Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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El fiscal bahiense del Robo del Siglo: “Los delincuentes cometieron errores que la gente desconoce”

Gastón Garbus fue parte del juicio al que fueron sometidos, en 2010, los seis partícipes del impactante hecho perpetrado en el Banco Río de Acasusso, en 2006, en el que sustrajeron entre 90 y 100 millones de dólares. Fue parte del documental que es tendencia en la plataforma Netflix.

 

Por Walter Gullaci / wgullaci@lanueva.com

 

   “La verdad, debo reconocer que todo el proceso judicial que atravesamos por el denominado Robo del Siglo fue un trabajo muy importante para todos los fiscales y secretarios. Una experiencia seguramente irrepetible”, admite el bahiense Gastón Garbus.

   Fiscal de San Isidro, este abogado fue parte del juicio al que fueron sometidos, en 2010, los seis partícipes del impactante hecho perpetrado en el Banco Río de Acasusso, en 2006, en el que sustrajeron —monto nunca certificado en forma fehaciente— entre 90 y 100 millones de dólares.

   En diálogo con el programa Gente de Palabra, por CNN Radio Bahía Blanca, gracias a la gestión del periodista local Matías Roque, primo de Garbus, el fiscal aclara que su vida profesional viró a partir de un caso que ya es parte de nuestra cultura popular.

   De hecho, este funcionario judicial fana de La Capital del Básquetbol e hincha de Estudiantes (el nuestro, el albo), hasta fue parte del documental que es tendencia en la plataforma Netflix.

“Los Ladrones: la verdadera historia del robo del siglo”

   Así se llama este contenido que incluso superó en trascendencia mediática a la muy buena película de Ariel Winograd estrenada en 2020, con Guillermo Francella y Diego Peretti como principales protagonistas.

   Seguramente porque en esta ocasión cuatro de los condenados —en realidad fueron seis— hablan y actúan aquel hecho delictivo por primera vez.

   Fernando Araujo, Mario Vitette Sellanes, Rubén Beto de la Torre y Sebastián García Bolster lograron, merced a este documental, una trascendencia inusitada.

   Tanto, que hoy hasta reciben innumerables pedidos de autógrafos por cholulos que los perciben como héroes antisistema.

   O sea, como se dice habitualmente, el mundo al revés.

***

   —Es extraño Gastón, o quizás no. Pero la mayoría de quienes observamos el documental tuvimos una especie de desencanto al ver que semejante “obra de arte”, como sostiene el autor intelectual del robo, termina con sus artífices presos. Y esta sensación no está bien. ¡Son delincuentes!

   —Coincido plenamente. A mí tampoco me gusta que se genere esa sensación en la gente. Absolutamente. En realidad, creo que estos delincuentes, no héroes, cometieron muchos errores que la gente desconoce.

   —¿Cuáles, precisamente?

   —Traté de explicarlo en el documental de Netflix, pero bueno, por cuestiones de edición no salió todo lo que dije. De allí que hice un podcast que se puede ver en Youtube, donde ahí sí tuve más oportunidad de explayarme. Por supuesto que son personas que estaban asociadas a la delincuencia mucho antes de este robo. Salvo uno de ellos, García Bolster, que no tenía antecedentes, pero es llamado por Araujo porque eran amigos y se conocían de la zona Norte de Buenos Aires.

   “Araujo, que aparece como el pintor, el artista, el ideólogo, ya había estado preso mucho tiempo debido a un asalto con armas de fuego en un grupo tipo comando. ¡Y eso no se dijo! De hecho, casi todos estos delincuentes se van conociendo en la cárcel”.

   —Un tema justamente es el de las armas. ¿Qué tan cierto es que portaron sólo de juguete a la hora del hecho?

   —Eso de que no portaban armas de verdad no es así. En realidad, había armas. En lo personal pude probar, al menos en la primera etapa del juicio, que fue así. Incluso la condena original salió por robo con arma apta, o sea con armas de fuego. Luego esto fue revocado por la Cámara de Casación, pero en definitiva todos sabemos que portaban armas. Hay testigos que así lo declaran. Armas que estaban cargadas.

   —El testimonio del custodio del banco es clave en ese sentido.

