Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Consumo con tarjeta de crédito: cuidado con el efecto bola de nieve

Aunque no siempre se puede, evitar el pago mínimo ahorra dolores de cabeza a los castigados consumidores argentinos.

Por Francisco Rinaldi / frinaldi@lanueva.com

   En un país donde los vaivenes económicos son la norma, muchas veces, es necesario optar por lo que se puede y no lo que se debe.

   Y pese a que no se debe, no son pocos los argentinos que eligen financiar sus consumos con tarjeta de crédito, optando por el pago mínimo, como una manera de contar con ingresos disponibles que les permitan llegar algo más holgados a fin de mes, a costo de agarrarse la cabeza cada vez que reciben el resumen.

   Es que financiar compras de este modo tiene un costo: a medida que el tiempo pasa y esta conducta se repite, la acumulación de intereses sobre los saldos impagos -la diferencia entre la cuota mensual que debería abonarse para ir bajando la deuda y el mínimo- genera el efecto “bola de nieve”, por el cual, aunque el resumen se pague puntualmemte todos los meses, se debe cada vez más.

   Para dar un ejemplo numérico, supongamos una compra de 10.000 pesos con tarjeta de crédito en doce cuotas, a la que se aplica una Tasa de Interés Nominal (TNA) del 49 por ciento -la máxima permitida por el BCRA para compras de menos de $ 200.000- arrojando una cuota mensual de 1.070,68 pesos iguales y consecutivos, hasta el mes doce, donde el pasivo con el banco es cancelado en su totalidad.

    La suma de la amortización del crédito -pago de la deuda sin interés- y el interés arroja el monto de la cuota mensual, la que no contiene otros cargos extra que suelen cobrar las entidades financieras.

    Al tratarse de un sistema de amortización francés, la carga de interés mensual va disminuyendo en cada cuota: en la primera cuota, se deben $ 662,35 de amortización del capital más $ 408,33 de interés, mientras que la última, contiene los $ 1.028,68 de amortización del capital más $ 42 de interés.

    Precisamente, al mes doce, al abonar la última cuota, la deuda es cancelada en su totalidad, liberando al titular de la tarjeta, al menos, por ese monto.

    Pero el derrotero es muy diferente si en lugar de pagar cada cuota, el consumidor en cuestión elige pagar mes a mes el mínimo de la tarjeta, habitualmente equivalente al 10% de la deuda.

    El consumidor no deja de pagar su resumen pero, a diferencia del caso anterior, no paga la cuota en su totalidad, sino que elige abonar los 1.000 pesos del pago mínimo, quedando el saldo -la diferencia entre los 1.070,68 y los 1.000 pesos del mínimo- para futuros pagos. El problema es que es saldo crece a una TNA del 53%, los que se van sumando a la deuda.

    De persistir en esta conducta a lo largo de la vida del crédito, la magia del interés compuesto es responsable de que, al mes doce y tras varios pagos consecutivos, el consumidor cae en la cuenta de que no sólo deberá seguir pagando, sino que encima ¡le debe 1.062 pesos al banco!

    Claro que, pese a esto, en un país donde el ingreso medio de los trabajadores al último trimestre de 2021 era de 55.512 pesos, resulta imposible para más de un argentino considerar esto, ya que, de otra forma, jamás podrían expandir sus posibilidades de consumo.

    Sin embargo, el ejercicio no es ocioso, toda vez que los intereses seguirán un camino alcista en los próximos meses, ya que el propio Gobierno se comprometió con el Fondo Monetario a que los ahorristas no pierdan frente a la inflación. Tal como se espera, esto afectará a los prestatarios, ya que los bancos trasladarán esos intereses que pagan a los depositantes a los créditos que ofrecen.

     Y en ese contexto, y cuando se pueda, cuidar el bolsillo puede evitar que el efecto bola de nieve se lleve puesto todo.