Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Coparticipación, la nueva guerra de Alberto Fernández

La columna dominical de nuestro corresponsal en Casa Rosada.

   Si hay un aspecto de su gestión en la que el presidente Alberto Fernández se ha mostrado con alguna coherencia en las últimas semanas, más precisamente desde que logró a su modo de ver el premio mayor del acuerdo con el Fondo Monetario, es el de plantear la mayor cantidad de desafíos hacia delante de lo que le queda de mandato. Nuevas batallas. O “guerras”, títulos pomposos que refieren a escenarios que, por caso, no podrían ni compararse con otras calamidades que suceden en el mundo, como la invasión de Rusia a Ucrania.

   Ya desde aquel mismo instante en el que el Presidente se planteó como una victoria personal la firma del entendimiento con el FMI, cuando enarboló como un estandarte su frase de arranque según la cual para los argentinos la única salida era el acuerdo, de lo contrario el abismo, desnudó la estrategia. Posición que de paso lo colocó en la otra vereda en la que estaban parados, y pareciera que todavía lo están, Cristina Fernández y sus aliados.

   Luego vino la tan promocionada “guerra” contra la inflación, que acaba de incluir un capítulo dedicado a sumar esfuerzos a sindicalistas y empresarios, a los que el Presidente les pidió el martes en el CCK que deberían unirse al Gobierno para hacer “terapia de grupo”, tal vez convencido de que efectivamente, como se ha dicho tantas veces, los argentinos “estamos para el diván”, y la batalla contra el imparable alza de los precios podría empezar a solucionarse por ese lado.

   El Presidente cree firmemente que repechar la cuesta de su pobre ponderación en las encuestas sobre intención de voto para el año que viene necesita tenerlo desde ahora y salvo excepciones impensadas del lado de esas causas, incluso de las ajenas.

   Este último es el caso de los apoyos que le ha dado a un par de iniciativas de la vicepresidenta, con quien pese a algunos desplantes más o menos notorios insiste en congraciarse. Pruebas al canto: apoyó sin reparos el proyecto de Cristina para que los que tienen capitales fugados o depositados en exterior y no han sido declarados ante la AFIP, hagan su aporte para, poco menos, pagar los 45 mil millones de dólares que nos acaba de represtar el Fondo para saldar esa deuda. Alberto, en verdad no conocía el proyecto, nadie desde el Senado le había bajado línea.

   La que se viene no es una batalla menor. La pelea entre el gobierno nacional y la ciudad de Buenos Aires por los montos que reclama Horacio Rodríguez Larreta y que espera un fallo de la Corte Suprema de Justicia, va en ese camino. Por, al menos, dos razones fundamentales. La primera de ellas es que la disputa, en la que no son ajenos el resto de los gobernadores del país, la mayoría alineados con la Casa Rosada pero con notorias disidencias, también hay que decirlo, impactará de lleno en la campaña electoral que se avecina. La segunda es obvia: nadie va a querer resignar recursos propios.

   Para ponerlo en contexto: en esta batalla sobre la que la Corte puede decidir y dejar las cosas peor de lo que estaba, por caso con un fallo que ordene a la Nación restituirle los fondos que le sacó a la Ciudad para pagar un aumento salarial a la policía bonaerense, están de un lado el presidente Fernández; en el rincón opuesto el jefe de Gobierno porteño. Y en un tercer lugar, en apariencia neutral de ese imaginario campo de batalla, gobernadores como el peronista disidente Juan Schiaretti (Córdoba), y los de origen radical: Gerardo Morales (Jujuy), Gustavo Valdez (Corrientes) y Rodolfo Suárez (Mendoza).

   Todo un gesto que puede pintar bien el cuadro: en la reunión del miércoles en la que el Presidente recibió el apoyo de 19 gobernadores del Frente de Todos o independientes, aquellos mandatarios díscolos pegaron el faltazo de manera premeditada. A Rodríguez Larreta en cambio ni lo invitaron.

   El meollo de la cuestión y la razón por la cual desde la Casa Rosada plantean como una nueva batalla el reparto de la Coparticipación excede la pelea con el alcalde porteño. Hay en juego, en un clima electoral como el que ya todos transitan sin que se haya dado ningún banderazo de largada, unos 525.000 millones de pesos que van a las provincias.

   Pero que podrían quedar sujetos a revisión o al menos replanteos por si acaso, como se especula, la Corte dicta dentro de dos semanas una cautelar a favor de Larreta en la que dispone que la Nación se abstenga de seguir restándole a la ciudad de la Coparticipación mensual unos 22.000 millones de pesos hasta que se resuelva la cuestión de Fondos. Lo que, reconocen entre algunos gobernadores, podría demandar años.

   En verdad la presencia de aquellos gobernadores junto al Presidente, el jefe de Gabinete Manzur y el ministro De Pedro, más que un gesto ostensible de apoyo fue una jugada en defensa propia, dijeron luego del encuentro algunos observadores provinciales y cerca del gobernador Schiaretti. “Nadie finalmente sabe cómo termina esto y ningún gobernador aceptará recortes a su Coparticipación a medida que avance 2023 y se posicionen las campañas”, dijeron en esos análisis.

   Está claro que Alberto va a otra guerra, y que lo primero que hizo fue blindarse detrás de la mayoría de los gobernadores. Presión a los supremos si las hay.