Manuela Sáenz, la olvidada socia amorosa y política de Simón Bolívar, clave en la independencia americana
La periodista y escritora Florencia Canale acaba de publicar Bastarda, una novela romántica histórica en la cual rescata la biografía de Manuela.Entrevista exclusica con "La Nueva.".



Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Mario Minervino / mminervino@lanueva.com
El correntino Juan Bautista Cabral tenía 23 años cuando el 3 de febrero de 1813 fue muerto luego de salvar la vida al general José de San Martín durante el combate de San Lorenzo. Hijo de una mujer angoleña, el granadero fue ascendido a sargento post mortem y su nombre se hizo inmortal.
La ecuatoriana Manuela Sáenz tenía 31 años cuando, en 1828, evitó que un grupo de conjurados asesinara a Simón Bolívar, el militar venezolano que logró la independencia de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Sin embargo, ni siquiera esa acción logró que su nombre y su vida se ganaran un lugar en los libros de historia. Por el contrario, ha sido ignorada, olvidada y hasta denostada, al punto que ni siquiera haber sido designada “Libertadora” por el propio Bolívar y “Caballeresa de la Orden del Sol del Perú” por el mismísimo José de San Martín, alcanzaron para darle el lugar que merecería.
Ahora, la periodista y escritora Florencia Canale acaba de publicar Bastarda, una novela romántica histórica que rescata la biografía de Manuela y cuenta de manera precisa y rigurosa su relación amorosa y política con Bolívar en una etapa clave de la guerra que condujo a la independencia americana. “Nada hubiera sido igual si ella no hubiese estado junto a Bolívar”, asegura la autora del libro.
En entrevista exclusiva con "La Nueva.", Canale da detalles de la vida de esta figura emblemática del siglo XIX, para quien parece no alcanzarle los calificativos para definirla: una mujer inmensa, temperamental, preparada, brava, intempestiva, difícil, brillante y valiente.
Volver a escribir
--Es habitual que sus novelas se ambienten en el siglo XIX, en la época de las luchas por la independencia de América. ¿Qué la lleva a ubicarlas en ese contexto?
--Mi fascinación por ese momento histórico, por el movimiento independentista. Será tal vez precisamente esa condición, porque es el origen, el momento en que empieza la construcción de los países de América. Por otro lado me parece que el siglo XIX, en general, en la historia universal, es un siglo que me convoca, me interpela, un lugar al que quiero volver y volver.
--¿Cuál es la importancia de la rigurosidad histórica en esta novela, plagada de fechas, nombres, encuentros?
--La investigación es fundamental y es rigurosa, intento que sea al detalle, buscando material, leyendo todo lo que puedo encontrar sobre el tema y, si puedo, comprando libros de historia relacionados con el tema, que suelen ser raros, discontinuados. Las entrevistas son importantes si hubiera descendientes del personaje y tuvieran disponibilidad. Igual siempre estoy muy atenta a hablar y a entrevistar a personas.
--¿En qué momento de su trabajo se siente en condiciones de empezar la escritura?
--Es un proceso eterno, infinito. En general hay cierta parte de mis libros que está dada por hitos fundamentales que tengo releídos y a los cuales no necesito volver tanto. Sí debo especificarme en lo que yo voy a contar. Pero apenas termino de escribir mi novela, al poco tiempo, ya tengo decidido cual será la próxima y ahí mismo empiezo a leer, a investigar, a buscar. De hecho estoy siempre pensando y leyendo para volver a escribir.
--Muchas mujeres son protagonistas de sus libros. ¿Hay algún hilo conductor entre ellas?
--El hilo común de mis novelas es encontrar personalidades contradictorias, avasallantes, que fueron fundamentales dentro del siglo XIX, que formaron parte del ideal de la construcción de una nación y que eso les ha salido mejor o peor. “Bastarda” es una historia que quizá pueda relacionar con mi libro “Pasión y traición”, porque ambas hablan de ese proceso revolucionario, donde tanto José de San Martín, como Simón Bolívar y Bernardo O’Higgins jugaron un rol fundamental.
Manuela Sáenz, un fuego arrasador
Manuelita, según la solían llamar, nació en 1797, en Quito Ecuador. De carácter, hija natural, de gran capacidad intelectual, se enamoró, estando casada, de Simón Bolívar, convirtiéndose en amantes. No renegó de tomar las armas y combatió, bajo las órdenes de Antonio José de Sucre, en las batallas de Pichincha, Junín y Ayacucho. Bolívar le pidió de manera expresa a Sucre el cuidado especial de Manuelita en el campo de batalla. Sin embargo, ella participó activamente en la división de Húsares y logró su ascenso a Coronela del Ejército Colombiano.
