Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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“Fui el mejor utilero porque no podía escuchar el conventillo de vestuario”, dijo Rubén Gómez

El “sordo” lleva 54 años ligado al club Liniers. “Hago lo que nadie quiere hacer y, encima, tengo buena letra, jaja”, afirmó uno de los personajes más queridos de la institución.

Rubén Gómez en la utilería de Liniers. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com

(Nota publicada en la edición impresa)

   Colaborador silencioso, que no alardea nada de lo que hace. Calladito, anónimo, atento a todo lo que sucede en el vestuario para brindarse por completo.

   Rubén Darío Gómez es uno de esos héroes anónimos que, sin perseguir intereses personales, dedican su tiempo a los demás.

   Tiene 81 años y desde hace más de 50 está pendiente de Liniers, su club, y de lo que necesitan los chicos. Pasan dirigentes, técnicos y utileros pero él permanece intacto.

   Arrancó con su fecha de nacimiento: “Soy del 9/7/41”, dijo. Y tiró su primera anécdota: "Tenía 20 años, me presenté en el Regimiento para hacer el servicio militar. Saqué  la libreta enorme de esa época y un capo de ahí me dice: ‘Dígame, usted es pelotudo o se hace…’ No sé, ¿por qué? ‘No sabe que los nacidos en fecha patria no lo hacen. Rajá…’. Iba en el colectivo y me reía solo’”, dijo Rubén.

   A los 27 años pisó Liniers de la mano de “Chiche” Rossi, el entonces técnico de las menores. También su hermano, Roberto, dirigió Primera, aunque, como jugador, según Rubén, “era un cero al as”.

   "Jugaba al básquetbol en Pueyrredón, pero me vine a Liniers. Teníamos una barra de amigos y nos juntábamos en el playón de baldosa roja. La pileta ya existía. De a poco entré al vestuario a colaborar con la utilería y más tarde empecé a hacer planillas, porque nadie quería hacerlas. Soy bastante prolijo (risas)”, señala.

   -¿Fuiste ayudante de campo?

   -Con el “Negro” López en una tercera de  los ‘90. Jugaba “Hugo” Rosales. Pero no era lo mío.

   Con el tiempo los árbitros le permitieron ingresar al campo de juego, aunque una vez también se vio obligado a salir corriendo.

   “En un nocturno en cancha de Olimpo, contra Rosario. Liniers era un desastre. Jugaba el ‘Pato’, le estábamos haciendo partido, íbamos 2 a 2. En una se corta Guerini  por la raya y se me ocurrió agarrar el bidón de agua. Entré y se lo tiré delante de la pelota. Se paró, miró al árbitro y empezó a protestar. Cuando se dieron vuelta yo ya estaba en el vestuario, jajaja. La gente se mataba de risa”, contó.

   -Te fuiste porque ligabas.

   -Antes era jodido, puteaba a los árbitros. Una vez, contra Sporting en Punta Alta, perdíamos 1-0, pero el “Negro” Rosell hizo dos goles y ganamos. El juez (Lautaro Andreis) dio 5 minutos adicionales. Entré a la cancha a putearlo. Después me invitó a un asado, nos hicimos amigos.

   -El rival menos querido.

   -Bella Vista. Le tengo bronca. Vas allá y te tiran piedras, te putean. En una época venían acá y entraban al vestuario cantando y puteando contra de Liniers. Había un técnico que los obligaba a hacer quilombo.

   -¿Tenés amigos?

   -Muchos. Marcelo (Michalijos). Vivía acá atrás de Liniers, venía a ver los partidos. Un día juega Liniers contra Rosario, nos pegaron un baile bárbaro y “Micha” se hace hincha de Rosario. Lo veo todos los días en el café de calle Colón. Yo le digo el contra, por Calabró.

   -¿Pisaste una comisaría alguna vez?

   -No. Estuvimos cerca en un partido en cancha con Comercial. Se armó quilombo, no nos dejaban salir, oscureció  y nos querían llevar, pero nos pusimos de acuerdo y nadie se movió del vestuario. Ganamos 2- 1.

   -¿Por qué te permiten entrar a la cancha?

   -Me conocen. Soy el primero en llegar al club, hago la planilla temprano y entro con el plantel.  

   -¿El apellido más difícil que te tocó escribir?

   -Uhhh. A uno le ponía García porque era imposible, tenía todas las consonantes del abecedario. Cuando voy a otras canchas agarro la planilla primero, porque si la agarra el local te tienen una hora.

