Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Player one ready

En la naturaleza, el juego prepara a los animales para conductas relacionadas con la supervivencia como la caza y la defensa. Pero... ¿Qué hay con reglas complejas y conductas especificas?

Foto: BBC

Por María Florencia Daneri / Especial para La Nueva.

   Con el teléfono, una tablet, consola, un pedazo de papel, un tablero o nuestro cuerpo, ¡de cualquier forma nos encanta jugar! Pero... ¿Por qué jugamos? La mayoría responderá porque es divertido y, sin dudas, a todos nos encanta la recompensa de ganar. Un juego es una serie de elecciones interesantes, navegar por estas opciones da forma al curso del juego y revela quiénes somos y cómo pensamos: algunos más conservadores, otros más arriesgados.

   Puede que nunca lo hayas pensado detenidamente pero, al jugar, inconscientemente hacemos varios acuerdos. Acordamos participar en un conflicto voluntario entre nosotros, seguir reglas para resolver el conflicto y aceptar el resultado de esas interacciones. Así es como lo damos todo, entramos a lo que se llama el "circulo mágico", estamos en otro lugar "jugando" al juego. Allí solo haremos lo que permitan las reglas del juego e intentaremos ganar, esa satisfacción funciona como una recompensa para nuestro cerebro, generando una sensación de bienestar. Cuando termina el juego, dejamos el círculo y volvemos a la normalidad. El círculo mágico es lo que separa el juego de la realidad...¿Podrán otros animales tener esa capacidad de juego? ¿Existe también para ellos ese circulo mágico?

   Cualquiera que tenga una mascota sabe que les encanta jugar. En la naturaleza, el juego prepara a los animales para conductas relacionadas con la supervivencia como la caza y la defensa. Pero... ¿Qué hay con reglas complejas y conductas especificas?

   Los cerdos usan normalmente sus hocicos para hurgar en el suelo en busca de comida y ahora, gracias a un par de investigadores, también pueden usarlos para jugar un videojuego. Los animales fueron entrenados para usar un control de videojuego, moviendo la palanca desplazaban un cursor y debían tocar con él unas barras en la pantalla. Cuando lograban el objetivo recibían una golosina que caía en un plato cercano. Analizando la conducta de los animales se observó que esta no era para nada azarosa, lo que indica que los animales pudieron comprender que la forma en que movían el joystick estaba conectada al movimiento del cursor en la pantalla. En un momento el aparato tuvo una falla y dejó de dar recompensas por jugar, los animales siguieron jugando... ¿Player one ready?

   ¿Querés leer más? Acquisition of a Joystick-Operated Video Task by Pigs en la revista Frontier in Psychology.