La difícil misión de dar clases en tiempos de cuarentena
Para garantizar la continuidad pedagógica, maestras y profesores bahienses utilizan todas las herramientas posibles.

Por Pablo Andrés Alvarez y Mario Minervino / [email protected]
Audionota: Romina Farías (LU2)
El “aislamiento social, preventivo y obligatorio” generó un desafío enorme para el sistema educativo argentino.
Garantizar la continuidad pedagógica es el gran reto, tanto de equipos directivos, docentes, alumnos y también padres.
Y en ese sentido, la enseñanza de manera virtual pasó a tener relevancia. Y pasar del aula del colegio a estudiar en casa, ya es de por sí un cambio importante para todos los sectores.
A ese paradigma se enfrentan las docentes bahienses, que contaron sus experiencias en estos ya casi 20 días que lleva la cuarentena y sin fecha de retorno aún a las clases tradicionales.
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María Belén Molini es docente de matemáticas en seis cursos (dos cuartos, tres quintos y un sexto, distribuidos entre las escuelas media 2 y 14 y el Colegio Americano).
“En total, son alrededor de 100 alumnos, por lo que es bastante complicado coordinar las tareas. Es una experiencia nueva, sobre todo porque la escuela pública tomó una dirección y la privada adoptó otra forma de enseñanza a distancia”, manifestó.
En la escuela pública se decidió utilizar la plataforma digital Classroom.
“Allí trabajo con cuatro cursos. Al principio fue bastante engorroso explicar cómo se subían los trabajos, pero tiene de positivo que es ágil y comprobable, porque sirve como seguimiento para docentes y directivos sobre lo que hacen los alumnos. Todos ven todo”, contó.
Lo negativo: tiene muy poca interacción con el alumno.
“Por eso, es muy difícil involucrarlos y que participen en el desarrollo de las tareas. No preguntan, quizás porque tienen temor de que los carguen los compañeros”.
En el sector privado, en tanto, decidieron que los docentes faciliten emails para enviar las tareas.
“Al ser más privado e individual el contacto, se involucraron mucho más. Me envían muchas más consultas por ese medio que por Classroom. Se hace más fluido el ida y vuelta”.
Uno de los problemas con los que se encontró María Belén fue el acceso a las tecnologías.
“Tengo casos de alumnos que no tienen computadora o bien que esa computadora es usada por muchas personas, por lo cual no le queda demasiado tiempo para hacer las tareas”.
Pero le buscó la vuelta. Y la encontró.
“Funcionó muy bien el grupo de whatssap, sobre todo en los cursos más avanzados. Porque pueden hacerla a mano y me envían la foto del trabajo, desde su propio celular. Y la respuesta es aún más rápida”.
De todos modos, reconoce que seguir el programa es casi imposible.
“Ni siquiera tuvimos la semana de diagnóstico, por lo que estoy evaluando eso y a su vez dando nuevos contenidos. Obviamente que cuesta mucho seguir el programa previsto. Va bastante más lento que en la clase tradicional en el aula. Estoy empezando a utilizar el video como herramienta, porque en esta materia es difícil explicar todas las cosas en forma virtual y escrita".
--¿Puede haber disparidad al momento de retornar a clases?
--Seguramente. Hay chicos que llevan todo al día y otros que se van atrasando. Cuando notamos estas situaciones, la trasladamos al equipo directivo para que realicen un seguimiento especial y averigüen los motivos. Es como dar una voz de alerta. De todos modos, estamos muy contemplativos por el contexto, pero no queremos que se aprovechen de eso, porque no están de vacaciones.
--¿Cómo te imaginas la vuelta?
--Primero se debe evaluar cuándo retornarían y qué tiempo queda de ciclo lectivo. Por ese motivo, y en caso de extenderse la cuarentena por mucho más tiempo, habría que analizar muy bien si es conveniente mantener el ciclo lectivo o tomar este año como nivelación general y diagnóstico. Es una opinión muy personal.
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Gisella Iaquinta trabaja en dos escuelas privadas de nuestra ciudad (un primer grado y un cuarto).
Y ambas tienen criterios distintos.
“En una, se hace todo por email. Enviamos la tarea a dirección, la analizan y se envía a los correos de los padres. En la otra nos manejamos con grupos de WhatsApp. Hasta el momento, en ninguno nos informaron sobre cómo evaluar”, señaló.
Y agregó: “Busco actividades referidas al contenido planificado, pero adaptado a esta situación. Por ejemplo, en vez de leer el cuento, propongo mirar la peli en familia y que narren, entre otras cosas, hace cuánto tiempo que no podían hacer. Y se enganchan”.
