Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Florencia Canale cuenta la historia de un amor prohibido en una sociedad llena de hipocresía

En su flamante libro “Pecadora” , la escritora narra la vida de Camila O’Gorman, la joven que se enamoró del sacerdote jesuita Ladislao Gutiérrez, y que fue fusilada por ese amor en 1848, estando embarazada.  

Florencia Canale brindó detalles de su libreo "pecadora"

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   “Estoy enamorada, padre”, confesó. Eso no es pecado hija, el amor es una bendición. Ladislao le ofrecía calma pero la propia se le escapaba entre los dedos. Pero es un amor prohibido padre, dijo Camila en un suspiro”.

   Florencia Canale publicó su primer libro en 2013, el año que cumplió 50 años. Lo tituló Pasión y Traición y se convirtió en best Seller, estando ya por su 11ª edición. 

   Fue además su ingreso en el campo de la novela histórica, ya que ese libro refiere, nada menos, los amores secretos de Remedios de Escalada, la mujer de nuestro máximo prócer, el general José de San Martín. 

   Hasta ese momento Florencia se desempeñaba como periodista, pero finalmente cedió a la sugerencia de un compañero de trabajo de escribir esa novela que además se apoyaba en su relación familiar con Remedios de Escalada, ya que es su sobrina en sexta generación.

   A partir de ese éxito de ventas no dejó de escribir, una novela tras otra, siempre dentro del contexto histórico del siglo XIX en nuestro país, narrando historias relacionadas con Juan Lavalle, Justo José de Urquiza, Juan Manuel de Rosas. Todos personajes con vidas intensas, fuertes y complejas, “las vidas lisas no me interesan”, apunta Canale.

   Ahora ha publicado un nuevo libro con el inquietante título de “Pecadora”, en el cual narra la vida de Camila O’Gorman, la joven que se enamoró del sacerdote jesuita Ladislao Gutiérrez, y que fue fusilada por ese amor en 1848, estando embarazada.  

   Florencia Canale se mueve con sólidos conocimientos de la época en que ocurrió ese romance, estudió la vida de Rosas, la sociedad, la hipocresía de la Iglesia. Lo hizo para sus novelas anteriores y en particular para su libro La Libertina, que rescata la vida de Madame Perichón (Una espía en el Río de la Plata), la abuela de Camila.

   “Era inevitable después de conocer la vida de esa mujer no caer en Camila, ya que la relación entre ambas fue muy estrecha”, refiere la escritora.

   En diálogo exclusivo con “La Nueva.”, Canale cuenta detalles de una historia de amor que terminó de la peor manera, de una condena social que impulsó el fusilamiento de la pareja y una mujer, Camila, a quien no dudó en comparar con Juana de Arco, ​ la heroína de Francia.

Una transgresión brutal

   “Camila reía y sus ojos se encendían con ese brillo tan particular. Ella hablaba con todo el cuerpo, sus palabras eran pura aseveración vital”.

   --¿Cómo llega a interesarse por la historia de Camila?

   --Conocía la historia a partir de la película de María Luisa Bemberg y yo había escrito La Libertina, la vida de la abuela de Camila. Después de publicar ese libro era claro que iba a terminar con la historia de la nieta y Ladislao. 

   En principio el componente más interesante, el que más me inquietó fue la tragedia, esta tragedia desgarradora del siglo XIX, el asunto del amor prohibido, la transgresión brutal que termina en muerte, un amor que es castigado con el fusilamiento de ambos.

   --Es una novela con una gran ambientación histórica.

   --Claro, hay un fuerte trabajo de investigación previa, como en todas mis novelas. Sin una investigación férrea y profunda es imposible llevar adelante este género de novela. Se requiere un anclaje historiográfico serio y claro para entender una época clave en nuestra historia. Podría decir que entender la historia es clave para la vida, investigar el pasado, ir detrás de los datos, de los detalles más ínfimos. Este suceso brutal de Camila y Ladislao ocurre durante la época de Juan Manuel de Rosas, época en la cual ubiqué tres de mis novelas pero a la cual vuelvo una y otra vez cuando comienzo una nueva historia.

