Nito Mestre cumplió más que un sueño en la zona: “Me voy lleno"
El músico grabó su programa Rock And Road en Espartillar, pequeño pueblo de Saavedra, junto al fotógrafo Carlos Servín, quien es un ferviente admirador suyo. A 46 años de Adiós Sui Géneris cantó y tocó dos clásicos junto a músicos locales. "La vida es traspaso de energía", dijo.
Anahí González Pau
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De pequeño, Nito Mestre tenía un sueño: conocer a uno de Los Beatles.
Era un sueño tan profundo como aparentemente inalcanzable. Uno de esos que nacen del corazón puro de la infancia. De esos que algunos adultos suelen considerar como “cosa de niños”. Pero el pequeño Nito, abierto a la sincronicidad, resonante con la vida, atento a sus misterios, no lo veía imposible. El niño creció y el sueño se concretó.
Quizás porque...Quizás porque Nito nunca dejó de ser ese niño. Porque se abrazó y abraza al aura que alimenta sus palabras, su canto y cada proyecto que emprende. Porque sigue atento a los pequeños gestos, con su pelo largo y su sonrisa colgando como su guitarra. Con esa simpleza y amorosidad hacia quienes se acercan a agradecerle, a saludarlo, a pedirle un abrazo.
Un sueño cumplido para Carlos Servín, ya sin palabras para agradecer el gesto de Nito.
Los años pasaron, llegó la amistad con Charly García, Sui Géneris, el éxito y, finalmente, el Adiós. Su carrera y su vida siguieron adelante, siempre marcadas por este comienzo que lo convirtió en un ícono del rock nacional.
El pasado domingo 5, a 46 años del recital despedida, Nito tuvo la posibilidad de concretar otro sueño, pero esta vez no era el propio, sino el de alguien más, el de un admirador, el fotógrafo Carlos Servín, quien vive en un pequeño pueblo bonaerense de 800 habitantes: Espartillar.
Junto a Charly García, quien era su amigo, compañero de la escuela y un Sui Géneris.
El músico no solo lo entrevistó para su programa Rock And Road --porque el fotógrafo está haciendo un libro-- sino que aceptó cantar en la plaza del pueblo con los serenateros de Artimusa -grupo solidario de Pigüé- y junto al guitarrista Cristian Briane, de Saavedra.
Llantos, fotos, risas, barbijos, cámaras y drones, estuvieron presentes.
Y el sueño se hizo colectivo. Mucho adulto sacó a pasear a su adolescente, mucho adolescente real, niños.
Quizás porque...Nito se sigue acordando de aquel niño.
Y así el círculo se cierra, o se abre...para volver a nacer.
En pleno recital, en la plaza principal.
--Nito...una reflexión sobre el momento que viviste en Espartillar ¿por qué elegiste este lugar, a 46 años de Adiós Sui Géneris? Podrías estar en cualquier parte del mundo y, sin embargo, estás acá...
--Porque se dio así. Viste que el universo a veces te manda para algún lado y se empezó a armar así y casi sin querer terminó siendo que el 5 de septiembre los estamos festejando acá. Ya teníamos planeado venir a hacer algo con Carlos Servín, hace tiempo, después dijimos “qué lindo sería este fin de semana'' y cuando nos dimos cuenta dijimos, “Uh, es el 5 de septiembre, mirá. ¡Buenísimo! ¿Entonces por qué no hacemos lo del coro el domingo 5 de septiembre?”.
Junto a los serenateros de Artimusa, quienes además dedicaron una canción cuya letra fue adaptada por el recordado músico Jorge Capotosti.
-Una coincidencia que no fue tan coincidencia...
--Una coincidencia que se fue dando sola, se fue armando sin un plan previo de decir “Vamos a ir a Espartillar el 5 de septiembre”. Veníamos acá para hacer nuestro programa de televisión Rock and Road, con Carlos, y cuando estábamos armando esto, solo pensamos en mostrar el libro que él está haciendo: es fotógrafo y maestro; y armamos todo en base a esto (le dice a Carlos, que está cerca) ¡Carlitos, creo que vamos a tener que hacer dos programas! Porque hay mucho material que hemos juntado en la zona, en Epecuén, en el colegio, en el recital.
La emoción de su fanático y la sonrisa de Nito.
--¿Qué fue lo que más llamó tu atención de esta experiencia?
