Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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¡Que vivan los novios! Charito de Madrid y Héctor siguen apostando al amor

En una emocionante ceremonia en la que también bailó (video), la reconocida bailaora de flamenco de 76 años se casó con Héctor Santín, de 94.

Héctor y Charito, con su libreta de casados. Foto: Pablo Presti-LaNueva.

 

   Ya no está el aljibe ni el mural de la bailaora flamenca, pero en la casa de Thompson al 500 se respira aire español. En su estilo, en su decoración, en sus detalles.

   Allí nos recibe Magdalena Cristina Sendín –más conocida como “Charito de Madrid”- quien desde hace unos días, además, ostenta su apellido de recién casada: “Santín”.

   “Los dos nos acompañamos desde hace 48 años, por lo que esto de casarnos fue algo que surgió de manera espontánea hace un tiempo. Imagínate que quedé viuda cuando mi hija Lorena tenía 7 meses de vida, y la crió desde los 4 años que empezamos a salir. Tenemos casi toda la vida juntos”.

Foto: Pablo Presti - LaNueva.

   Charito va y viene en el tiempo, con el relato de lo que ella considera “una vida maravillosa”.

  “Todo entre nosotros se dio así, casi sin pensarlo. Cuando lo conocí a Orlando, era dueño de un boliche llamado Diábolo. Yo visitaba Bahía con los espectáculos de Lola Flores, La Greca, Pedrito Rico y a él ya lo conocía todo el mundo. Yo estaba viuda hacía un tiempo y a pesar de que me llevaba 18 años, me di cuenta que él era ‘la’ persona indicada. Nació la amistad, luego el amor. Pero el problema fue cuando le conté a mi papá que era dueño de un cabaret”, recuerda Charito entre risas.

   De Orlando, dice que la enamoró su trato, su caballerosidad.

   “Era bastante más grande que yo y fue un amor diferente el que nos unió. Es un hombre atento y con muy buenos modales, como mi papá. Crió con amor a mi hija, que perdió a su papá en un accidente de ruta, qué más podía pedir. Es brillante y también tiene flor de memoria, no se olvida de nada. Empezamos una vida de hacernos compañía y hoy, yo con 76 años y él, con 94, después de varios años de trámites, finalmente nos casamos”.

Aire español en toda la casa de Charito

   Según cuenta, la boda, que se concretó el pasado jueves 29 de diciembre, se hizo desear.

   “Hace años comencé con los trámites, acá en el Registro Civil de calle Castelli. El papá de Lorena murió en Chascomús y había mucho papeleo para pedir. A eso, hay que sumarle que la primera esposa de Héctor murió en Neuquén. Siempre nos faltaba un papel y la verdad, es algo muy agotador para gente de nuestra edad. Cuando fui por última vez, que supuestamente tenía todo, me dijeron que me faltaba un nuevo papel y dije ya está. No voy más. Semanas atrás, mi hija Lorena vino y nos dijo que ella había empezado los trámites con una gestora en el Registro Civil de White, donde logramos casarnos”.

   Charito suspira como buscando las palabras justas. Esas que quizás también alguien esté necesitando.

   “A veces uno se enrosca en la vida pensando que le faltan cosas. Pero cuando llegás a cierta edad, te das cuenta que eso que tanto anhelabas, no tenía ningún valor. El razonamiento hoy es otro y como decía la genial Lola Flores: ‘lo que está escrito, escrito está’. Quizás Orlando y yo estábamos destinados a estar juntos y a vivir esta relación así, apoyándonos en todo. Tuve una buena vida, maravillosos padres e hija y cuando tenga que partir, lo haré sabiendo que fui feliz. Además, yo soy una de las que cree que no todo termina acá, sino allá arriba”, dice señalando el cielo”.

La novia el día de su boda

La pareja con su hija, Lorena Etchepare

   Charito nació un 7 de marzo de 1946, en Capital Federal y desde niña recuerda sus viajes a Bahía para visitar a su tía.

   “Me llevaban a Galván y me untaban el cuerpo con el barro de ahí, que olía muy mal, porque decían que era bueno para la salud. Pero reconozco que con el tiempo aprendí a amar a esta ciudad que hoy reconozco como mi lugar en el mundo”.