--¿Cómo llega usted a conocer a Manuela Sáenz?
--Aparece porque es una figura muy llamativa de la historia de América y porque tenía ganas de escribir sobre esta mujer que muchos consideran la más importante y poderosa, por su rol, desde principios del siglo XIX. Yo conocía a grandes rasgos a Manuela y a medida que fui investigando su vida me di cuenta que no me había equivocado, que ella era inmensa.
--Resulta llamativo que su nombre no tenga tanta trascendencia o, lo que es peor, que se la busque denigrar en parte presentándola como “la amante de Bolívar”.
--Es cierto. Es notable que sea desconocida, mucho más en la Argentina. En Ecuador, Venezuela y Perú es hoy una figura más relevante pero resulta asombroso que haya sido silenciada y censurada durante tantísimo tiempo. Hubo que pasar años y años para que se empezara a reconocer su labor. Incluso diría que todavía es necesario reivindicarla constantemente, porque en general es presentada como “la amante de Bolívar”, cuando fue tantísimo más que eso. Incluso hay un dato clave: antes de conocer a Bolívar ya había sido nombrada Caballeresa de la orden del Sol por el mismísimo José de San Martín. Es un poco agobiante que haya que machacar tanto, insistir tanto para que su figura tenga el lugar que le corresponde.
--¿Son muchas las mujeres que han sido importantes en esta época de las luchas por la Independencia y hayan quedado en el completo olvido?
--Hay mujeres que han participado activamente de la lucha revolucionaria del siglo XIX. Quizá en el Río de la Plata muchas menos, porque ocupaban otros sitios, eran menos protagonistas, pero en el caso del Alto Perú ha habido mujeres muy valientes. Pienso por ejemplo en Rosa Campuzano, con quien San Martín estuvo involucrado durante su estadía en Lima. Precisamente en esa ciudad había cantidad de mujeres que arriesgaban sus vidas por la causa.
--¿Los hombres aceptaban ese papel en las mujeres?
--Sí. Resulta bien interesante que no tuvieran que disputar ese rol con los hombres, se les estaba dado: no pedían permiso ni se sentían resistidas por los varones. Ahora, ir a la guerra era otra cosa. A Manuela Sáenz se le complicó estar en las primeras filas del campo de batalla. Cuando fue nombrada capitán algunos hombres se sintieron incómodos con su presencia, incómodos como una manera de empezar a hablar.
--Hay muchos historiadores que también señalan a Manuela como una de las primeras feministas de América. ¿Jugó ella ese papel?
--Es cierto. Es una figura muy referida por el feminismo. Sin embargo esa no era su lucha. No porque no le interesara reivindicar sus derechos frente a los varones, sino que su lucha era por la libertad. Para sentirse libre ella y para libertar América. No tenía un espíritu feminista porque el machismo y el feminismo no existían como situaciones de presión y revelación. No voy a negar claro que el lugar de la guerra estuviera sindicado para los varones y no se les ocurría a las mujeres, pero faltaba mucho para la lucha feminista. Entiendo sin embargo que el feminismo la observe con fascinación y respeto. Acaso todos debemos hacerlo de ese modo porque fue una mujer temperamental y preparada, una tromba. Pero en su época luchaba por la libertad, no por una cruzada feminista.
--Supongo que a medida que fue escribiendo el libro terminó por conocer más en profundidad a Manuela. ¿Cuál sería su definición final sobre ella?
--Trataría de definirla como pura desmesura. Era, a pesar de ella, una bola de fuego, irracional, brillante y preparada a la vez, una rara avis, impulsiva, intuitiva y con una gran capacidad intelectual, una mezcla muy inquietante. Era diferente, una mujer-varón, algo raro en ese momento, al tener atributos viriles que hoy son comunes en las mujeres, como trabajar, tener sus propias ideas, hacer lo que se les ocurre. En aquel entonces muy pocas hacían lo que se les antojaba. Y ella ni siquiera era una estratega en sus acciones: era una mandada, una border que miraba el precipicio, a la que la seducía el abismo, mucho.
Bolívar, el amante de Manuela
“Tú has escandalizado a media humanidad, pero sólo por tu temperamento admirable. Tu alma es la que derrota los prejuicios y las costumbres de lo absurdo; pero Manuela mía, he de rogarte: prudencia, a fin de que no se lastime tu destino excelso en la causa de la libertad de los pueblos y de la República”. Carta de Simón Bolívar, 1823.
