Bahía Blanca | Miércoles, 02 de julio

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Correcaminos, 40 historias por el mundo, en la pluma de Andrés Salvatori

El incansable viajero, ingeniero civil, docente y conductor de radio y televisión, presentó su primer libro de crónicas de 40 países diferentes (ediUNS) fruto de los viajes que compartió en su programa “Correcaminos”, que se emite desde 2009, por canal 7.

Andrés Salvatori, con su ópera prima impresa y listo para difundir en letras su empático mensaje.

  Anahí González Pau
  agonzalezlanueva.com

   A veces hace falta perderse para encontrarse. Bien lo sabe el bahiense Andrés “Pollo” Salvatori, viajero incansable quien desde hace años recorre con esta filosofía distintos destinos del mundo (estuvo en todos los continentes menos en Antártida) para conservar la capacidad de asombro, mantener frescos y atentos los sentidos y captar y transmitir la esencia de cada sitio: su corazón.

   Por eso, además de seguir adelante con sus programas de radio y tv, decidió seleccionar, escribir, editar y luego compaginar las anécdotas más jugosas de sus vueltas por ahí en su libro Correcaminos, 40 historias por el mundo, en el que desfilan encuentros con personas, momentos, situaciones, lugares que lo conmovieron, interpelaron o llamaron su atención. 

   Entre sus páginas es posible encontrar desde un viaje en moto por el Valle Sagrado de Cusco, (“el ombligo del mundo de los incas”) hasta el aire de duelo que se respiraba en Oslo el día posterior a los atentados de 2011, cuando una persona detonó una bomba y luego atacó a fuego abierto en un campamento de verano provocando la muerte de 77 personas.

   El libro está a la venta en Henry, El Quijote y Xool, y en Tupinambá en Monte Hermoso, además de conseguirse comunicándose con el Instagram de Andrés en @correcaminosmundo

   Andrés va construyendo cada historia haciendo pie en un a trama literaria en la que se entremezcla información con sentimientos y pasiones, el viaje exterior y también el interior, el reflexivo, el que toca las fibras íntimas. Y lo hace como si aún estuviera ahí, en esos lugares, llevando al lector por sus tantos paseos, algunos organizados y otros más improvisados.


Su esposa Inés y sus hijos Gina y Branco, los que bancan, apoyan y acompañan todas sus "locuras".

   Las páginas de Correcaminos son una invitación a sumergirnos en ese tipo de experiencias que nos proponen conocer más sobre otras culturas, abrirnos a la revelación de que somos tan iguales como diferentes y a ser conscientes de que es cada vez más urgente  aceptar y respetar los distintos modos de percibir la vida y de expresarla, eso que hoy denominamos diversidad (y que podríamos también llamar riqueza). 

   El hecho de que en el libro no haya imágenes ni ilustraciones no fue fruto del azar. La idea del autor fue dar vía libre a la imaginación del lector, en una búsqueda por habilitar su subjetividad, por dejarlo crear su propia versión de los rostros y paisajes narrados.

   En la mayoría de las historias, Andrés se detiene en los gestos, en los detalles, en la grandeza que encierra la simplicidad de la gente común que con actos solidarios y atentos hace la diferencia. Recuerda, por ejemplo, a Kidane, un adolescente africano que soñaba jugar con Messi mientras pateaba una pelota de trapo en Lalibela, Etiopía. El chico lo invitó a casa de su tía, una vivienda casi vacía y con pisos de tierra, a tomar café. Esto lo conmovió profundamente. Es que dar, cuando se tiene, es una buena acción, pero dar todo lo que se tiene, es algo diferente. Y hacerlo por un extraño es la excepción que, si fuera regla, cambiaría el mundo. 


Kidane, de rojo y blanco, junto a Inés. Por botines, un par de ojotas. Sueña jugar con Messi.

   Su entusiasmo por vivir aventuras, por ser un explorador sin libreto, como nuestros más grandes maestros, los niños, lo llevó a realizar un programa de televisión, hace más de 10 años, sin tener ningún tipo de experiencia en el rubro y con equipos de filmación rudimentarios. Y, poco a poco, se fue profesionalizando sin perder el espíritu que lo impulsó desde el inicio.


Los Emberá Querá, en Panamá. Fueron invitados a danzar con las mujeres de la comunidad.

   Pasó de dar clases en la universidad a viajar por el mundo para asumir los más insólitos desafíos como el escaparse de una comisaría en Jordania (lo habían detenido por tomar una foto al cuartel de la policía), participar de un baile con originarios de la comunidad Emberá Querá (en Centroamérica) dar un paseo corto en góndola en Venecia o jugar un partido al básquet en las calles del famoso Harlem neoyorquino.

   La presentación de Correcaminos, 40 historias por el mundo

   Durante la presentación del libro -que tuvo lugar en la Casa de la Cultura de nuestra ciudad, a sala llena, días atrás- el autor dialogó con el ingeniero, periodista y colega suyo en la radio, Mario Minervino, quien lo fue llevando a través de preguntas a contar los modos de transitar sus experiencias y las motivaciones para viajar y escribir.

   En esta apacible charla con invitados Andrés confió su debilidad por Grecia y su interés (como ex jugador de básquet) por hacer saber a sus interlocutores (a todos los interesados y no interesados) que es de la misma ciudad que Manu Ginóbili y que jugó un partido con él “cuando todavía no había mutado a su condición de extraterrestre”, aunque la mayoría no le cree.

   Además de estar en Atenas varias veces (ama sus playas, las personas, la comida, el idioma, le gusta todo) también estudió griego y leyó gran cantidad de libros sobre su historia.

   Suele sentarse por horas a apreciar los monumentos que lo conmueven, junto a su esposa Inés. En Egipto, contó, un tour los llevó a comprar perfumes y se quedaron con ganas de estar más tiempo frente a las pirámides. Al día siguiente tomaron un colectivo de línea en El Cairo y volvieron al lugar.   

   “Nos quedamos sentados ahí sin hacer nada, simplemente mirando. Era lo único que había que hacer. No hacía falta más nada”, destacó, ratificando que no busca adquirir productos ni acumularlos sino entregarse a la magia de contemplar.


En Mykonos, Grecia, uno de sus lugares favoritos en el mundo, aunque cuesta tanto elegir.

    En este destino descubrió la Ciudad de los Muertos: “un cementerio gigante que la gente se apropió como vivienda. Se metieron en los mausoleos y hoy viven cientos de miles de personas. Tuvieron que poner energía eléctrica, escuela, correo y no sé cuántas cosas más. Es algo que puede pasar en El Cairo”.

   En una ocasión, en Barcelona, compró entradas para ver un partido sin saber que iba a ver jugar a Messi. A ese capítulo lo llamó Tapas en la casa de Dios.

   Para este multifacético comunicador, cada viaje tiene tres etapas: soñarlo, planearlo y concretarlo. Y, en lo personal, una cuarta fase: la vuelta a casa.
   No se considera un viajero nómada o itinerante. Ama regresar a Bahía Blanca, ama Monte Hermoso (lugar en el que empezó a soñar con estas aventuras) a su familia y en cada regreso, empezar a nutrirse de energía vital para delinear y organizar la próxima salida.   

   Programa. Andrés es ingeniero civil, docente y creador y productor del programa de televisión Correcaminos, con el que lleva 523 emisiones. En cada entrega, suele emitir tres historias que tienen un inicio, un núcleo y un cierre. También lo hace en radio (FM Ciudad 94.7)  y ahora en la letras, donde, como le señaló Minervino, es un “amateur”, en el sentido original del término, que proviene del francés y significa “el que hace las cosas por amor”.