Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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“La fe para mí es un estilo de vida y pienso que no hay ser humano que no crea en algo”

Después de mostrar su talento en el rugby, deporte en el que hoy continúa, la venezolana Rosmary Luján ahora se destaca en atletismo. Ayer se coronó subcampeona argentina en lanzamiento de jabalina.

Fotos: Archivo La Nueva y gentileza Rosmary Luján.

Por Ricardo Sbrana - [email protected]

   Rosmary Luján, la deportista venezolana que conocíamos por su participación en el rugby bahiense con Argentino, comenzó a destacarse en atletismo.

   Buenas producciones en lanzamiento de jabalina e intentos alentadores en bala, son prueba de un talento que podría deslumbrar si tuviera a su alcance mayores posibilidades de recursos y de entrenamiento.

   "En el Provincial de Mayores quedé campeona en jabalina y en bala, gracias a Dios. La bala no es mi prueba (especialidad) pero participé para divertirme nomás", contó. También para divertirse fue que en 2019 se anotó "de onda" en un Provincial y registró la marca que hoy la identifica en nuestro país en lanzamiento de jabalina (40 metros). Días atrás en Mar del Plata hizo 43m., aunque su registro oficial es de 53,05m y la personal (máxima) de 54m.

   Ayer Rosmary dio otra muestra de su capacidad al lograr la medalla de Plata en el campeonato Argentino, en representación de la Asociación Bahiense de Atletismo y con marca de 43m03s en lanzamiento de jabalina.

   "Me apasionan ambas disciplinas por igual sólo que el rugby es un poco más constante debido a que hay un equipo con el que tengo un entrenamiento continuo y más partidos seguidos. El rugby para mí fue una opción de vida en un momento de mi vida diría que crítico, en el que las cosas no me salieron bien en el atletismo en mi país y ahí se me abrió la puerta para formar parte del equipo nacional. Por razones de necesidades básicas, económicas, terminé entrenando al rugby en Venezuela. Pero mi pasión es el atletismo, aunque con el tiempo se fue despertando ese amor por el rugby", dijo Rosmary, de 28 años. E hizo un breve resumen sobre los motivos que la llevaron a instalarse en nuestro país proveniente de Bobures (Venezuela).

Rosmary, ayer en el podio del Argentino de mayores en Concepción del Uruguay.

   "En 2018 no clasifiqué a los Juegos Centroamericanos del Caribe porque el tiempo que dio la federación venezolana de atletismo fue corto y yo no estuve lista. Cuando quise buscar competencia estando a buen nivel de preparación, hubo conflictos con la Federación (de atletismo venezolana), no me dieron competencia y yo, básicamente, vivía del deporte. Necesitaba ganarme los viáticos y demás para poder vivir o sobrevivir dentro del país. El trabajo del atleta es de alto nivel en Sudamérica y se vive de los viáticos que se le dan para las competencias internacionales. Ahí fue que los entrenadores de la selección venezolana de rugby me preguntaron si quería participar. Y fui. Presenté las pruebas físicas y las pasé porque estaba muy bien entrenada en atletismo. Después tuve la dicha, el privilegio y la bendición de quedar dentro de las 12 que irían a los Juegos Centroamericanos del Caribe. Ahí terminamos subcampeonas tras perder la final contra Colombia. Y justo a final de ese año (2018) fue cuando vine a la Argentina para volcarme al rugby al año siguiente en el club Argentino", recordó.

   Sin embargo, luego de coronarse campeonas del torneo Oficial y del Regional Pampeano de rugby en 2019, el plantel del Azul se desarmó tras la pandemia.

   "Para nadie es un secreto el favoritismo que tiene el rugby masculino por sobre el femenino en el país. Y a nivel mundial también. Que se avanzó, muchísimo sí. Y bueno después de esa exitosa actuación que tuvimos llegó la pandemia de 2020 y cuando intentamos arrancar en 2021, tras haber mantenido al equipo, no teníamos entrenador. Por muchas razones que nos expuso el club. Pero es algo que conocemos, una cuestión de `no nos interesa´. Y nadie quiso trabajar ad honorem después de un 2020 en el que todos quedamos económicamente golpeados. Ellos quisieron que alguien colaborase, pero nadie aceptó. Al no tener entrenador comenzó a desgastarse el equipo. Yo me enojé tanto con la dirigencia del club como con el equipo, porque si no hay alguien que ordene es un quilombo, como dicen ustedes", enfatizó.

