Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La cosa está que arde

“País en el que los locos tomaron el manicomio por asalto. Con manos manchadas de sangre inocente salpicando los cielos.”

   1827. La poderosa imperial escuadra brasileña, con Buenos Aires bloqueada, apuntó al puerto de Patagones y Viedma, que debió organizarse para enfrentarla en defensa del “fuerte” y población de “Nuestra Señora del Carmen”. Patagones operaba a través de los corsarios particulares contratados por las Provincias Unidas. Brasil era mucho más poderoso y tenía detrás a nuestra sempiterna enemiga -Inglaterra-, pero para apoderarse de Patagones y Viedma debían vencer las fuerzas de corsarios -Brown, los italianos Fournier y Fiori,  Espora, Rosales- tropas  del coronel Rosas, negros liberados, los pobladores y los hombres del gaucho Molina. Ambrosio Mitre -padre de Bartolomé -fue de la partida junto a Felipe la Patria -uno de los héroes del 7 de marzo de 1827, día de gloria en el Cerro de la Caballada-. Allí la banda de los Pincheira peleó aliada a Brasil, como ya lo habían hecho y harían luego con el exterminio de los Tehuelches, esos sí aborígenes argentinos. Si caían Patagones y Viedma, perdíamos la Patagonia. Retené este antecedente. 

   El año pasado los mapuches quemaron toda la maquinaria que en el “Paraje las Golondrinas” iban a hacer instalación de gas, así como los transformadores de energía. Ahora vienen junto con la megaminería -cuya prospectiva satelital necesita los bosques quemados- con seis focos concéntricos (?), con más de 300 pobladores arruinados por el fuego yéndose, “liberando”  las reservas de agua dulce. Legisladores dispuestos a aprobar la ley de  extracción minera contra la población defendiendo el medio ambiente, los sueldos atrasados recién pagos solo hasta el mes de diciembre, los brigadistas sin preparación previa adecuada, aviones fumigadores adaptados para ser cargados no con  agua del lago sino con camiones regadores en el aeroclub del Maitén o de El Bolsón con mil litros miserables. Fuego intencional y seleccionado que en el congreso mapuche el  31 de enero proclamó: “Nadie tiene derecho a impedirnos la acción directa mediante el “kutral” (fuego), palos, piedras, incluso “tralka” (armas de fuego)”.  

   El ethos de esta gente -cuya base de operaciones viene, una vez más, respaldada desde la RAM de Londres- es la imposición y la prepotencia para configurar un verdadero despotismo discriminatorio, racista y al servicio de una potencia imperial -antes con Brasil, y ahora con violencia mapuche como mascarón de proa- pero siempre con Inglaterra detrás. Mientras tanto,el Gobierno nacional disimula porque no sabe dar cuentas de adónde fueron a parar las partidas para la compra de 15 aviones hidrantes, ni hace nada para frenar el vigente drenaje de riqueza en lingotes de oro y plata que se van por Puerto Madryn o desde San Juan, abonando aranceles miserables; o tolerando impune el contrabando de miles de millones de dólares vía subfacturación de las agroexportadoras con falsas declaraciones juradas, o por sobrefacturaciones de las importadoras. Discépolo decía que Argentina es un país para “salir de gira”, porque somos un espectáculo para lágrimas o carcajadas. 

   País fallido en el que los locos tomaron por asalto la administración del manicomio. Con las manos manchadas de sangre inocente salpicando los cielos. Todos jugadores de un mismo juego, mientras en el Hoyo de Epuyén, en Colonia Gualjaina, en la reducción de Cushamen, cerca del Nahuel Pan, en El Bolsón, en las Golondrinas, cascotazos más, cascotazos menos, la cosa está que arde.