   Fue en el programa de televisión “Nace una estrella”, conducido por Pinky, que Charito comenzó su extensa carrera artística.

   “Yo tenía 9 años y después de ganar ese concurso, comencé con los castings y la televisión. Mi papá viajaba conmigo y mi mamá se quedaba con mi hermano mayor, que iba a la escuela. Cuando terminaban las giras, llegaba derecho para rendir las materias libres. No había discusión con esos temas, si bien la primera escuela era la casa, donde se impartían los valores y conductas, mis papás me hacían notar la importancia de estudiar y de respetar a los maestros”.

Emocionados, llegando al Civil

   Ya a los 11 años, las giras y contrataciones de Charito llegaban hasta Brasil.

   “En un viaje que tenía que hacer a Brasil con Los Gavilanes de España, una orquesta española muy conocida de esa época, la artista principal no viajó y me preguntaron a mí si quería tomar su lugar. El empresario artístico le preguntó a mi papá que nombre artístico quería además de Charito y yo dije muy natural: ‘de Madrid’. Y así quedó”.

   Para 1980, Charito ya estaba instalada en Bahía, en una casita de Thompson al 700.  Luego se mudaron al 300 y, por último, edificaron su vivienda y estudio de danzas a la altura del 500. Donde actualmente residen.

   “Siempre en la misma calle. Teníamos fascinación por esta arteria tranquila y, a la vez, cercana al centro. Y pensar que mucha gente se nos quejaba que habíamos puesto el estudio de danzas tan lejos de la Plaza Rivadavia. Siempre dije que esa gente nunca había vivido en Buenos Aires, donde caminar 20 o 30 cuadras o más, para llegar a destino era algo de todos los días”, recordó entre risas.

El novio esperando a la novia

Papel picado en los festejos

   Luego de una vida dedicada al arte, Charito colgó las castañuelas en el año 2021.

   “Empecé a bailar a los 5 años y me retiré a los 74. Pero mi hija sigue en el mundo de la danza, luego de rendir varias pruebas de selección ganó el cargo de directora titular de la Escuela de Danza Alba Lutecia y cursó un post titulo de Composición Coreográfica en la Universidad de Bellas Artes de la Plata, algo que me da mucho orgullo. El arte, cualquiera sea la expresión que elijas, te hace vivir, sanar, soñar. Ser feliz. Y nuevamente traigo a escena una frase que decía la gran Lola: ‘El arte no se compra ni se vende. El arte es arte, se siente. El día que tu no sientas nada por el arte, dedícate a otra cosa”.

   Además, Charo asegura que el arte también le permitió conocer a las personas.

   “El arte te permite ver más allá de la persona. Pero el arte en serio, no lo que hace Tinelli, aclaro. O Moria Casán, que se atrevía a dar indicaciones sobre las posiciones del empeine y los saltos. Y tampoco entendí nunca la necesidad de Piquín o Eleonora Cassano de exponerse en ese programa. Eso no es arte”, sentenció.

   Lorena Etchepare, la hija de Charito, se unió a la charla para contar que sus papás estaban muy felices con el casamiento.

   “En el Registro de White nos ayudaron mucho y realizaron una ceremonia muy sentida. Se acercó mucha gente a saludar, también los llamaron desde fuera de la ciudad y del país, porque en tantos años de enseñanza Charo recolectó cientos de alumnos que hasta hoy la recuerdan. Para mí es maravilloso que mantengan esa llamita después de tantos años. En tiempos como estos, en los que se va perdiendo tolerancia a la pareja y que es más fácil divorciarse y cada cual a su casa, ellos le siguen poniendo ganas. Son materia prima de la de antes, otras enseñanzas, un ejemplo”.

   “Después, siempre hay entredichos y contratiempos. El que te diga que todo en la vida de pareja es color de rosa, te está mintiendo. Hay que saber mantener el amor y la tolerancia y siempre decir ‘sí a todo’. Después vos verás qué deseas hacer”, cerró entre risas.