   --¿Cómo era Camila? No debe hacer sido fácil enamorarse a sus 18 años de un sacerdote.

   --Camila es una chica inquieta, curiosa, un poco desafiante y diferente de las mujeres de su tiempo. Tuvo esa abuela que llegó a Buenos Aires en 1818 y le ofreció una educación a la francesa, que difiere absolutamente de la que teníamos aquí, que era una educación hispánica virreinal bastante cerrada y sumisa, dentro del ala más dura de un catolicismo en el cual existía mucha hipocresía y doble moral.

   --¿Camila es quien impulsa la relación con Ladislao?

   --Claro. Camila era una entusiasta lectora, una chica diferente a sus hermanas mayores y sin dudas incómoda con el traje impuesto por la sociedad de aquellos tiempos. Esa formación impulsa de algún modo su relación con Ladislao, a quien le confiesa su amor. Él en principio duda, vacila, pero ella no, está segura de lo que quiere y lo empuja a ese romance, casi forzando un poco. No digo que ella es la que le lleva a quebrar el destino de este hombre y le ofrece la manzana como Eva a Adán, pero es quien resuelve y propone y finalmente él es quien se deja llevar, no a desgano ni con desagrado, sino con mucha convicción. 

   --¿No los asusta lo que están viviendo?

   --No, por eso es una gran historia de amor. Me parece que ellos consideran que ese amor continuará mas allá de la tierra, que se reafirmará al lado de Dios. Los dos son muy religiosos y no pierden la fe cuando “pecan”, cuando se apasiona y se enamoran. Por el contrario, confirman una y otra vez su fe fuerte e inamovible.

Morir por amor y sin pecado

   “Que inmediatamente haga suministrar los auxilios espirituales a la rea Camila O’Gorman y al reo Gutiérrez, y que luego los haga fusilar. Firma: Juan Manuel de Rosas”.

   --¿Por qué no escapan Camila y Ladislao cuándo Rosas pide su captura?

   --Es una pregunta difícil de contestar. Ella sale con joyas y dinero. Podrían haber comprado un pasaje y escapar de manera definitiva de Rosas y de su aparato de estado, que era poderosísimo. Me pregunto entonces de donde esa inocencia de suponer que en Goya (Corrientes) estaban a salvo, de no darse cuenta que los iban a encontrar. Es una inocencia rayana con una donación, una entrega. Hoy, conociendo el fatal desenlace, podemos inferir que fue un acto fallido, una ingenuidad. Pienso que tal vez sentían cierta culpa, estamos hablando del inconsciente, de algún modo sentirse criminales y buscar el castigo. Para nosotros es una tragedia y podemos preguntarnos ¿porqué no eligieron salvarse, porqué no se fueron?.

   --¿No hubo manera de salvarlos de ser fusilados? ¿Nadie salió en su defensa?

   --Unos pocos trataron de evitarlo. La propia hija de Rosas, Manuelita, intercedió ante su padre. Había recibido una carta de Camila contándole los sucesos. Le suplicó clemencia, le sugirió que ella organizaba todo para que Camila quedara en un convento. También a Rosas le pidió caridad su cuñada, María Josefa Ezcurra, hermana de Encarnación. Lo notable es que nadie la pedía por Ladislao, cuando eran ambos protagonistas de esta historia de final tan horroroso. Lo cierto es que no era fácil pedirle algo a Rosas. Pero también una gran parte de la sociedad, incluso el propio padre de Camila, pedía un castigo ejemplar para la pareja.

   --¿Rosas es el principal responsable de ordenar el fusilamiento? ¿Nunca se arrepintió?

