones más puntuales que tienen que ver con alguna cuestión laboral…”, dijo.

“La idea es que después de la consulta, la persona pueda conectar con eso que lo trajo hasta acá y tenga una información por dónde empezar a buscar. Cada uno es artífice en su propio proceso”, manifestó.

Sin embargo, al ser problemáticas tan diversas y de diferentes grados, muchas veces deben ser abordadas desde otras disciplinas más especializadas.

Así lo explicó Zeiser, quien también contó que muchas veces ha tenido que interrumpir consultas por este motivo: “Soy psicóloga y eso me sirve para saber cuándo le tengo que decir a alguien ‘mirá, necesitás un acompañamiento terapéutico’, o incluso alguna medicación: ‘tenés que ir a algún psiquiatra’”.

“Si viene alguien que esté teniendo ataques de pánico, también traumas que sean muy profundos, para mí son de mucho cuidado y me parece que hay otras herramientas para abordar esas cuestiones”, sostuvo.

Además de las constelaciones familiares, existen otros tipos de configuraciones. “No se cierra únicamente a lo que en su momento descubrió Hellinger, sino que hay muchos otros abordajes y combinaciones, miles. Es súper amplio y hay mucha oferta al respecto”, explicó Zeiser.

Julieta también reflexionó en ese sentido: “Hoy tenemos a nuestro alcance muchas más herramientas que está bueno poder aprovecharlas porque hay situaciones que son difíciles de resolver. Lo importante es que uno tenga intenciones de sanar”.