El jardín sin girasoles: el vandalismo nuestro de cada día
Más de treinta flores de girasoles fueron robadas del jardín de la rotonda de acceso al parque de Mayo por calle Florida.
Mario Minervino / [email protected]
Hace un par de días este diario dio cuenta de la atractiva plantación de girasoles realizada por el municipio en común acuerdo con la Unión Industrial de Bahía Blanca, ocupando un reducido jardín en la parte posterior de una histórica casilla del parque de Mayo.
Florecidos, siguiendo con todas sus partes el recorrido del Sol, estas plantas contrastaban de buena manera con ese pequeño edificio construido en 1932, de líneas pintorescas y aires de arquitectura ferroviaria, al tiempo de vestir este rincón del paseo, en su ingreso por la avenida diagonal de los Álamos Plateados.
La nota pretendía visualizar la originalidad de la forestación elegida y también rescatar un edificio (hoy en desuso) diseñado por el Ministerio de Guerra de la Nación para ubicar una cisterna y una instalación de bombeo para dotar de agua corriente a los cuarteles del Ejército inaugurados en calle Florida en 1930.
Los girasoles, unas días atrás, antes de ser cortados
Apenas tres días después de publicada la nota, los girasoles dejaron de ser parte del lugar. Manos anónimas se robaron todas y cada una de las flores. Quizá fue un riesgo asumido llamar la atención sobre su existencia, el cual podía dar lugar a algún acto vandálico. Porque es habitual esa conducta en nuestra ciudad.
Pero también es cierto que la plantación estaba en una rotonda por demás visible, en el paseo más concurrido de la ciudad, en uno de los ingresos y egresos más transitados. A la vista de todos.
"No saben usar el espacio público. No puede ser que alguien vea un girasol o una foto de un girasol y vaya y lo saque, algo que es de todos. Es un robo, un daño, un delito a la propiedad pública. La gente cree que como el espacio es público puede sacar y llevarse cualquier cosa. Una lástima. Pero bueno, habrá que plantar de nuevo", reflexionó el ingeniero Pablo Bianco, director de espacios públicos municipal, que habló más como vecino y ciudadano indignado que como funcionario.
No hay persona alguna que visite ciudades europeas y no se maraville con las flores y plantas que engalanan calles y plazas. Y se preguntan porqué en nuestra ciudad no se genera ese tipo de propuesta. La respuesta está soplando el viento, diría Bob Dylan: porque las acciones de unos pocos y la falta de formación de otros hace que hasta las coloridas flores de los girasoles caigan decapitadas.
El jardín en todo su esplendor junto a la atractiva casilla de bombeo