--A mí lo que me encanta de esto es la calidez de un pueblo chico en donde te reciben con un cariño inmenso. Y me encanta dar esta clase de regalos tirando a sorpresa porque sé que la gente lo va a apreciar muchísimo y no se lo olvidará nunca más. Es de esas cosas que a mí me han pasado. Además yo tampoco me voy a olvidar de esto porque algún día más adelante me voy a preguntar ¿dónde estaba en el aniversario?
La emoción de todas las generaciones, a flor de piel.
--Hablando de momentos inolvidables, vos tuviste el tuyo con Paul Mc Cartney, cuando lo viste y fue un momento sublime…
--Más que verlo le abrí tres shows en el River Plate. Estuve con él tres días seguidos en el camarín, sacando fotos y él viendo mi show, años atrás. Entonces cuando se te junta, que se cumplen esos sueños, que lindo es hacer cumplir el sueño de alguien más.
En este caso, se dio la circunstancia de que Carlos está sacando un libro maravilloso que queremos apoyar en todos los sentidos porque tiene de todo: fotografía, la parte humana, destacar un lugar que uno quiere mucho.
Parte del recital podrá verse en el próximo programa de Rock and Road, conducido por el músico.
Yo le preguntaba ¿por qué estás poniendo en el mapa Espartillar? Y no sólo Espartillar, toda la zona. Y eso, cuando se hace, es porque hay mucho amor atrás y porque el lugar te dio mucho a vos también y entonces le querés devolver. Y ese ida y vuelta es lo mejor que uno puede hacer. Colaborar con eso, en la medida de lo posible, viniendo acá, es fantástico. Y a mí también me viene muy bien. Yo me voy muy lleno porque es fantástico estar cantando, con la gente del lugar. Vos viste cómo te tratan, cómo te reciben.
El momento de la entrevista, post recital.
--Sí, lloramos todos ¡Increíble!
--A mí también me llega, obviamente, no es que me pase por arriba venir a hacer un show. No. Es venir, ensayar, armarlo. Me resulta divertido, distinto y amoroso.
--Si tuvieras que congelar, elegir, un instante de tu carrera artística, que es enorme, más de 50 años con la música, un momento que vos digas solo por esto valió la pena toda mi carrera artística ¿qué se te viene a la cabeza? Es muy difícil la pregunta…
--Es difícil, pero no tanto. Cuando tenía 11 años yo soñé y fui a ver al cine con mi maestro de colegio, que era Julio Ricardo el comentarista de fútbol y me llevó a ver la película de Los Beatles y yo dije: “ojalá algún día conozca alguno” y la carrera esta me llevó a estar tres días con Paul Mc Cartney que era mi ídolo, así como Carlos dice que soy su ídolo, bueno yo estuve tres días con mi ídolo.
Y no solo estuve sino que vio todo mi show y me felicitó, nos sacamos fotos, estuve en su camarín, le corregí cosas que tenía que agradecer al público y no se me rompió el sueño por varios motivos, porque era y es como yo soñaba que era de amable aparte de músico, lo vi varias veces en vivo. eso valió la pena.
Fijate vos que me salgo de mi carrera musical porque el hecho emotivo más fuerte fue ese. Terminé ese show, me saqué la foto, al otro día me mandé a hacer una remera donde estaba yo con él y la usé todo el verano.
--Sueño cumplido.
--Y después de esto, yo...listo, porque cuando soñás una cosa, tenés 11 años y se te cumple, listo. Cuando tenía 11 años quería que se me cumpliera ahí, a los 12 o 13 años. Se me cumplió a los 40. Tardó, pero se cumplió. Y eso también a mí me vino muy bien para después. Porque uno tiene un sueño y sabés que si insistís y lo llevás con vos, en una de esas se te va a cumplir en algún momento. Y si no se te cumple por lo menos hiciste el intento para que se te cumpla. Y esa es la vida: no es la vida el final sino todo lo que pasa durante. Eso me ayudó y fue el mejor momento. Y cuando veo que alguien tiene un sueño y puedo ayudar a cumplirlo, qué te cuento…
--Es como una cadena de cumplir sueños…
--Es una cadena de decir “si esto a mí me pasó”. Si estás ahí al borde, lo podés hacer, andá y hacelo. Porque la otra persona -a la que le cumplís el sueño- se lo va a dar a otro. Y de eso se trata la vida: un traspaso de energía.
--¿Hay algún día que no hagas música?
--Sí, muchos ¿Qué no haga?
--Sí, que no cantes, que no toques un instrumento...
