Jose María Gatica, el ídolo del pueblo
El carismático boxeador de Villa Mercedes fue una figura inmensamente popular en Argentina. Combatió en el Madison Square Garden y falleció joven, cuando tenía 38 años.



José Valle (*) / Especial para “La Nueva.”
José María Gatica nació en el barrio Villa Celestina de Villa Mercedes, provincia de San Luis, el 25 de mayo de 1925. Amílcar y María Tomasa Correa fueron sus padres.
Inició sus estudios primarios en la hoy desaparecida Escuela Nacional Nº 105, donde tuvo como compañeros de aula a José Adimanto Zavala y Alfredo Alfonso (inmortales artistas del folklore argentino, autores de la clásica cueca Calle angosta).
En el año 1932 se mudó a la Capital Federal junto a su madre y hermanos. El pequeño José María era un purrete bravo, le gustaba mucho andar en la calle y agarrarse a trompadas con cualquiera, sin importar la edad o el tamaño de sus ocasionales contrincantes. Se ganaba la diaria como lustrabotas y vendiendo diarios en la zona de Plaza Constitución.
Lázaro Koczi, un peluquero albanés que también era manager de boxeo, le vio condiciones al pequeño Gatica y comenzó a entrenarlo. Le consiguió algunas peleas clandestinas por dinero, en la legendaria Misión de los Marinos “Victoria Sailor’s Home” inaugurado por el presidente Julio A. Roca en 1902, situado en la avenida Independencia 20, casi Paseo Colón del barrio de San Telmo.
Debutó como profesional el 7 de diciembre de 1945, cuando noqueó en un round a Leopoldo Mayorano en el Luna Park, hilvanando una seguidilla de éxitos que lo convirtieron rápidamente en un boxeador popular, de mucha convocatoria.
Por su mirada penetrante y estilo de combate, la tribuna popular lo empezó a llamar “El Tigre Puntano” y los habitués del ring side lo llamaban despectivamente “Mono”, apelativo que a Gatica le disgustaba.


El recordado cantor, actor, director y peronista de “cuore” Hugo del Carril, después del combate en el que Gatica derrotó por puntos al guapo peleador mendocino Valeriano Mesa en el mítico estadio Luna Park, el 13 de marzo de 1948, mirando a quienes despreciaban a Gatica, les dijo: “Si éste es ‘Mono’, ustedes son Gorilas...”.
Gatica subía al ring ataviado con su famosa bata con la leyenda “Perón-Evita” en la espalda, se vestía con la pilcha más cara y extravagante de las casas de indumentaria porteñas más cotizadas, pagaba casamientos en los barrios pobres, distribuía su dinero entre los lustrabotas del barrio de Constitución y las chicas de la noche de los cabarets del Bajo, se burlaba de los cajetillas y de los oligarcas, y parecía tener el mundo en sus puños.
Cuando le reprochaban tanto despilfarro, tanto dinero tirado, Gatica les respondía: “Aire, aire, cuando Gatica tiene, todos tienen”.
En el año 1950 viajó a combatir a los Estados Unidos. El 1 de diciembre le ganó por nocaut técnico en el 4º round al duro neoyorquino Terry Young en el Madison Square Garden.
Debido al gran debut en el país del norte lo programaron, en enero de 1951, para enfrentar --sin título en juego-- al campeón mundial de los livianos Ike Williams, quien lo tiró tres veces y le ganó por nocaut en el primer asalto.
Muchos lo amaban y otros tantos lo detestaban, pero es indiscutible que José María Gatica, sin ser campeón, fue un auténtico ídolo popular, merecimiento que muy pocos obtienen.
Con el derrocamiento del General Perón, las autoridades de la autoproclamada “Revolución Libertadora” persiguieron a Gatica y le prohibieron pelear.
El último combate de José Maria Gatica fue el 6 de julio de 1956. Venció por abandono en el cuarto round al bonaerense Jesús Heraldo Andreoli en el estadio Lomas Park de Oliden 74, Lomas de Zamora.
El 10 de agosto de 1957, en el estadio del club Boca Juniors “La Bombonera” Gatica combatió contra Martín Karadagian (creador de Titanes en el Ring); el luchador armenio resultó ganador y el exboxeador terminó con una lesión en un tobillo que lo dejó rengo de por vida.