   --Rosas pone la firma e incluso ya en el destierro, desde Inglaterra, reafirma su decisión, no la esquiva. Ahora, el propio padre de Camila pide un castigo ejemplar, lo mismo que las más altas autoridades de la iglesia. Por otra parte, la oposición a Rosas usa este hecho políticamente, opera desde la prensa fustigando al gobierno y señalando a Rosas como responsable de la situación. Esto es una realidad: la sociedad también pedía sangre.

   --¿Rosas no pide más opiniones?

   --Se reúne con los máximos letrados de Buenos Aires, los escucha. Pero los abogados, en su mayoría, reclaman un castigo ejemplar. Ese era el clima de época, pero es Rosas quien toma la decisión oficial. Lo curioso es que luego pasó a ser fustigado por la prensa opositoria. Cuando Rosas cae derrotado en Caseros, un año después, este “crimen”, así se lo mencionaba, fue un poco el puntapié inicial para sacarlo del poder. La historia de Camila y Ladislao tuvo un fuerte manejo político.

   --La Iglesia también fue dura a pesar de no ser una entidad muy sana.

   --Sin dudas. Creo que el ensañamiento es también porque Camila y Ladislao deciden no participar de muchas de las prácticas hipócritas de la época. Muchos sacerdotes llevaban doble o triple vida, tenían hijos pero daban misa. El ensañamiento con ambos me parece que es por su bondad desmesurada. La iglesia era un lugar complejo en esos tiempos, había como un caldo de cultivo, una exasperación y el ánimo de escarmentar a Camila y Ladislao era también poner un poco de orden.

El fuego sagrado

   “Dos oficiales se acercaron hasta los cuerpos calientes de sangre. Estaban muertos. Camila y Ladislao habían redimido sus culpas. Habían muerto por amor. Los habían odiado por eso”

   --Una curiosidad de la novela es la comparación final que hace de Camila con Juana de Arco, ¿de dónde nace esa similitud?

   --Hay un suceso en la muerte de Camila que me llevó a esa comparación, pero toda su vida tuvo una suerte de sujeto sacrificial, usado políticamente y además también desde la política de los cuerpos. Cuando se fusila a Camila y a Ladislao, él muere en el acto, pero ella no. Recibe un disparo en la panza y otro en el brazo, cae al piso con gritos de dolor mientras la pólvora de los disparos empieza a incendiar su falda, a quemarla viva, como a Juana de Arco. Ahí es cuando un soldado la remata, tiene como una doble muerte. En esta situación de morir casi quemada en la hoguera, sentí que era que su vida había sido una suerte de vía crucis, un final entre el fuego y la muerte.

   --¿La película de Bemberg se emparenta con los hechos reales?

   --La película fue extraordinaria por lo original, por dar a conocer los personajes, atreviéndose a hacer una historia de época de un modo magistral, incluso mostrando un sexo transgresor entre el sacerdote y su feligresa, esa enorme tensión sexual fue muy inquietante. Tiene algunos errores porque la directora tiene que ajustar a una hora y media una historia inmensa. Incluso la idea que se tenía del rosismo era bastante errada. Pero es una película excelente.

Obsesiva y detallista

   --¿Cuánto tiempo le lleva escribir una novela?

   --En general me lleva un año, entre la escritura y la investigación. Mis novelas son del siglo XIX, una época que tengo bastante investigada. Sin embargo siempre me gusta volver a ese tiempo de Rosas, un gobernante que dividió el siglo XIX en dos.

   --¿Cómo escribe? ¿Tienen horarios? 

   --Tengo un esquema de trabajo y soy muy obsesiva, estructurada y detallista, casi insufrible. Escribo todos los días y cuando no lo hago estoy armando algo en mi cabeza, escenas, situaciones. En general a la mañana corrijo lo que escribí el día anterior y después del mediodía escribo lo nuevo, tratando de terminar una escena cada día.

   “Cuando no escribo me angustio un poco y trato de recuperarlo al día siguiente. Para mi escribir es un trabajo metódico y en soledad. No puedo hacerlo en bares o en sitios con ruido o gente porque me desconcentro. Necesito mucho encierro y tener mis libros a mano por si tengo alguna consulta”.