Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Una interna que se recalienta con el paso de los días

La columna dominical de nuestro corresponsal en Casa Rosada.

   El albertismo que se quedó esta semana en Buenos Aires mientras su jefe cumplía con su gira europea hizo un control de daños de lo que dejó en estos días la escalada política entre el sector que los contiene, que nunca llegó a ser bautizado oficialmente como "albertismo", y la fracción del Frente de Todos que lidera Cristina Kirchner y tiene sus principales usinas de poder y acción en La Cámpora y el Instituto Patria.

   “No tiene remedio, no hay vuelta atrás”, decía uno de esos hombres que hace apenas una semana había expresado un leve entusiasmo con la posibilidad de que Alberto y Cristina establecieran al menos una especie de tregua estratégica, sino una paz definitiva, para sacar al Gobierno de su furiosa interna que tiene al país en vilo mientras lo único que parece contar es el sillón de Martín Guzmán.

   Ironías de la política, en esas mismas reuniones de catarsis el albertismo encontró un consuelo a sus problemas existenciales: “La oposición esta diez veces peor que nosotros”, entre la imposibilidad de instalar un candidato de Juntos por el Cambio, y con amenazas de ruptura como la de Facundo Manes y Martín Lousteau o los infiernos que desata la posible incorporación de Javier Milei alentada por el ala dura de PRO.

   El viaje por Europa, en tanto, no recibió tanta relevancia política por parte del Gobierno, más bien sirvió a una estrategia: la de asentarse en un escenario internacional que evidentemente ha cambiado tras la invasión de Rusia a Ucrania.

   En todo caso en el plano económico, quedaron expectativas sobre proyectos e inversiones. También desacuerdos, o pases de factura, por el errático comportamiento argentino en la guerra que tiene en vilo a la paz en el mundo, y que el canciller alemán Olaf Scholz hizo notar en un reportaje. Una situación que obligó al mandatario argentino a retrucar que las sanciones europeas a Rusia repercuten en el bolsillo de los ciudadanos que viven en esta parte del mundo.

   No llamó la atención el hecho de que Alberto haya elegido su gira por Europa y a medios importantes de España, Alemania y Francia para plantarse en la interna local con Cristina. Y hasta agregarle un nuevo toque de furia. Las repercusiones fueron marcadamente superiores que las que suelen generar sus declaraciones locales. “No estoy subiendo a ningún ring, esto se resuelve en una interna”, le lanzó sin dobleces en un reportaje a la TV alemana.¿A quién le hablaba, si no? La frase pareció un misil directo de Berlín a las oficinas de la presidencia del Senado. 

   En buen romance, ¿el Presidente planea enfrentarse a Cristina Fernández por la candidatura presidencial del Frente de Todos en las PASO de agosto del año que viene? Primer paso: Alberto ya avisó que se presentará a competir en esa interna para ganarse el boleto a la reelección “contra quien sea” durante aquel acto en Avellaneda con Jorge Ferraresi. Lo que pareció una bravuconada en aquel momento podría tomar volumen durante estas horas.

   Es inevitable que aquella pregunta que sobrevuela a los halcones del albertismo lleva a otras dos, de repercusiones impensadas si no fuese porque parecen de ciencia ficción y falta una eternidad. ¿Cristina Fernández se presentará a una interna para competir en agosto de 2023? ¿Se enfrentará a Alberto en esa instancia? O en todo caso se abstendría de esa pelea en la que hasta ahora solo aparece anotado Alberto para preservar sus intereses judiciales y ser candidata a senadora por la Provincia de Buenos Aires por su fuerza Unidad Ciudadana.

   Hay quienes sospechan que todo esto es una operación, una expresión de deseos de aquel albertismo más duro que busca torear a Cristina con desafíos que saben que ella no podría afrontar, de hecho no hoy pero tampoco posiblemente cuando llegue el momento de poner los tantos sobre la mesa.

   Hasta donde saben y un tanto espantados por esas consultas, en el Instituto Patria dicen que Cristina “jamás” competirá para presidenta, que muy probablemente decida no participar dentro del Frente de Todos sino por Unidad Ciudadana, el partido que la llevó a fusionarse con el FdT para la aventura de 2019. Y que para las PASO del año que viene designaría a un delfín, que obviamente no será Alberto. Se habla de Máximo Kirchner, de Axel Kicillof y también de que empezó el “rodaje” de Wado De Pedro. Aunque hay que convenir que mucho más no tiene.

   El Presidente mientras tanto dobla la apuesta y viene de amenazar con echar a los funcionarios de La Cámpora que se opongan a las correcciones en los servicios de las tarifas públicas.

   Le costó, dicen sus confidentes, tragarse un par de sapos, pero no por eso está menos decidido ahora que antes a seguir la ofensiva. “Yo no he decepcionado a mi electorado”, bramó cuando conoció las declaraciones de la vicepresidenta en las que, sin medias tintas, acusó a Alberto de haber desilusionado a los ciudadanos que los votaron en 2019. Le respondió a la medida de la andanada que venía de recibir: dijo que a estas alturas las críticas de Cristina “obstruyen la gestión”.