Bahía Blanca | Jueves, 11 de septiembre

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“Todos me felicitan por la carrera, pero esto recién está arrancando”

Ramiro Santiago completó su paso por la NCAA de los Estados Unidos y tiene todo listo para recibirse en mayo. ¿Qué será de su futuro?

El bahiense junto a Stetson Smithson y los padres de su compañero, Michael y Theresa. Fotos: Harding

“Pasó muy rápido, muy rápido. Estoy contento por todo lo que viví pero a la vez un poco triste. Realmente siento un encuentro de emociones porque si bien estoy preparado para la siguiente etapa, terminar esto me pone triste”.

Parece que fue ayer que entró con la camiseta de Villa Mitre a definir el campeonato de primera división ante Bahiense, aunque pasaron más de cinco años. También parece que fue ayer que decidió enfocarse y estudiar inglés.

Sin embargo, la recordada noche en el Casanova fue el 17 de diciembre de 2017 y la idea de jugar en los Estados Unidos floreció en 2018, cuando concretó su vínculo con Seward County Community College (NJCAA).

Fueron dos años allí de puro aprendizaje, madurez y altibajos. “Hubo momentos en los que llamaba a mi casa y decía que me quería volver”, contaría más adelante.

Ya en 2020 y con la pandemia en ebullición llegó el otro gran cambio: lo esperaba su vida NCAA en Harding University.

"Se dio como esperaba", dijo Ramiro Santiago tras debutar en la NCAA

“Este año no tuve una buena relación con el técnico, entonces no fue muy bueno como esperaba. Pero si miro para atrás los tres años juntos, yo diría que superó todo tipo de expectativas”, le dijo a La Nueva. desde Arkansas.

“Llegaba de Seward siendo suplente, no jugaba mucho, promediaba solamente seis puntos y acá salté un paso más arriba, a ser titular casi todos los partidos, a jugar muchos minutos”, mencionó.

El bahiense fue inicial y firmó una planilla individual de 6 puntos (0-4 t3, 2-5 t2 y 2-2 t1), más 2 rebotes y un recupero en 20 minutos en la derrota ante Henderson St. por 99 a 75, el último 25 de febrero, en el que significó su último partido en la División II de la NCAA.

—¿Pensabas tener más protagonismo esta temporada?

—Tenía la expectativa de jugar mucho por ser mi último año, pero no se dio. Al técnico, en mi opinión, no le importaba ganar o perder, era como que íbamos a jugar y listo y yo no concordaba con sus decisiones. Tuvimos nuestros encontronazos. Quizá por eso la temporada no fue tan buena en cuanto a resultados.

—Él terminaba su carrera…

—Teníamos un equipazo. A principio de año sumamos un serbio y un griego pero a mitad de año el serbio dejó, dijo que no quería jugar más con este técnico. Al griego no lo puso más, no sé por qué. Yo creo que con un técnico que quisiera ir para adelante hubiésemos llegado mucho más lejos de lo que llegamos.

—¿Disfrutaste tu último partido?

—Cada minuto y cada detalle pensaba "uh, este es el último". Y cuando salí me pegó más, escuchaba a la gente aplaudir y ver a mis compañeros abrazándome… Todo el mundo me felicita por la carrera y está bien, lo aprecio, pero esto recién está arrancando.

—¿Con qué momentos te quedás?

—Estos años pasé un montón de momentos que van a quedar conmigo para siempre. Por ejemplo, conocí a mi novia. Y deportivamente de la noche que metí 35 nunca me voy a olvidar. Pienso en mi primer año que no jugaba mucho pero salí campeón; hay muchos recuerdos. Estos años en Harding la pasé genial, conocí gente que jamás en mi vida imaginé y tengo amigos por todo el mundo.

—Y hubo momentos difíciles también…

—¡Para eso tenés que hablar con mi vieja! Ja, ja, ja. Obviamente hubo momentos en los cuales llamaba a mi casa y decía que no quería estar más acá, que me quería volver. Más que nada el primer año, que no jugaba mucho. Pero fueron calenturas del momento, yo sabía que nunca iba a dejar, no soy así. Tenía que entender algunas cosas, llegué con 18 años, salté de las menores de Villa Mitre a Estados Unidos y no estaba preparado. Eso sí, fueron más los momentos buenos que los malos y si lo tendría que volver a hacer, lo hago de vuelta sin dudas.

“Adaptarme a la cultura costó un poco al principio pero no influyó. Lo mío pasaba por lo deportivo: si estaba jugando bien, estaba todo bien y si estaba jugando mal, estaba todo mal”, agregó.

En sus primeros años compartió plantel y vivienda con el marplatense Julián Santamaría, que lo ayudó mucho en la adaptación y con el idioma; luego tuvo un departamento para él solo. Su novia, la brasileña Laura Sertic, también lo ayudó, ella juega al vóley en California y se recibe en mayo.

—Deportivamente, ¿en qué cambió  tu juego estos años?

—Cambié mucho en todos los aspectos, principalmente en el físico y la defensa. Eso era lo que más me costaba y me di cuenta que si no defendía no iba a jugar acá. Y después, con más madurez, mejoré el tiro, mejoré el manejo de balón, a leer los pick and rolls, el uno contra uno que acá es más natural...

—¿Y ahora que la NCAA se terminó, qué vas a hacer?

—Tengo que ver, ya me reuní con mis representantes. Quedarme en Estados Unidos es complicado porque no hay categorías intermedias y para la NBA estoy bastante lejos ja, ja, ja. Ahora estoy apuntando a Europa o a una posibilidad de ir a jugar Australia, pero es temprano para decidir.

Si bien el básquetbol de los Estados Unidos ya se escribe en pasado, académicamente Ramiro tiene que meter un "tiro" más.

“Rindo el último final el 4 de mayo y el 6 es el acto. Estoy haciendo una sola materia, Historia, que es la que me falta para recibirme. Así que termino y a los dos días es la ceremonia donde todos tiran el gorrito para arriba como en las películas. Ya pasé el primer parcial, la estoy llevando bien…”, relató.

Aquel nene que nació el 16 de marzo de 1999, que a los 4 años fue a jugar a El Nacional y que siendo cadete pasó a Villa Mitre está listo para dar un paso más, siempre con la pelota abajo del brazo.