   —¡Claro! El custodio, Walter Serrano, que estaba en la entidad bancaria en el momento del robo, tenía su arma reglamentaria cargada y lista para disparar, y ellos se la sacan. Así que más allá de que yo sabía que hubo armas verdaderas, aunque sea por un rato estos delincuentes portaron el arma cargada del custodio, la tuvieron, lo que transforma el hecho claramente en un robo con armas.

   —¿Cómo, entonces, no se arribó a una condena de mayor peso? Hoy, esta gente anda libre por la calle. ¡Y hasta se puede llegar a pensar que con mucha plata escondida vaya a saber uno adónde!

   —Estoy de acuerdo, pero tenemos que tener presente lo siguiente: en la Argentina tenemos un máximo y un mínimo para las condenas. Y, en general, cuando se dicta sentencia por un robo no es lo relevante el monto de lo sustraído, sino cómo se desarrolló la acción, si hubo violencia por ejemplo.

   —¿O sea que casi sería lo mismo robar cien dólares a veinte millones? Queda como una sensación de impunidad.

   —Diría que no implica tanta diferencia establecer el monto de la pena entre el mínimo y el máximo estipulado. Lo cierto es que en este caso si el robo era de un millón de dólares u ocho millones, la pena iba a ser la misma.

   —¿Entonces usted quedó conforme con las penas estipuladas?

   —Digamos que no se llevaron una pena muy baja, más allá de lo que expidió la Cámara de Casación en cuanto a que no portaban armas verdaderas. El máximo de esto, como calificación legal final, eran diez años. Y se llevaron, respectivamente, ocho años, siete, nueve y diez y pico el que tenía pendiente otro delito. O sea, estamos hablando del máximo de pena previsto para el delito que tuvo Casación como probado, con lo cual yo descartaría cualquier sensación de impunidad.

   —¿Algunos estuvieron menos tiempo en la cárcel de las penas estipuladas?

   -Por ejemplo en el caso de Salo Echeverría, de quien no se habla mucho pero era quien manejaba la combi utilizada en el robo, o el de De la Torre o Vitette Sellanes, estuvieron más tiempo. Pero Araujo y García Bolster tuvieron a un juez de Garantías de San Isidro que les fue concediendo diferentes beneficios. Por caso Araujo estuvo tres años detenido y luego siguió en esa condición pero en su domicilio, algo que desde el Ministerio Público apelamos desde todas las instancias, pero bueno… Y para cuando se llegó al juicio, García Bolster estaba en libertad y Araujo con prisión domiciliaria.

   —¿La mujer de De la Torre termina siendo clave para la captura de la banda?

   —Parte del mito es que se trató de una mujer despechada. Sinceramente, esto no tiene nada que ver con eso. No se trató de una mujer despechada. Se peleó con su pareja por un tema de dinero y no de polleras, por decirlo de alguna manera. Esto lo corroboré porque a lo largo de los años tuve contacto en distintas circunstancias con los autores del hecho y así lo atestiguaron.

   “Una visión misógina esa de la mujer despechada frente al macho que lo controla todo. Ellos, toda la banda, habían hecho un pacto de no tocar el dinero por un año. Y esta persona no cumplió ese pacto y sacó parte de lo robado. Cuando su pareja se dio cuenta se produjo una situación violenta que terminó con la mujer levantando el teléfono y llamando a la fiscalía para denunciar al marido. Así fue. Todo por dinero".

   “Otro mito, en realidad, es que por la declaración de ella nosotros pudimos detener a todos. No es así. Ellos cometieron un primer error, siendo que necesitaban mantener una comunicación aún cuando ya no estaban dentro del banco, para que todos creyeran que todavía estaban en la situación de la toma de rehenes, la policía no entrara y así contar con el tiempo necesario para huir por las alcantarillas y llevarse el dinero. Pues ese tiempo lo iban a ganar hablando por teléfono con un medio de comunicación en vivo y para ello le dieron un número a TN. Este medio decidió no sacarlos al aire, pero nos pasó el número que ellos les habían dado".

   “Mediante un análisis de vínculos de comunicaciones que pudimos llevar a cabo, se establecieron tres nombres. Uno el de García Bolster, otro el de De la Torre y el tercero el de Vitette Sellanes, quien tenía comunicaciones con su padre y su hija en Uruguay. Entonces los nombres de estos sujetos aparecieron en el expediente mucho antes que surja esta testigo de identidad reservada que mandó al frente a su marido. Sólo a su marido".

