Bahía Blanca | Sabado, 05 de julio

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La niñez, ese tiempo al que todos pertenecemos

Maryta Berenguer, Liza Porcelli Piussi y Horacio Alva, tres autores de cuentos infantiles, brindan su opinión y qué sienten al escribir para los más pequeños.

Mario Minevino / [email protected]

   Ha pasado el día dedicado de los niños y niñas, que quizá no marca una diferencia con el resto de los días en cuanto al cariño y al amor que ellos despiertan, pero pone un énfasis especial en la niñez, en ese espacio tan trascendente de nuestra vida. 

   Para la psicología se trata de un momento determinante, donde “se gesta el futuro de un individuo y tienen origen la mayoría de los procesos psíquicos de los adultos”. 

   Antoine de Saint Exupéry escribió que la infancia “es nuestra patria” y Friedrich Nietzsche aseguraba que la madurez del hombre “es haber vuelto a encontrar la seriedad con que jugaba cuando era niño”. Jean-Jacques Rousseau señaló que “Lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre”.
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   Como un aporte a esa celebración, consultamos a Maryta Berenguer, Liza Porcelli Piussi y Horacio Alva, tres destacados escritores de cuentos infantiles, para que nos dieran su visión sobre la niñez, sus formas, su permanencia y cómo sienten a la hora de escribir para tan singular público lector.

   Nacida en Bahía Blanca, Maryta Berenguer es profesora de teatro, docente especializada en literatura infantil, locutora, narradora oral y escritora. Es fundadora y presidenta de la biblioteca popular La Pajarita de Papel y fue asesora pedagógica en el Consejo de Cultura y Educación bonaerense. Ha recibido numerosas menciones y premios. Poesías para jugar, Esto que te cuento no es un cuento, El viajero de los tiempos y Vlekan el hipnotizador son algunos de sus trabajos. 

   Liza Porcelli Piussi nació en Buenos Aires, aunque por ser su familia bahiense pasa la mitad del tiempo en cada lado. Es licenciada en Psicología y en 2010 publicó su primera novela. En 2012 mereció el premio Casa de las Américas por su libro Mi hermano llegó de otro planeta un día de mucho viento. Guardaespalda de rinoceronte, Más bichos que no sé qué, La forma china de guardar las cosas, La última figurita, y Milo y los pájaros son algunos de los títulos que ha publicado.

   Horacio Alva es bahiense, amante de los gatos y de Los Beatles. Recorre el país invitado por escuelas, jardines de infantes y bibliotecas para presentar y leer sus cuentos. Su primer libro fue Palpino (2004) y desde entonces no ha dejado de escribir y publicar. Algunas de sus obras son Marilena, Consejos de abeja, Silverio corazón de mar, Clarita Saltarina y Una ayuda inesperada. Asegura que los libros “construyen puentes entre las personas” y que se puede “ser un poco mejores a través y gracias a ellos”.

   --¿Qué es un niño/a? ¿Qué caracteriza esa etapa de la vida? 

   Maryta: --Desde la evolución psicoafectiva se entiende por niño o niña a aquella persona que aún no ha alcanzado un grado de madurez suficiente para tener autonomía. Biológicamente,  es un ser humano entre el nacimiento y la pubertad, entre el desarrollo de la infancia y la pubertad. 

   “Personalmente pienso la niñez en términos de ternura, cuidados con amor, familia, en protección, garantía de derechos, en juegos, cuentos, sonrisas y risas, abrazos, empatía...”. 

   “Las formas de entender y pensar la infancia, de actuar con y para ella requieren de una reflexión profunda, de análisis y transformaciones. Creo que los distingue la capacidad de asombro, las ganas de jugar a toda hora, el valor de la experimentación, la franqueza  para sí y con los demás. Esas son algunas de las características más preciadas, que a medida que pasa el tiempo y aumentan las responsabilidades y obligaciones se van perdiendo y acallando”.

   Liza: --Es una persona que constantemente está estrenando experiencias, una persona que se destaca por su curiosidad natural y su “estado esponja” frente a lo positivo o negativo que lo rodea. 

   “Es como un extranjero que llega invitado a un país con nuevas costumbres y un idioma desconocido. Como sabemos, hay países desarrollados donde predomina la paz y el bienestar, otros muy pobres, o en guerra”. 

   “Depende el país a donde llegue el niño o la niña ‘extranjera’ será la cantidad y la calidad del tiempo en el que le permitan estar en “estado de gracia” mientras aprende lo necesario para ser cada vez más independiente. 

   Horacio: --Me agrada pensar que un niño es un ser humano que todavía no ha sido contaminado y permanece en un estado puro. Creo que esta etapa se caracteriza por la inocencia y nobleza de sentimientos; la franqueza de sus palabras y sobre todo, el vuelo ilimitado de la imaginación.

   --¿Hasta qué edad se es niño?