La historia ha sido cruel con Manuela, en muchos aspectos. Y sin dudas siempre ha puesto énfasis en su calidad de haber sido “amante de Bolívar”, como si esa condición la rebajara o la pusiera en un rol diferente. Pero también gran parte de la sociedad la miraba de manera despectiva por su calidad de bastarda. En esa suma de componentes hay, para Canale, una explicación de su carácter fuerte, intempestivo, batallador.
--¿Por qué eligió como título “Bastarda”?
--Bueno, Manuela era bastarda por su origen ilegítimo, hija de un español y de una señora de cierta posición en Quito. En su tiempo eso era un estigma y era común que fueran señalados por eso. Por otro lado, si me pregunta si esa era su marca, y analizando el derrotero de su vida, me parece que sí, que ese destino es cierto en Manuela, eso la conforma en un vendaval, le genera una desmesura por demostrarse y demostrar su legitimidad, una reafirmación. No creo que sea gratis su condición de bastarda, aunque ella no lo supiera. Hoy tenemos herramientas para entender que ese origen puede generar una marca que tal vez en ella fue el fuego que la quemaba por dentro.
--¿El papel de Manuela en la vida de Bolívar fue de peso o simplemente se dio en el plano amoroso?
--Fue fundamental en la vida de Bolívar. De hecho le salva la vida en dos oportunidades, lo cual le vale ser llamada “La libertadora”. Pero además era el lugar donde Bolívar buscaba consejo, la escuchaba con suma atención y la respetaba intelectualmente, era su interlocutora, un vínculo que se multiplicaba por mil. No eran sólo una pareja amorosa, sino también política. Incluso ella era más intempestiva que él, en la búsqueda de la acción constante, una mujer bravísima. Era una persona de acción, mientras que el era un político. Ella no estaba dispuesta a negociar nada, cualquier cosa que se interpusiera en el camino había que ultimarla. Bolívar en cambio negociaba.
--¿Los hombres del ejército como la veían?
--Algunos la admiraban, otros la querían. Pero era una mujer difícil, una mujer cuyo su motor era la furia, una mujer iracunda que encontraba enemigos donde no los había, incluso en sus propias fuerza. Tal es así que cuando Bolívar la nombra Capitana, tanto Sucre como otros camaradas ponen el grito en el cielo, llegando a decir que era un disparate y que estaba ahí porque “se revolcaba con el libertador”. Otros generales la defendían y aceptaban pero no les debe haber resultado fácil recibir sus órdenes. También era temida por muchas mujeres, porque era intempestiva, brava, una mujer muy definitiva.
--Más allá de tanto reconocimiento y jerarquía el final de su vida es realmente dramático.
--Tiene un triste final que se explica porque Bolívar ya tenía muchos enemigos, en el ocaso de su gloria se lo buscaba, se la tenían jurada. Cuando muere, a fines de 1830, esos enemigos la persiguen y es desterrada. Ella se resiste pero no le queda otro camino cuando incluso su familia materna la deja en la calle. Queda así arrumbada en una isla, a con sus dos criadas, sobreviviendo como podía y finalmente muere por una disentería (tenía 58 años) y sus restos fueron arrojados en una fosa común. Este final es muy triste, porque es muy triste el olvido.
--¿Cuándo se la menciona como amante de Bolívar hay una voluntad de menospreciarla?
--Sindicarla como “la amante de Bolívar” es subestimarla. A mí me gusta decir que Bolívar fue su amante. Manuela era una mujer señalada y estigmatizada por la sociedad, porque era diferente, no de su tiempo sino de avanzada, que incomodaba a hombres y mujeres. Como muchas mujeres de la época era sindicada como “hija de”, “mujer de”, “amante de”. Manuela veía que no tenía nombre propio, que era la amante de Bolívar. Ella quiso demostrar en todo caso que ella no era la mujer de, ni la hija de ni la amante, que ella era Manuela Sáenz.
--¿Considera que es importante que se rescate su vida, su memoria?
--Seguro. Sirve porque alumbra algunos puntos ciegos de la historia. Siempre es peligroso negar o silenciar situaciones, personas o acciones. Entonces es bueno poner el foco en ciertas personas, sobre todo por su participación protagonista en la independencia de América. Me gusta decir que si no fuera por Manuela el derrotero de los libertadores no hubiese sido el mismo. La pongo a la par de ellos porque era una mujer a la que se prestaba atención. Bolívar le pedía consejos, al punto que antes de viajar a Guayaquil a encontrarse con San Martín ella le cuenta como pensaba el Libertador e incluso manda embanderar Guayaquil con los colores de su bandera. Es Manuela quien convence a Bolívar para que tome toda la gloria y es San Martín quien termina entregando todas las credenciales. No tiene ningún sentido borrar la participación de esta mujer de la historia porque su rol fue fundamental.