Como jugadora del club Argentino (foto) se ganó un lugar en el seleccionado de la Unión de Rugby del Sur.

   "De ahí, como ya me costaba salir del trabajo e ir hasta Argentino a entrenar. Me tenía que cruzar toda la ciudad. Empecé a ir a entrenar a la pista del Parque de Mayo. Y me crucé con los chicos de rugby de UNS. Y bueno, para no perder el tiempo pregunté. Les pedí de entrenar con ellos y no tuvieron ningún problema. Me dijeron que no querían tener problemas con Argentino, pero la verdad que Argentino, ni las gracias. Y ahí les dije que si querían formar un equipo femenino yo sería la primera. Después pasaron las demás. Porque Uche Botelli, que duró años, fue capitana y demás, renunció y básicamente quedamos las venezolanas. Una se fue a Palihue y las otras dos se vinieron conmigo a UNS. Porque lo que nos interesa es el rugby por sobre cualquier club. No le somos fieles a nadie más que a nuestros principios, creencias y disfrutar del deporte", aseguró.

"Soy una soñadora"

   Rosmary se define como una mujer de fe. En 2016 se integró a la Iglesia de la Promesa de mi Padre, de Maracaibo. Allí se autodefinió como una "atleta de Cristo".

   "En el pasado fui una persona muy religiosa. Vivía de lunes a domingo en la iglesia entre otras actividades religiosas. Ahora no soy tan entregada a la religión, pero soy entregada a Dios. La fe para mi es un estilo de vida y pienso que no hay ser humano que no crea en algo. Por eso digo que los ateos no son ateos, porque siempre creemos en algo, siempre confiamos en algo que no estamos viendo. Mi fe siempre en Dios, hasta el día que me muera. Todo lo que soy se lo debo a Él. Y si estoy aquí en Argentina es básicamente porque Él me ha dado la gracia, y eso de por sí es un montón. Muchas veces no merecemos su gracia. El ser humano perfecto no existe. A veces fallamos y no hacemos el bien por el otro, dejando de ser merecedores de todas las cosas buenas que Dios nos da o se nos presentan en la vida", dijo.

Rosmary, junto con otras jugadoras de rugby venezolanas que llegaron a Argentino en 2019.

   "Soy una soñadora, una mujer de fe. A pesar de la situación, del día a día que vivo, que tengo que ir a trabajar, me paro a las siete de la mañana para ir al gimnasio todos los días y trabajar en la verdulería. La pasión por la actividad física no se pierde, forma parte del día a día. Y cuando hacés algún deporte, cuando no entrenás sentís que algo te falta. Un atleta de alto nivel tiene que tener un descanso, sesiones de entrenamiento... Yo entrenaba tres horas por día con doble sesión para el alto rendimiento. Pero ahora mi vida es otra. Escasamente tengo chances de entrenar y cuando tengo tiempo libre prefiero compartirlo y pasarla bien con mis amigos", contó. Y habló de sus objetivos deportivos futuros.

   "Quisiera este año estar en el equipo de mi país, sea en rugby o en atletismo. Cómo lo voy a lograr, no sé. No tengo idea. Por eso digo que soy una mujer de fe. Haré lo mínimo. Iré al gimnasio a la mañana y si tengo ganas y el cuerpo me da, iré a entrenar rugby y a lanzar jabalina, teniendo en cuenta las limitaciones o desventajas que existen a la hora del entrenamiento. Porque no tengo planificación de alto rendimiento. Pero me considero bastante afortunada por los dones, talentos y capacidades que pude desarrollar. Tengo un talento natural que con sólo ir al gimnasio por las mañanas, por decirlo de algún modo, podría llegar a hacer grandes cosas. Quiero volver a representar a mi país en las grandes competencias internacionales", concluyó.