--Ahora con la pandemia dejé de cantar bastante tiempo. Ahora reingreso, estoy tomando clases de canto de nuevo, estoy haciendo el programa Rock and Road con Pamela --Gowland, su esposa-- que me encanta, me divierte, y de acá en poco tiempo me voy a EE.UU porque tengo que tocar en menos de medio Washington, Nueva York y una girita por México.
--La que tenías programada antes de la pandemia, la retomás…
-Sí. Y después me quedo un tiempo allá para grabar porque me contrató una compañía afuera para manejarme todo.
-¿Te quedás a vivir allá?
--No, no. Solo trabajar. Tengo que estar bastante tiempo para programar un disco con otros cantantes conocidos de todo el mundo. Vamos a hacer un disco homenaje y un montón de cosas más. Voy y vengo, tengo que instalarme por un período de tiempo.
-¿Qué le dirías a los jóvenes que hacen música hoy, que sienten esta pasión, más allá del género?
--Que hay que insistir, hay que ser terco con eso de los sueños. seguir insistiendo, seguir y seguir., ser terco, estar siempre ahí No es tipo: “ah, me fue mal un día” o “no me dieron bolilla un día”, y decís, yo me voy. Si fuera por eso nosotros hubiésemos abandonado hace un montón.
Artimusa.
A nosotros nos dijeron que no en todos los sellos discográficos tres años. Nos echaron y en algunos lugares nos dijeron que no servía lo que nosotros hacíamos. Así que con cierto criterio lógico, de estudiar música y estar atento, lo más importante es ser muy insistente, hay que ser perseverante.
Nito emocionó con Rasguña las piedras y Bienvenidos al tren, dos canciones que marcaron una etapa y que al ser escuchadas otra vez en su voz traen aires de libertad tan necesarios en estos tiempos en que respirar se ha vuelto complicado.
Gracias, maestro. Que tus sueños se sigan haciendo realidad, y con los tuyos, los nuestros.
El periodista Mario Minervino también tiene una anécdota con Nito
En los 70, Mario Minervino, tenía 17 años y creció escuchando Sui Géneris.
"Soy de la generación que compraba los long play en Panelli (la casa de música bahiense) sin saber que canciones traía porque no las pasaban por la radio. Así que los tres long play que hicieron ellos los compré al toque", recordó el periodista de La Nueva., ingeniero y docente de la UNS.
Mario Minervino y Nito Mestre, en la Municipalidad de Bahía, años atrás.
"Yo crecí con ellos y cuando estuve hace un par de años con Nito Mestre, en la Municipalidad, le pregunté qué música le gustaba y él me dijo: 'Yo soy hijo de Los Beatles'; y yo lo miré, y le dije: 'Y yo soy hijo de Sui Géneris", contó.
En primera persona: Walkman, terraza, amores, con fondo de Sui Géneris
Recuerdo mi adolescencia con auriculares y walkman, en la terraza de casa, en el barrio, cantando "Rasguña las Piedras" como si me sangraran las manos o compadeciéndome de "Natalio Ruiz, el hombrecito del sombrero gris", que murió sin haber vivido, preocupado por el qué dirán. "Bienvenidos al tren" era el último lento que pasaban en el boliche de la calle Mitre, Hippodrome ("Recoge tus cosas, y largo de aquí...") el momento en que la carroza se convertía en calabaza y la cola del guardarropas se hacía entre suspiros.
"Quizás porque", la escuchaba en La Plata, en mi querido Centro de Estudiantes, la añeja pensión húmeda y amable que con su beca cobijó mis primeros años lejos de la familia y mis primeros empleos.
Este domingo pude escuchar a Nito Mestre en vivo en Espartillar, en primera fila. Abracé a mi adolescente interior. El barbijo tapaba los labios que sabían toda la letra, pero mis ojos expuestos derramaban emoción por sus vértices.
Una foto con Nito, una entrevista, un almuerzo. Un sueño más que él cumplió a alguien sin saberlo.
El placer de conocer a una estrella del rock que penetró en las mentes de tantos jóvenes con sus planteos existenciales, amorosos y reflexivos, de la mano de la música, ese poderoso puente.
Gracias Nito, Pamela Gowland, Carlos Alberto Servín y Emmanuel Briane, Cristian Briane, a la Tota por el tecito de hierbas, a Andrés, por las risas, a Artimusa, por un momento que quedó prendido al corazón como un broche de mariposas.
Gracias a la vida por estas oportunidades de encuentros, de compartir lo que traemos, lo que sembramos, para que no nos pase como a Natalio.
Para que el sombrero no sea gris, sino multicolor e intercambiable. O para que podamos prescindir de él y arrojarlo al cielo.