Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El "Mocito" de Pedro Luro: un trabajador rural incansable de 100 años

Licandro Guillermo Peralta nació el 10 de febrero de 1921 en Adolfo Alsina y se dedicó a la hacienda toda la vida. Fue un gran esquilador. Tuvo tres hijos y hoy tiene dos tataranietos.

   Anahí González
   agonzalez@lanueva.com

 Por qué le dicen Mocito es un misterio -¿será por sus años mozos? ¿alguien sabrá el origen del apodo?- pero así lo conocen todos en Pedro Luro a  Licandro Guillermo Peralta, el incansable trabajador rural que acaba de cumplir los 100 años y todavía se prepara solo el café con leche y se maneja por sus medios para casi todo, además de tener una memoria envidiable.

   No hubo cumpleaños cuyo festejo se salteara el almanaque, y las 10 décadas, pese a la Pandemia, no fueron la excepción. Su familia organizó algo íntimo y se reunieron al aire libre en el patio de su casa para que este longevo hombre, que siempre supo disfrutar de la vida, tuviera su torta y sus velitas.

   Mocito se acuerda de los nombres de los campos y lugares que conoció y es capaz de brindar detalles sobre anécdotas de su juventud, que comparte con sus hijos Nélida y Alcides Guillermo y con quienes lo visitan cada tarde. Por la mañana, una señora le da una mano con lo que necesite y con las cosas de la casa.


"Mocito" Peralta junto a su esposa Lucía Maciá.

    Nació el 10 de febrero de 1921, en Adolfo Alsina, pero en su DNI está registrado el 25 de agosto. 

   Su padre, Manuel Peralta, fue un criollo de la zona del sur que enviudó con cinco hijos. Luego se casó con Dagni Huseby, inmigrante Noruega, con quien tuvo 11 hijos más, entre ellos “Mocito”. 

   Su vida transcurrió siempre en el campo, trabajando en hacienda desde muy chico hasta que, de adolescente, se afianzó en Juan. A Pradere.

   Su hija Nélida contó que Mocito desde los 18 años se dedicó principalmente a la esquila y que en temporada, cada año, se iba a esquilar al sur.

    “Fue uno de los mejores esquiladores, lo digo con orgullo, porque hacía hasta 306 ovejas en el día. Muy buen esquilador”, comentó.


Junto a sus hijos Alcides Guillermo y Nélida.

   Luego, en 1946 se casó con Lucía Maciá, con descendencia vasco francesa, modista y trabajadora en casa de familia. Un año después tuvieron su primer hijo, Alcides Guillermo Peralta y más tarde llegó Nilda Beatriz, quien falleció a los 15 años por leucemia. En 1954 nació Nélida.

   Mocito trabajó en la cosecha, acarreó bolsas en el ferrocarril, cuidó la hacienda de un tío y luego se abrió camino por él solo: alquiló un campo y empezó a comprar en Pedro Luro las primeras vaquillonas para armarse de un capital.

   “Tuvo hacienda vacuna, lanar y algunos yeguarizos. Pasó todo su vida en el campo a unos 70 u 80 km de Juan A Pradere y a unos 90 km de Pedro Luro. En el 70 se vino a un campo sobre la costa del río Colorado, siempre alquilando”, reconstruyó Nélida. 


Con su hermana Nora, de 91 años, y un amigo de toda la vida.

  “Así fue transitando su vida. La vivió bien, siempre fue un hombre muy trabajador y también de disfrutar de las cosas que le gustaban”, dijo.
   Una de esas cosas era la “timba”, jugaba pase inglés (dados), al golf, a la taba, a las cartas, iba a los bares y le gustaban las carreras de caballos.

   “Disfrutó mucho. Todos los lugares en los que había carrera cuadrera, allá estaba mi papá. Perdía o ganaba, pero era lo que a él le gustaba”, contó su hija.
   “Siempre fue una muy buena persona,  en el sentido de ayudar. Si alguien precisaba plata, él le prestaba. Algunos la devolvían y otros no, pero  siempre fue agradecido a la vida porque nunca le faltó el dinero, siempre tuvo un buen pasar”, sostuvo.


Recuerdo de otras épocas, junto a su esposa.

   Una de las frases que más repite se hizo popular entre su gente: “Se va a secar el río Colorado pero yo no me voy a secar”.

   En el año 2000, cuando tenía 79, sus hijos empezaron a decirle que se quedara un poco más quieto porque anduvo unos años cosechando cebolla.

   Tiene cuatro nietos, Jaqueline, Ana Paula, Diego y Ariceli; 9 bisnietos; Gonzalo, Luciana, Guadalupe, Milena, Lucía, Antonella, Nicolás, Federico y Alma; y dos tataranietos, los pequeños Ítalo y Juan Ignacio. 

   Mocito hasta hoy se maneja solo para todo, se levanta se baña, se acuesta, se prepara alguna infusión. Ve poco, pero lo suficiente como para ser independiente y usa audífono porque tiene dificultad para escuchar.

   “Hemos transcurrido la vida festejando siempre todos los cumpleaños de mi papá. Todos.  Con fiesta grande fueron los 70, los 80, los 85 y los 90. Con pocos o con muchos siempre el 10 de febrero se festejó”, contó Nelly.

   “Hemos llegado a la quinta generación.  No podemos pedir más, está bien en todos los sentidos. Estamos super agradecidos a la vida por darnos esta bendición de tenerlo”, concluyó.