   Maryta: --Considero la etapa de la niñez, desde su nacimiento hasta los doce años, que termina su escuela primaria. De acuerdo a las leyes de nuestro país y de UNICEF, desde el nacimiento hasta los dieciocho años: niñez y adolescencia.

   Liza: --En cada familia creo que eso es subjetivo, hay un momento en el que quizá los padres siguen viendo a sus hijos como niñas o niños pero ellos ya no se sienten así (aunque llegado el día de la niñez acepten un regalo aunque más no sea en honor a las costumbres).

   “Creo que no hay una edad que sea un límite como si habláramos de la línea del Ecuador. Hay más un degradé de ciertas acciones que se dejan de hacer (como contarle a tus padres todo lo que te pasa) y cierto in crescendo de otras que se van sumando (como el contacto íntimo y consentido con otra persona a la que se siente atraído/a). Entre ese degradé y ese in crescendo se da el final de la niñez, yo no le pondría un edad unívoca”. 

   Horacio: --Creo que la niñez termina si nos olvidamos de jugar, de divertirnos, de sorprendernos, de compartir. De alguna manera,  el fin de la niñez no lo marca el paso del tiempo y el sólo hecho de cumplir años, sino cuando perdemos la esencia e ingresamos al mundo de los adultos dejando de lado al niño interior. 

   --Cuándo escribís para los niños, ¿cómo los pensás como lectores? ¿Qué los atrapa o entusiasma?

   Maryta: --Cuando comienzo a escribir, veo que fluye. Si escribo poemas narrativos, coplas o juegos de palabras tendrán como destinario a los más chiquitos, que seguramente serán leídos por su entorno familiar. Para ellos escribo poemas narrativos (cuentos en rima); juegos de palabras: adivinanzas, trabalenguas, coplas, cuentos que se publican con imprenta mayúscula.

   “Si abordo el género narrativo, imagino los personajes, acciones y arranco con la historia y luego corrijo y corrijo. Para los medianos y más grandecitos, cuentos sobre aventuras, amistad, amorcito y misterio y también visibilizar ciertos problemas sociales”.

   “Me encanta escribir aventura; fantasía, ciencia ficción; policial; viajes. Soy autora de sagas, porque soy ‘larguera’ con las historias. De modo que “pensar en mis lectores” es pensar en lo que me gusta imaginar y escribir. Todos los textos son reveladores, porque  salen de la imaginación del autor pero están impregnados del imaginario colectivo”.

   Liza: --Como lectores los respeto, los pienso como sujetos que merecen sentarse a leer ficción solo por placer, sin que el mundo adulto, aprovechando su experiencia de lectura, intente enseñarles cosas, bajarles línea.

   “Si hablamos de ‘temas’ en lo que es ficción literaria no diría que haya algo en particular que a los chicos les interese especialmente. Los chicos son muy distintos entre sí y no es lo mismo el interés de uno de 6 que de uno de 10. La idea de un tema solo genera libros comerciales, escritos a pedido según un aparente interés que en realidad le llega impuesto desde afuera. Si una historia está bien escrita, es verosímil, tiene humor, una buena trama y le permite al lector proyectarse, identificarse, no importa el tema, el lector la va a poder disfrutar”. 

   Horacio: --Los niños entienden perfectamente todo y son muy perceptivos. El error está en subestimar su capacidad para comprender. A mí me gusta escribir de manera sencilla y directa, con palabras simples y que el mensaje sea claro. De esa forma, los niños interpretan muchas veces mejor que los adultos y ven detalles que a nosotros, por distraídos, pueden escapársenos. 

   --¿Se puede percibir en los adultos al niño todavía presente?

   Maryta: --Te respondo con una frase que alguna vez dijo el poeta Antonio Porchia: “El que conserva su cabeza de niño, conserva su cabeza”.

   Liza: -Sí, se ven actitudes infantiles en adultos, se ven egoísmos de pensar en el beneficio personal ante todo, se ven expectativas desorbitadas que tienen algunas personas sobre otras, y se ven adultos que siempre se colocan en un lugar dependiente y vulnerable en sus relaciones, esas son actitudes infantiles. 

   “Después está el cliché semántico del niño interior, de sacarlo, de cuidarlo, etc., que lo que estaría diciendo es que sería bueno nunca perder características como la curiosidad, la simpleza, la expresividad, la posibilidad lúdica propia de los niños. Si esas características conviven con las responsabilidades propias del mundo adulto, nos harán ser mejores adultos, más plenos”.

   Horacio: --Gracias a Dios conozco adultos que han mantenido su niño interior vivo, lo alimentan y se puede percibir a través de una mirada o una sonrisa. En la expresión sencilla e inocente también. Creo que el adulto al que le encanta jugar, que le cuenten cuentos, que se divierte con el sólo hecho de caminar, de ver las formas de las nubes, imaginar, cantar, dibujar, el que transmite alegría... es sin dudas, un niño con cuerpo de adulto.