   —Al cabo, fue el robo del siglo pero no resultó el robo perfecto…

   —Y hay muchas otras cuestiones, digamos, de color. En el caso de Vitette Sellanes estaba casado pero divorciado. El tenía problemas con esta mujer, sobre todo por violencia de género. ¿Y qué hacía? Como no tenía un peso, le sacaba una camioneta Eco Sport a su mujer que vivía en calle Santa Fe, en Barrio Norte. Entonces la mujer llamaba a una empresa de rastreo satelital y les decía, sabiendo que quien se la había sacado era su marido, ‘me robaron la camioneta’. La empresa obviamente la rastreaba. Cuando percibimos que Vitette Sellanes había realizado llamadas a Uruguay desde el teléfono que tenía vínculo con el número original que le habían dado a TN, nos dimos cuenta que tenía posicionamientos sobre calle Santa Fe y a dos cuadras del banco Río durante casi un año. Así pudimos descubrir, incluso, dónde se vendieron los gomones con los que navegaron dentro del túnel, ya que habían ido a una guardería náutica en el Tigre. O sea, la camioneta nos iba marcando todo el recorrido que fue haciendo este sujeto durante un año.

   —Fuera de esto, ¿qué resultó de los damnificados en definitiva?

   -Es una especie de lucha interior cotidiana que tengo. Cada vez que me preguntan con esa sensación de que estos tipos son unos héroes, les digo: ‘miren que muchos de los damnificados son gente de a pie’. Porque con esa creencia que tenían una caja de seguridad en un banco de zona norte, en Acasusso, una zona de poder adquisitivo alto, se creen que sus dueños son todos ladrones de guante blanco y entonces estuvo piola eso de que les roben. No es así. Se estableció el robo de 137 cajas de seguridad sobre un total existente de 142. De los 137 propietarios llevé a juicio a 130 para que declaren. Puedo asegurar que muchos lloraron durante el debate porque perdieron cosas que el dinero no repara. Como el caso de la medalla de bautismo de una hija fallecida.

   —O sea que aquello hasta romántico de “un golpe al capitalismo” quedó también desvirtuado por la realidad.

   —Esto no es La Casa de Papel, que le robaron a la Casa de la Moneda. Acá les robaron a personas. Después si existía alguna persona que no podía justificar su dinero, eso no se discute. Lo que observé es el sufrimiento de gente que perdió cosas que no va a recuperar nunca más. Recuerdos familiares. Obviamente hubo un resarcimiento del banco, en un 50 por ciento, y mediante el Seguro del otro 50 por ciento del dinero robado, que es lo que corresponde.

   —Bueno, el documental muestra hoy a los delincuentes en autos descapotables, en buenas casas, lo que genera mucha suspicacia sobre el destino final del dinero robado.

   —En principio tengo que decir que la sociedad ha hecho de estos tipos unos héroes. Y gracias a ello están ganando mucho dinero. Como les cuento a mis allegados, por participar del documental lo único que me pagaron fue un remís (risas), mientras que por otro lado me entero que estos muchachos cobraron y muy bien. Uno de ellos, y no voy a decir quién, recibió 200 mil dólares por aparecer en el documental.

Bahía, Estudiantes, el rugby…

   —Gastón, ¿qué extrañas de Bahía?

   —Yo soy muy adepto al básquetbol. Seguía mucho a Estudiantes, aunque jugaba al rugby en Argentino. Acá, en Buenos Aires, me cargan porque me dicen que cuando vivía en Bahía, la Capital del Básquet, jugabas al rugby, y cuando me vine a vivir a San Isidro, que es la Capital del Rugby, mandé a mi hijo a jugar al básquet. Es así.

“Un cachito del negocio”

   “Yo no estoy en contra del capitalismo. Para mí es el sistema que funciona. Lo único que quería es un cachito del negocio”.

   En esos términos se confiesa Fernando Araujo en el documental de Netflix dirigido por Matías Gueilburt.

   En Los ladrones: la verdadera historia del robo del siglo, brindan testimonio los cuatro involucrados tras cumplir parte de sus condenas.

   Cada uno de los malvivientes, porque al cabo ameritan ese calificativo, se muestran tal cual son. Cada uno con sus formas, que obviamente el director les saca jugo en una muy llevadera puesta en escena.