Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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En Bahía también se instaló la polémica por el valor de los dólares de "cara chica"

El billete de u$s100, en el que está Benjamin Franklin dentro de un marco ovalado y que, en términos de dimensiones, es más pequeño en comparación con las versiones más actuales, se paga entre un 10 y un 15% menos.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Pablo Andrés Alvarez / palvarez@lanueva.com

   En el mercado cambiario informal que funciona en nuestra ciudad existe desde hace un tiempo una diferenciación entre distintas emisiones del billete de dólar. 

   Se trata de los dólares "cara chica" y los "cara grande". Por los primeros se llega a pagar hasta un 15% menos y muchos ahorristas no los quieren.

   Esa situación está generando malestar en los bahienses, a tal punto que se han caído transacciones ya pactadas por el valor de cambio.

   “Quise comprar un auto a un particular que se dedica a la compraventa y antes de realizar la transacción me aclararon que los dólares con cara chica me los tomaban a un 10% menos de la cotización del día”, señaló Aldo Manfredini, un vecino del barrio La Falda. 

   Los llamados dólar "cara chica" son los que se imprimieron en los Estados Unidos hasta el año 1996. En el billete de u$s100 está Benjamin Franklin dentro de un marco ovalado y que, en términos de dimensiones, es más pequeño en comparación con las versiones impresas más tarde.

   “Esa maniobra no es legal. Esa movida se origina mayormente en las cuevas, donde también es ilegal adquirir dólares allí, por lo que se valen de esa situación para sacar provecho”, señaló el licenciado en economía Francisco Rinaldi.

   Al respecto, la embajada de los Estados Unidos aclaró que son de curso legal y tan válidos como cualquier otro, algo que en la representación diplomática resuelven muy fácilmente refiriendo a la página web de la Reserva Federal de los Estados Unidos, el banco central de ese país.

   Sin embargo, el economista Mauro Trellini catalogó como “lógica” la diferencia de valor, debido a los riesgos que corre la persona que los toma.

   “No creo que haya una intención de aprovechamiento, sino que simplemente, quienes los aceptan, le ponen un precio al riesgo que corren de que sea falso o que no le puedan dar circulación posteriormente. Yo lo denomino precio castigo”, esgrimió.

   Según manifestó Trellini, en Europa ya hace bastante tiempo que evitan estos billetes de 100. 

   “Por dos motivos: son los más fáciles de falsificar y porque empezaron a dudar que Estados Unidos los iba a sacar de circulación y, por ende, deberían hacerse cargo del cambio de billetes, que tiene un costo extra. Después se popularizó en Chile y finalmente llegó a Argentina, donde ya está instalado”.

   Por lo pronto, y pese a ser ya casi natural esta operatoria, en la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) no hubo hasta el momento denuncias, de acuerdo a lo dicho por la doctora Pamela Cantero, quien aclaró que esa dependencia no tiene injerencia para intervenir en caso de que se cristalice alguna exposición.

   “Es imposible que se denuncie un hecho de este tipo, porque hay otra cuestión: el blanqueo del capital. A mucha gente, que no puede justificar ese dinero, le conviene venderlo a menor precio antes que presentarse en el banco, oficializarlos y ser pasible de algún impuesto”, dijo Trellini. 

   Antes, mucha gente viajaba a Estados Unidos para cambiarlos, pero la pandemia complicó esa maniobra.

Mauro Trellini, economista bahiense

   “Hay otra dificultad: no se puede viajar con más de 10 mil dólares en el bolsillo, por lo que el negocio, de ser un negocio en sí, no es tan redituable tampoco. Por eso digo que no es del todo descabellado que se esté pactando un precio castigo a esos billetes”, amplió Trellini.

   Un “cuevero”, que prefirió no identificarse, explicó los motivos por los cuales le resta un 15% del valor a esos dólares.

   “Es verdad que tenemos un precio diferenciado. Sobre todo porque circulan muchos que son falsos y el riesgo lo corremos nosotros. Es obvio que no somos una entidad de beneficencia y que nuestros clientes, si recurren a nosotros, es porque no les conviene pasar por el banco. Y tampoco podemos llenarnos de esos billetes, porque cuesta hacerlos circular, ya que gente que viene a comprarnos, no los quiere. Hoy, tener billetes de cara chica es un clavo. El costo de sacárselo de encima es ese: un 10 o un 15% menos del valor del mercado”, manifestó.

   La versión más reciente de los billetes estadounidenses es la que tiene una banda azul que lo atraviesa y la cara de Franklin aparece en primer plano, sin el óvalo. Ese es el billete llamado “cabeza grande”, y la banda azul es una medida de seguridad adicional con la que se busca evitar las falsificaciones.

   “Yo tenía varios de esos billetes por herencia de mis abuelos. Cuando noté que comenzaban los problemas, los deposité en una caja de ahorros en dólares en mi banco. Al tiempo, cuando los necesité, me dieron otros”, contó Miguel Marchegiani, un vecino de nuestra ciudad que de ese modo pudo evitar ceder un porcentaje del valor real.

   En definitiva, la demanda es la que manda. 

   “No hay otra explicación. Si la gente acepta ese precio, es porque también le conviene”, cerró Mauro Trellini. 

¿Cómo diferenciarlos?

   A simple vista, para saber si un billete de 100 dólares es viejo o nuevo hay que fijar la atención en la figura de Franklin. En los viejos, la cabeza del científico que descubrió la electricidad y fue uno de los padres fundadores de Estados Unidos está enmarcada en un óvalo. Por eso ese billete se conoce en la jerga de los arbolitos como "cara chica".

   En cambio, la versión más reciente de los billetes estadounidenses es la que tiene una banda azul que lo atraviesa y la cara de Franklin aparece en primer plano, sin el óvalo. Ese es el billete llamado "cara grande", y la banda azul es una medida de seguridad adicional con la que se busca evitar las falsificaciones.

   Además, en los nuevos billetes de 100 dólares lanzados en 2013 aparece una torre del Independence Hall en la que el reloj marca las 4:10, y una campana que cambia de color dentro del tintero.