Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Unidad: él propone una tregua y espera que mueva ella

La columna dominical de nuestro corresponsal en Casa Rosada.

   “Necesitamos una tregua, esto así no aguanta hasta 2023”. La voz de un funcionario del entorno diario del presidente Alberto Fernández se deja escuchar mientras crecen los rumores y las especulaciones en torno a una posibilidad impensada al menos hasta el comienzo de semana: una tregua política entre Cristina Fernández y el Presidente.

   Dicen quienes conocen de esos enjuagues de última hora que, planteadas y jugadas cada uno a su manera sus estrategias para llegar a un acuerdo con el Fondo, la vicepresidenta militando fuerte el rechazo y el Presidente asumiendo como un triunfo personal la llamativa mayoría de votos que consiguió la prórroga en ambas cámaras del Congreso, ha llegado la hora de bajar un cambio y repensar la estrategia.

   Cada uno por su lado, Cristina y Alberto creen que el Frente de Todos perdería las elecciones del año que viene si no se reordena, si no se convencen que por una vez es mejor barajar y dar de nuevo, desechar la soberbia. Más claro todavía, hay testimonios recogidos de quienes estuvieron con la vice donde ella despotrica feo contra su delegado en la Casa Rosada y dice que en 2023 “ya perdimos”.

   Alberto por su parte es el primer convencido que sin unidad no hay futuro ni reelección posible, imaginarias mejoras en el bolsillo de la gente al margen.

   Pero en su caso hay una diferencia que lo separa del derrotismo de su vice: cree que tras el acuerdo en al FMI, la comprensión local sobre los efectos negativos en la economía local de la invasión de Rusia a Ucrania de parte de la sociedad, y su proclamada decisión de dar la guerra local contra la inflación, le otorgan un plus de ventaja que no planearía desaprovechar.

   El Presidente, dicen quienes a su lado saben de lo que se prepara, decidió enviar señales firmes hacia los campamentos del cristinismo. Señales de distención. Y hasta en un acto en Entre Ríos le colocó la frutilla del postre a esa oferta de paz dirigida a Cristina, cuando pidió un aplauso para ella.

   En el cristinismo recogen el guante a medias. Y aquí empezarían los problemas para acordar una tregua. Sencillamente porque si bien todos coinciden en lo mismo que motivó aquella unidad del Frente de Todos cuando Cristina eligió a dedo a Alberto, es decir que solo con ella no se podía pero sin ella no alcanzaba, hay puntos que pueden ser ahora mismo, por decirlo de alguna manera no extrema, poco negociables.

   El ejemplo más claro de esa mirada es el ministro de Economía, Martín Guzmán. Tanto en el Instituto Patria como entre los principales dirigentes de La Cámpora, o cristinistas puras como Juliana Di Tullio, Anabel Fernández Sagasti, y la misma Fernanda Vallejos, están convencidos de que obtener la cabeza del ministro es uno de los principales puntos que deberían escribirse en el borrador de un supuesto acuerdo.

   “Ellos quieren la cabeza de Martín, pero si por ahí quieren una tregua, que se olviden, el Presidente lo respalda a muerte”, replica un albertista paladar negro. También es cierto, agregan, que Fernández es el que ha dado, podría decirse, el primer paso para producir un acercamiento que permita que el Gobierno haga pie en la unidad de todos quienes forman la coalición para encarar con éxito la pelea presidencial del año que viene.

   Hay otros pormenores que conocen de primera mano los integrantes del entorno presidencial: el sector de los ”albertistas puros”, que son los que vienen caminando juntos en política con el Presidente desde hace más de 30 años, que creen que Alberto está perdiendo una oportunidad. Que no hay tregua posible con Cristina porque ella “lo va a traicionar”.

   Son los que reparan en un detalle que no es menor: mientras Fernández celebraba el acto en Entre Ríos donde pidió “un aplauso para Cristina”, la vicepresidenta visitaba a las Madres de Plaza de Mayo. Hebe de Bonafini, se descuenta que con la venia de la vice, dijo luego que Alberto “está a la derecha, no tiene nada que ver con el proyecto kirchnerista”.

   No es que no haya coincidencias. aunque cuando promediaba el viernes las conversaciones entre sectores de ambos bandos se mantenían muy aisladas y de manera subterránea. Tanto el cristinismo puro como el albertismo creen que no ensayar mínimos gestos de unidad tras la firma del acuerdo con el Fondo que tanto fuego encendió, o por caso la fuerte impronta antigobierno que tuvo la celebración de La Cámpora del Día de la Memoria, significa entregarle atado y con moño el escenario de una vuelta a la Casa Rosada a Juntos por el Cambio.

   En especial, elucubran, porque si hay algo que mostrarán las elecciones presidenciales del año que viene en una pérdida del “voto cautivo” para las dos grandes coaliciones y una fuerte dispersión hacía la izquierda trotskista, que sacó más de un millón de votos en la elecciones de 2021, o la derecha libertaria que encarnan José Luis Espert y Javier Milei.

   En Juntos por el Cambio, uno de los que advierte sobre esa escenario es el gobernador jujeño Gerardo Morales, que ha hablado y bastante en los últimos días sobre este intríngulis con el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.

   El escenario está planteado. Alberto hizo su movida. Ahora mueve la reina.