Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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La restauración de la reliquia musical lurense choca con la realidad económica 

El presupuesto para reparar el viejo órgano de tubos asciende a $ 4,5 millones. “Hay otras prioridades”, reconocen.

Fotos: Archivo La Nueva.

   El sueño de poner nuevamente en funcionamiento al viejo órgano Cavaillé-Coll, que hiberna desde hace medio siglo en el interior del santuario María Auxiliadora, en Fortín Mercedes, parece haber llegado a un punto de inflexión, íntima y absolutamente vinculado con la cuestión económica.

   La reparación del instrumento, que tiene casi 100 años de vida y del que solo existe una veintena en todo el país, tendría un costo –hoy, claro está; mañana ese valor puede ser muy diferente- de 4,5 millones de pesos, monto al que hay que sumarle  otras cuestiones, como el costo de traslado hasta Capital Federal. Por el momento, reconocen desde Pedro Luro, es una empresa difícil de llevar a cabo.

   El órgano Cavaillé-Coll que prácticamente esconde el santuario María Auxiliadora, en Pedro Luro, hace casi 50 años que no suena. Pocos recuerdan haber escuchado salir sonidos de las ocho filas de tubos con que cuenta su estructura de roble y quienes conocen un poco del tema, explican que su estado es de virtual abandono. Si bien se estima que fue montado en la iglesia entre el final de la década de 1930 y el principio de la siguiente, se entiende que fue fabricado en Paris un buen tiempo antes, entre los años 1915 y 1925; según cuentan, su montaje -pieza por pieza- llevó unos seis meses de trabajo.

   La situación económica que atraviesa el país no es justamente la mejor para pensar en una reparación de estas características y, sobre todo, a estos valores. Aunque se espera recibir algún tipo de colaboración por parte del municipio de Villarino para llevar a cabo el trabajo y evitar que el instrumento continúe deteriorándose, se entiende que no será tan fácil reunir el dinero. La otra posibilidad es pensar en algún privado que se ofrezca a colaborar con dinero o bien en llevar a cabo eventos para reunir los fondos. El presupuesto fue presentado hace días nada más y se descarta que no sufriría grandes cambios.

   Amén de la abultada cifra, que alcanzaría los 5 millones de pesos con traslado y demás, en el santuario María Auxiliadora también entienden que no es momento para pensar en una erogación de estas características para arreglar un órgano, por más que tenga cerca de 100 años de existencia y sea una reliquia. En pocas palabras, se entiende que existen otras prioridades.

   “Todavía no hemos definido qué hacer –confirma a “La Nueva.” Marcelo Schwerdt, director general del complejo-. Nuestra idea era conservar algo que tiene muchos años y mucha historia, pero con la situación que se está atravesando, hay otras cosas a las que se puede destinar semejante cifra”.

   El presupuesto fue presentado hace pocos días por el único técnico en reparación de estos elementos que hay en Argentina, Enrique Rimoldi. El trabajo a llevar a cabo comprende una combinación de restauración de algunos elementos con la reparación y mantenimiento de otros, utilizando piezas que se pueden hallar en el mercado y otras que, directamente, habrá que fabricar. En principio, sería necesario desarmar el instrumento pieza por pieza, embalarlo, enviarlo a Capital Federal y esperar a que esté listo. Se estima que todo el trabajo podría tardar unos 24 meses.

   “La estimación que nos pasaron es para dejar al Cavaillé-Coll como recién salido de fábrica, e involucra mucho trabajo artesanal. No hay que importar ningún elemento; solo es reparar, limpiar, afinar y arreglar los tubos”, cuenta.

   En este marco, reconoce que en las próximas semanas se estudiará cuáles son los siguientes pasos. Por lo bajo, algunos reconocen que si no aparece algún padrino benefactor, la empresa es prácticamente imposible.

   “Desde el municipio nos habían dicho que cuando llegara el presupuesto se lo pasáramos, para ver de qué manera nos podían ayudar. Por nuestra parte, como una institución que pertenece a la Iglesia, entendemos que todo esto va a pasar a segundo plano ¡cuántas cosas se podrían hacer con esas cifras!”, aclara.

   Además, destaca que muchas personas de Pedro Luro y la zona cercana recién se enteraron de que existía un instrumento de tales características en el santuario de María Auxiliadora, cuando se comenzó a barajar la posibilidad de restaurarlo.