Cuando Gatica andaba en la mala, el recordado cantor de tango Alberto Morán lo contrató para trabajar en su boliche “El Abrojito”, que estaba en Chile y Bernardo de Yrigoyen, pleno corazón del mítico barrio de Monserrat.
Pasado el tiempo -ya Gatica había fallecido- apareció por el lugar Rodolfo Lesica, que estaba casado con Ema Fernández, la primera esposa del desaparecido boxeador, y le contó a Moran que años atrás, de madrugada, le tocan el timbre de su departamento.
Al bajar nota asombrado y asustado que el que tocaba con tanta insistencia era nada más y nada menos que Gatica, quien agarrándolo del cuello al cantor le dice, “yo a Ema la trate muy mal... Es una gran mujer, si vos la hacés sufrir, vengo y te cago a trompadas”. Esta anécdota me hizo entender y comprender a Gatica en muchas de sus actitudes arriba y abajo del ring.
El clásico Gatica-Prada
José María Gatica y Alfredo Prada dejaron una huella inolvidable en la historia del boxeo argentino.
Eran totalmente distintos: Prada serio, responsable, prudente, un caballero, y Gatica extravagante.fanfarrón,parlanchín, díscolo, solo los unía la pasión por la causa peronista y el deporte de los puños.
Como amateurs combatieron dos veces, en 1942. La primera pelea la ganó Gatica por descalificación y la segunda Prada por puntos.
En el campo rentado, Gatica ganó el primer combate (31 de agosto de 1946) y el tercero (18 de septiembre de 1948, en ambos casos por puntos) y Prada triunfó por abandono en el sexto round el 12 de abril de 1947 y por nocaut el 16 de septiembre de 1953.
Ya retirados Prada ayudó mucho a Gatica, hasta lo llevó a trabajar con él en la cantina Knock Out, que estaba en la clásica esquina de Paraná y Sarmiento, en Capital Federal.
Habitualmente nos reuníamos a tomar café con Alfredo Prada en el mítico bar Iberia en la esquina de Avenida de Mayo y Salta.
Para explicar la rivalidad, Prada me decía: “si yo subía a una montaña y gritaba Prada, el eco me respondía Gatica”.
En Bahía Blanca combatió en dos oportunidades en el año 1948. El 6 de marzo venció por nocaut técnico en el 7º episodio al local Livio Sosa y el 15 de mayo despacho en el 4º por la vía del cloroformo al Pedro Ganio.
Falleció a los 38 años, el 12 de noviembre de 1963 en el hospital Rawson a causa de las heridas sufridas dos días antes al caer de un colectivo de la línea 295 tras salir de la cancha de Independiente.
Su vida llegó al cine interpretada por el actor Edgardo Nieva en la película “Gatica, el Mono”, dirigida por el cineasta y cantautor argentino Leonardo Favio, con guión de su hermano Zuhair Jury .
Después de cinco décadas sepultado en el cementerio de Avellaneda, su hija Eva se puso en campaña para trasladar los restos a Villa Mercedes, su lugar de origen, y desde el 24 de mayo de 2013, José María Gatica descansa en paz allí.
En el ingreso de la casa museo que lleva el nombre del púgil puntano se erige una hermosa escultura de 3,20 metros realizada por el reconocido escultor bonaerense Fernando Pugliese.
El recordado poeta Alfredo Carlino, conoció a Gatica y me relató, en una mesa del mítico Café porteño La Paz (Corrientes esquina Montevideo): “Gatica era amado por toda la gente de abajo, simbolizaba la revancha de los pobres. Mi fama literaria se la debo al libro que hice en su homenaje, ‘Chau Gatica’, que lo presenté con Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz y Leopoldo Marechal”.
De querer vivir tuteándote con la vida.
Pero no importa, señores, maten la pasión, la calle,
Los gorriones populares.
¡Maten, maten maten!
Ahora ya no serás más José María
Serás un árbol, un tango
El barrio enarbolado
La eternidad, hermano.
Fragmento del poema "Chau Mono" de Alfredo Carlino
(*) El autor es historiador de tango, escritor, y productor cultural