Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Opinión: después de un tiempo bajo la tierra

El coronavirus ya imprimió muchos cambios en la vida diaria y sin dudas también lo hará en nuestra sociedad y en el mundo. 

Por Lic. Hugo Stortoni

 

   La República Argentina arrastra problemas graves, gravísimos, tanto así que llegan a ser estructurales, desde hace larguísimas décadas estas problemáticas afectan a la gran mayoría de sus ciudadanos, quienes no logran cubrir sus necesidades básicas; estas deficiencias siguen estando hoy más insatisfechas que nunca, pero quedan ocultas al radar mediático ya que están siendo eclipsadas por el coronavirus, el protagonista absoluto.

   Las NBIs –necesidades básicas insatisfechas-, siguen ahí, eso no es ninguna revelación, y se están propagando a cada vez más argentinos, pero quizá podamos hallar en esta pandemia oportunidades que nos ayuden a erradicar este “virus endémico de las NBIs”.

    El coronavirus ya imprimió muchos cambios en la vida diaria y sin dudas también lo hará en nuestra sociedad y en el mundo, en esos cambios están las claves; para aprovechar esas oportunidades hay que anticiparse y estar preparados sin esperar al día después del covid-19 para articular las políticas necesarias o pensar las estrategias de inserción internacional.

   Golpea fuerte en nuestra economía nacional -y en nuestro pueblo-, más fuerte que en otros países.

   Cuando se decretó la cuarentena, hace dos meses atrás, nuestro economía estaba en terapia intensiva, con las defensas bajísimas y un pronóstico reservado.

   Lo recomendable en estos casos, según los libros indican, era mantener activa la economía y cuidar las variables macro, pero tomar este camino era negar la realidad y arriesgarnos a que se superen las capacidades de atención sanitaria. No poder atender a los contagiados crearía más contagios, nos diezmaría y al final el desorden y caos civil sobrevendría.

    Algo de esto ya se está viendo en el mundo.

Entonces la decisión política de entrar a la cuarentena tempranamente, ó sea, inmediatamente después de la aparición del primer caso covid-19, apuntó a preservar la vida de los ciudadanos y el orden social por sobre mejorar la mala salud económica de nuestro país.

Es probable y más que cierto que al finalizar totalmente la cuarentena tendremos una economía aun más debilitada; pero contaríamos aún con la capacidad instalada y los recursos humanos necesarios intactos para reiniciar la economía, sin contar que sentiremos el ánimo alto porque habremos ganado la batalla entre todos juntos.

   Lo que viene se asemeja a una economía de posguerra, aunque como se dijo arriba, no habrá destrucción de la capacidad instalada industrial, ni de la infraestructura o de los recursos humanos, pero sí serán escasos los recursos económicos, con bajas en la producción, destrucción de empleos (por muchas empresas en quiebra o en vías de), índices económicos desfavorables (mayor inflación por citar uno) y varios males más.

   La tarea que tenemos por delante se avizora mas difícil que lo que estamos padeciendo en la cuarentena.

   Sin embargo, el mundo está cambiando debido a esta pandemia, y estos cambios pueden traer oportunidades para la Argentina, este nuevo contexto podría sernos favorable si podemos aprovechar los recursos que supimos preservar y las ventajas comparativas que siempre tuvimos.

La resignificación de la Globalización y la inserción de una nueva Argentina en el concierto internacional.

Después de las dos grandes guerras en Europa se empieza a vivir el fenómeno de la Globalización, y con la posguerra fría se ensayan las uniones aduaneras y las comunidades internacionales se integran de a poco. Luego la tecnología y la eliminación de las fronteras en los negocios hicieron el resto.

En nuestro país hace más de 25 años que venimos hablando, intentando entender y viviendo esta “globalización”, empero este proceso fue perdiendo fuerza mundial con la crisis económica del 2008, luego con la guerra comercial Chino-Norteamericana y hoy, con la pandemia del Covid-19, se da un cisma que lo cataliza y obliga a replantearse la forma en que nos relacionamos internacionalmente.

   Aunque esto no signifique el ocaso de la globalización, si será una re-significación del proceso en sus alcances y su dinámica tal como la conocemos.

   La Argentina tuvo siempre una relación, sino ambigua, al menos pendular con el proceso mundial de la globalización, la constante de nuestra política exterior, sin juicios valorativos, siempre fue la ausencia de una política de Estado univoca allende gobiernos de distinto signo ideológico, ergo nunca pudimos afianzarnos en ningún espacio internacional sea cual fuere el que se deseara ideológicamente, ahora este cambio en el paradigma de la globalización nos plantea una nueva oportunidad para establecer un norte en este sentido.

   La mayor interrelación e interdependencia, nacional y del ser humano, que la globalización trajo consigo, van a seguir presentes en muchos órdenes de la vida humana post-covid, no va a cambiar la fluidez en las comunicaciones telemáticas, o la amplia conectividad del turismo internacional, ni las empresas globales van a desaparecer o dejar de producir con componentes multinacionales, entre otras muchas realidades actuales que fue dando el ser humano contemporáneo, como respuestas adaptativas a su entorno cambiante.

   Uno de los cambios que sí se están dando a nivel global y que puede ser una oportunidad para nuestro país está en el re-shoring, que significa volver a producir en el país de origen con insumos locales no importados.

   Este regreso obligado que está operando a nivel mundial en la producción de bienes y servicios, modificará los flujos del comercio internacional para la producción, redirigiendo parte de los mismos desde Asia hacia occidente.

    En lo que refiere a la producción de bienes y servicios en empresas pequeñas y medianas, habrá un quiebre, donde la seguridad en la obtención de insumos y productos va a primar sobre los menores costos e incluso sobre la mayor calidad que se conseguía allende las fronteras, va de suyo que las políticas comerciales de las naciones simplificarán su intrínseca problemática ya que las empresas buscarán la eficiencia productiva y la inmediatez de los recursos para sus producciones.

   Crisis es oportunidad. Confucio se lo dijo a los chinos, que desde hace más de 60 años avanzan sin pausa.

   La alternativa de Argentina esta en apuntarla, en esta gravísima crisis, a fijar un plan de largo plazo que se traduzca en una transformación desafiante que atienda el dolor de los más necesitados y construya un país para todos, incluso con el mercado.

El autor del artículo, Hugo Stortoni, es bahiense, licenciado en Relaciones Internacionales de la USAL, con Posgrado en la UCA, analista político, corresponsal internacional, Becario Fulbright, y profesor universitario de Globalización y Procesos de Integración Regional.