   Pasaron muchos técnicos por Liniers, pero Rubén dice admirar, por el trato, a Fabián Tuya, Walter Carrio y Daniel Prat.

   Recuerda, entre sus preferencias, el título de 2005, las medallas de 9 campeonatos ganados y los viajes con el plantel.

   “Conocí el país. Los viajes eran lindos si el colectivo no se rompía (risas). Disfruté mucho el campeonato que le ganamos a Bella Vista en cancha de Olimpo con dos jugadores menos", subrayó.

   -¿Los mejores jugadores que viste en Liniers?

   -Carlos Rodríguez, un "5" de antes; Sergio Olea y Marcel Suay. De ahora Tomás Onorio. Y de los de afuera Víctor Wolheim.

   -¿El gol más lindo?

   -Uno de Nicolás Ballestero contra Sporting. Le pegó de la mitad de la cancha y le dejó al arquero mirando el cielo. 

   La edad de Rubén no es impedimento para atravesar media ciudad caminando con la pilcha de Liniers, aunque su mujer, Mirta, se muestre preocupada.

   “Tiene miedo, pregunta si llegué bien. Con ella me saqué la grande”, afirmó.

   -¿Alguna vez cobraste un peso en el club?

   -No, jamás. Duermo con la remera de Liniers, es mi casa. Tuve un trabajo muy lindo como inspector de cines durante muchos años. En el Palacio del Cine, el Splendid y el Plaza. Los jugadores iban gratis a ver películas. Avisaba cuando me tocaba el turno y, a escondidas, entraban todos.

   -Fuiste parte del plantel que viajó a Formosa.

   -Eso fue maravilloso. Iba como ayudante de Camilieri, el utilero. River jugó a media máquina. Tuvo un cabezazo Julio (Acosta), pero era imposible. A la vuelta comí dos empanadas y me agarró una descompostura terrible. 

   "Le pedí una camiseta de Pisculichi al utilero y se la traje a Puliafito. No la quería porque soy de Boca y Nueva Chicago, el mejor equipo del mundo. Me hice hincha en Córdoba, en un partido con Instituto (3-2). La gente cantó todo el partido; el ‘Pata’ Gómez hizo un golazo. Cuando vino a jugar con Olimpo y le ganó 3 a 0 me volví loco. Atajaba Orcellet y jugaban Santana, Carreño y Tilger. Me falta una camiseta de Chicago”, dijo.

 El vestuario en Formosa ante River, con Fabián Tuya dando indicaciones. Allí Rubén fue ayudante de utilería.

 

   -¿También fuiste utilero?

   -Dos años. Estaba el “Pichu” Desideri, un tipazo. Fui el mejor utilero porque no podía escuchar el conventillo entre jugadores. Ser sordo me ayudó, aunque igual nunca me interesó el puterío de vestuario.

   -¿Es cierto que le escondías la bicicleta a un amigo tuyo?

   -Venía a timbear a la cancha de bochas. Bartolini era el apellido. Una vez le ataron y le subieron la bicicleta al mástil. Venía caminando para irse a la casa y no la encontraba; le decíamos: tibio, tibio, caliente, caliiente... Estaba parado en el mástil y miraba para todos lados, y repetía, como va a estar caliente si acá no hay nada. Hasta que lo hicieron mirar para arriba y la vio atada cerca de la bandera.

   "Se agarró una bronca, jajaja. También le agarraban la bici y se triaban con ella a la pileta desde el trampolín. Después se desquitaba de las bromas", aseguró.

   -¿A vos te hacían bromas los jugadores?

   -Sí. Julio Acosta era terrible. Te tiraba agua, se daba vuelta y hablaba con otro. En el vestuario te descuidabas un segundo y perdías, jajaja. Hice mucha amistad con todos los jugadores. El "Pato" es un gran amigo, igual que Van Gal.

   -¿Quién es (Louis) Van Gaal?

   -César López. Le nombrabas a un jugador y a todos los había puesto él en Primera. Todos los cracks, incluyendo Lautaro Martínez, pasaron por sus manos y los hizo debutar en Primera. Nos cansamos y le pusimos Van Gaal.

   -¿Qué vas a hacer cuando no puedas venir más al club?

   -Si no vengo es porque estoy muerto. Y las cenizas las quiero en la cancha de Liniers, el "Pato" ya lo sabe...