Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

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Despertar cuatro meses más tarde: la historia de vida de Iván Nikolajuk

Una fuga de monóxido de carbono lo desmayó en su departamento, en junio. Ayer fue la figura nacional al obtener la medalla de oro en los Juegos Suramericanos.

Gabriel Marti e Iván Nikolajuk. Foto: La Nueva.

Especial desde Asunción 

Twitter: @MGGiova

Mail: mgiovannini@lanueva.com

 

   Eran las seis de la tarde del seis de junio cuando Iván Nikulajuk se desvaneció por una fuga de monóxido de carbono en su departamento de calle Alvarado. Si su novia no llegaba a tiempo y si no rompían la puerta para ingresar y asistirlo rápidamente el final podría haber sido trágico.

   Iván estuvo cuatro días internado, tras ser trasladado en coma y requerir "intubación orotraqueal y asistencia respiratoria mecánica". Dos días en terapia intensiva y dos en intermedia. Los médicos no eran optimistas.

   "Me pudo afectar porque el cuerpo estuvo muchas horas sin recibir oxígeno —le dijo a La Nueva.—. Pude haber quedado paralítico, podría seguir en coma hoy en día… o me podría haber muerto. Es así. Fue un milagro".

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   Cuatro meses más tarde y unos dos mil kilómetros al norte, despertó.

   Iván fue el centro de la escena en el Centro Nacional de Tiro con Arco, sede ubicada en el corazón del Comité Olímpico Paraguayo.

   Su performance le permitió alzarse con la medalla dorada en arco compuesto, tras quedar muy cerca en las tiradas por equipos, tanto masculina como mixta.

   Despertó con el sonido del himno nacional, con la palabra justa del coach Gabriel Marti, con el abrazo de todos, incluida la bahiense Leithold y su bronca. Y despertó con una medalla dorada en el pecho.

   "El sacrificio dio resultados. Le agradezco a mi familia, a mis amigos y a todo el equipo que estuvo acompañándome", mencionó apenas bajó del podio, cuando ya el sol le había ganado a una tormenta que embarró Asunción.

Toda la información de los Juegos, desde Asunción

   A pocos metros de Nikolajuk, en cada tirada, se ubicó Gabriel Marti. El mismo entrenador que guió a Guillermina González en la versión juvenil de los últimos Juegos Suramericanos.

   "Efectivamente él estaba muy sólido, hicimos un trabajo previo muy sencillo. Yo lo veía en las prácticas tirar y le dije que estaba muy sólido, tranquilo. No se pone nervioso, él trabaja muy bien la intensidad, la energía, la alegría y las emociones del momento y eso está muy bien", señaló.

   "Cuando terminamos la tirada por equipos, él se sentía enojado. Es una emoción que puede ocurrir pero que tenemos que aprender a manejar para aprovechar esa energía. Es un trabajo muy mental y cada fecha cuenta", añadió.

   La tensión se sintió en el aire cuando Iván lanzó la última flecha para quedarse con el oro. Llegó a esa instancia con holgura y le alcanzaba con sumar 5 puntos. El peor tiro de la semana era suficiente. Pero era él tiro que lo despertaba.

   El 9 ya es una anécdota. 

   Como también pasó a ser una anécdota aquella situación que le pudo haber cambiado la vida... o se la pudo haber quitado.