   “En ese momento, las repercusiones fueron buenas y muchos se acercaron para ver cómo podían colaborar”, aclara.

 

Un poco de historia

   Mientras funcionó, el Cavaillé-Coll ocupaba un lugar preponderante en el templo. Si bien hoy esa entrada está restringida al público general, se puede acceder a él por una escalera caracol angosta ubicada a mano derecha sobre el ingreso al edificio.

   El órgano se encuentra contra la pared frontal del santuario -por encima de la puerta principal, contra el rosetón-, en una suerte de piso superior, en un sector donde también se ubicaba el coro de niños. 

   El músico se ponía de espaldas al altar del templo, por lo que debía seguir la ceremonia con un espejo retrovisor para saber en qué momento accionar las teclas y los pedales; en una pieza contigua, antes que llegara la electricidad y se pudiese comprar un motor eléctrico, dos alumnos del colegio estaban encargados de mover un fuelle de cuero que enviaba aire a los tubos, para que el sonido inundara todo el ambiente.

 

Desde el santuario se espera una ayuda del municipio de Villarino, además de la aparición de algún privado que colabore.

 

   La llegada del instrumento a Fortín Mercedes no fue fortuita. De hecho, las crónicas aseguran que fue una cuestión enteramente de fe.

   El padre Adolfo Tornquist era uno de los sacerdotes que había en el santuario en la década del 30, y sufría una grave enfermedad que había contraído en una misión en India. Como se temía que no pudiera recuperarse, su familia había prometido que si se curaba y podía llevar una vida normal, iba a buscar la forma de decorar el templo, que por ese entonces todavía tenía sus paredes vacías.

   Luego de una Novena de Rosario rezada en Fortín Mercedes por la salud del prelado, de la que participaron alumnos, profesores y todo el pueblo de Pedro Luro, la salud del sacerdote mejoró notablemente y terminó recuperándose de su dolencia. Por ello, su familia cumplió con la promesa realizada.

   “Sus parientes –cuentan quienes conocen la historia- interpretaron lo ocurrido como un milagro y realizaron la donación. Por ello, se entiende que el órgano fue traído en esa época para terminar de ornamentar el santuario”.

 

De los más importantes

   Aristide Cavaillé-Coll fue un francés que vivió en el Siglo XIX, conocido -y hoy reconocido- como uno de los fabricantes de órganos sinfónicos más importantes de la época y creador del órgano sinfónico-romántico, a mediados de aquella centuria; de hecho, algunas de sus obras hoy son conservadas y catalogadas como verdaderas reliquias en distintas partes del mundo.

   Incluso, una de sus creaciones es la que desde los primeros años del 1900 se puede encontrar en la Basílica de Luján. Según estimaciones no oficiales, existe una veintena de estos instrumentos construidos por él -o por su sucesor Charles Mutin, aunque bajo la misma denominación- en todo el país, aunque la mayoría de ellos se encuentra en diferentes templos católicos de la ciudad de Buenos Aires o en sus cercanías, ya sea en capillas, parroquias, catedrales o basílicas.

   Para el resto del territorio argentino, solo quedan diseminados cuatro de estos imponentes órganos de tubo. Uno de ellos está en Santa Fe, y los restantes tres en la provincia de Buenos Aires: en la capilla de una estancia cercana a Tandil y Azul; en un templo en Mar del Plata y el tercero es el que se encuentra en Fortín Mercedes.

 

Ocho filas de tubo, dos teclados y armazón de roble 

   El órgano de Fortín Mercedes corresponde a la misma época que el que se encuentra en la Basílica de Luján, aunque el que está allí es de tres teclados y este cuenta con solo dos. Hay aproximadamente una veintena en todo el país.

   El de Pedro Luro posee ocho filas de tubos y está sostenido por un armazón de roble. Según se explica, es de los órganos conocidos como de acompañamiento de coro y tiene una persiana confeccionada de tablas de roble, que se mueven a voluntad del organista con un pedal y que permiten que se generen los distintos matices musicales.

   El armado del órgano en el santuario lurense llevó una labor de seis meses por parte de dos profesionales, que en un primer momento prepararon la estructura y por último colocaron los tubos. Mientras tanto, se hacía lo propio con las paredes del templo, que fue planificada en Italia y que tardó unos dos años en ser terminada.