Bahía Blanca | Domingo, 13 de julio

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La carta que inauguró un amor hace 91 años: casamiento y una larga vida juntos

El maestro Juan Carlos Vera, de la Escuela Nº 7, de Nicolás Levalle, le declaró sus sentimientos por escrito a Amelia Carmen Souto, la hija del jefe de la estación, la cual era menor de edad. El romance epistolar duró varios años. Se casaron en 1938.

Juntos, en 1938, en su casamiento.

   Anahí González Pau
   [email protected]


   En la década del 30, la tinta y el papel eran fieles amigos de quienes ensayaban su mejor letra para causar buena impresión en sus posibles conquistas ya que una de las maneras -casi la única- que un muchacho tenía para declarar su amor o sus buenas intenciones a una señorita y ganar su respeto, confianza y propiciar una relación de cierta intimidad, era a través de las cartas.

   Así queda demostrado en la historia de amor entre el maestro Juan Carlos Vera (Poroto) y Amelia Carmen Souto (Lita), el maestro de la Escuela Nº7, de Nicolás Levalle, y la hija del jefe de la Estación, que comenzó en 1931, con una primera carta de amor que el joven docente le envió al tiempo que le pedía que la destruyera porque la joven era menor de edad. Por ello, tuvieron que esperar años para permitirse concretar este romance, que se fue alimentando vía epistolar.

  La primera carta (que fue puntapie de una serie de intercambios que duraron años)  llegó a manos de Juan Luis Sabattini, quien no obstante su reciente partida dejó como legado su obra (fue quien impulsó la recuperación de la Estación Nicolás Levalle) y este tipo de hallazgos que hablan de las costumbres de una época y de la manera de vincularse de nuestros antepasados.

   El quid de la cuestión es que Lita “no solo no destruyó la carta sino que comenzó a guardar cada uno de los papelitos que él le enviaba. Así los guardó toda su vida, hasta que ocurrido el fallecimiento de ambos, como no tuvieron hijos, los herederos hicieron un lote con esas cartas y las remataron junto con fotografías y objetos, en una venta de garaje a fines de 2010”, contó en su momento, Sabattini.


En esta fotografía, en el patio del hotel, con motivo de una primera comunión se los puede ver a ambos, aunque no juntos. Fue tomada el 17 de marzo de 1931. Catorce días después, él le envía la carta declarándole su amor.

   “Fue así que salieron a la luz en la ciudad de Bahía Blanca, a 60 km de donde había comenzado esa historia. Las respuestas que Lita enviaba al maestro también fueron conservadas por él, seguramente muy bien guardadas porque temía que alguien pudiera encontrarlas y así evitar un escándalo en la pequeña localidad de Nicolás Levalle”, añadió en un texto que compartió en sus redes.

    El esmero del maestro no se redujo al trazo: se esforzó por exponer sus sentimientos de un modo que no se prestara a equívocos: lo escrito, escrito iba a quedar. Tal era el compromiso: una vez enviada la carta, no había vuelta atrás. Si aquellas palabras eran bien recibidas, si los sentires eran recíprocos, Cupido estaría de fiesta. Y así fue. En 1938 se casaron y estuvieron juntos hasta que la muerte los separó, tal y como se habían jurado.
                                              
La famosa primera carta que inauguró el romance

   "Nicolás Levalle, Marzo 31 de 1931.
   Sta. Amelia (Lita)

   Presente
   Distinguida señorita:

   Como la premura del tiempo no me brinda la oportunidad de conversar con Ud. un instante a solas; me veo en la imprescindible necesidad de dirigirle, (muy a pesar mío), esta misiva.

   Días pasados le comuniqué verbalmente tenía que notificarle y hacerla partícipe de ciertas novedades.

   Le seré ante todo franco en lo que voy a relatarle, ya que la verdad debe ser primordial entre los dos.

   Aproximadamente a los tres meses de estar en ésta sentí una cierta atracción, que fue paulatinamente aumentando hasta convertirse en amor ardiente.

   Más tarde por variadas razones que poco a poco, si son de su agrado, se las iré comunicando; quise olvidarla, pues por estas causas creí no me convenía profesar tal amor; (pero estos motivos fueron desgraciadamente ficticios pues contribuyeron en él personas que, aunque demostraban lo contrario, buscaban un interés propio y no velaban por mi bien).

   Por esto, y como olvidarla me parecía imposible, decidí querer a otra persona, lo que me fue también imposible pues mi recuerdo estaba siempre en Ud. Y mientras más trataba, hasta de odiarla, notaba que mi corazón sufría; pues entonces más la quería, hasta hoy en que me encuentro libre de otro lazo y pude apreciar con mis propios ojos la verdad; vengo nuevamente en su busca.

   Lita, le ruego a Ud. una sola cosa que me informe; eso sí, con toda verdad si no tiene Ud. algún compromiso con otra persona y si se siente capaz de contribuir con su cariño a formar entre los dos un solo corazón; es decir si siente algo del gran amor que yo le profeso.

   Quisiera expresarle los nombres de las personas que influyeron y quisieron que la “deje”, pero esto por carta es muy comprometedor y lo haré personalmente en la primera oportunidad pues considero que ahora, ha llegado el momento en que nadie podrá refrendar mis actos.
Finalmente, le ruego por lo que más quiera, que una vez leída ésta, la rompa en el acto, pues Ud. es aún joven y no se imagina el mal moral que nos puede acarrear si estas noticias se divulgan.

   Esta advertencia no la tome a mal, pues la creo desde ya capaz de guardar cualquier secreto.

   Bueno, Lita, en espera de su respuesta quedo, reciba en ésta el sincero aprecio de quien constantemente la recuerda.                                                                               Juan Carlos".