“En lo personal, me gusta más utilizar el WhatsApp, porque es una herramienta rápida y de contacto directo. Tenés la voz, podés enviar un video, una foto. Para los más chiquitos, con los que ni siquiera pudimos terminar el ciclo de adaptación, es un mimo y los incentiva a hacer las tareas”.
En ambos casos, los intermediarios son los padres.
“Es fundamental la tarea de los padres. Yo les digo que somos equipo. Y da buen resultado en general. Obvio que hay casos que no participan y no sé si hacen las cosas bien. Eso da un poco de temor, pero supongo que lo iremos resolviendo.
--¿Se puede seguir el programa previsto o lo vas modificando?
--Trato de seguirlo, con otras herramientas. En cuarto es más fácil, porque los chicos ya tienen el hábito. En primero voy viendo, porque no todos escriben. Y necesitan más el contacto personalizado.
“Por ejemplo, el otro día analizamos Cenicienta; Jack y las habichuelas mágicas y Shrek. Cómo eran los personajes en cada cuento. Por qué siempre el ogro tenía que ser feo y malo y la princesa linda y buena. Eso me permitió ver reglas ortográficas. Es un trabajo de artesano”.
--¿Y cuánto tiempo le dedicás?
--Todo el día, todos los días. Te llegan mensajes a cualquier hora, porque no todos hacen los trabajos a la misma hora. Y no puedo no atenderlos. Te mandan una foto de un trabajo y una respuesta hay que darles, sea la hora que sea.
Pese a que lleva casi 20 años en el sistema educativo, admite que la pandemia cambió su estilo de enseñanza.
“En este tiempo me convertí en otra seño. Soy payaso, narradora, inventora. Espero que el retorno a clases sea un espacio lleno de besos y abrazos, porque te aseguro que lo demás se aprende siempre. Mejor o peor, pero siempre hay tiempo para aprender”.
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Fernanda Fuentes trabaja en tres escuelas secundarias públicas (26, 5 y Ciclo Básico, ésta última dependiente de la UNS), en las que encontró realidades sociales distintas para encarar la enseñanza en forma virtual.
“Las realidades de los alumnos son todas distintas. Y una tiene que adaptarse a eso, de todas las formas posibles, para no perder el hilo”, reconoció.
Y añadió: “En mi caso, trabajó permanentemente desde casa en grupos de Whatsapp con el personal directivo y colegas y por email para aulas virtuales. En la secundaria 26 comenzamos a utilizar Classroom, pero nos topamos con que no todos tienen acceso a Internet, o que ni siquiera tienen una computadora. Entonces optamos por utilizar unos cuadernillos que llegaron desde el Ministerio y se entregaron, junto con alimentos, a las familias que lo necesitaban”.
“En la Media 5 nos manejamos por email y también se abrió un canal de comunicación por Facebook, que es una de las redes sociales más utilizada por los chicos. Y en Ciclo Básico trabajamos con plataforma Edmodo, reforzado con un grupo de Whatsapp para evacuar dudas y explicar cosas puntuales”.
Curiosamente, Fuentes señaló que nota mucha ansiedad de los alumnos por volver a las clases tradicionales.
“Ahora sienten que se les da mucho más que si fueran a la escuela. Y no creo que así. La clase en vivo no es lo mismo que en soporte virtual; porque no se interpreta de la misma manera o no se llega a entender. No estamos habituados, y para todos es difícil. En nuestro trabajo, el contacto visual es muy importante, ahí uno ve si el chico comprende”.
--¿Cómo te imaginás el retorno a las aulas?
--Me parece que en algunos puntos habrá agujeros negros. Desde lo pedagógico va a haber un desfasaje respecto a lo que normalmente se trabaja. Hoy es muy difícil nivelar. Vamos a tener alumnos que entendieron e hicieron todo y otros que se desentendieron.
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Angélica Careno es directora de la Escuela Primaria 26 (ubicada en el Camino Parque Sesquicentenario 9650), que tiene comedor, y vice en la Primaria 48 (Fabián González 290).
“Hay que trabajar en forma coordinada entre el equipo directivo y los docentes. En ese sentido, en ambos establecimiento, todas las noches nos comunicamos con los docentes para coordinar las labores que se darán el día posterior”, explicó.
Pero en la 26 se sumó un condimento a la currícula.
“También nos tuvimos que hacer cargo del comedor, porque muchos chicos comen únicamente en la escuela por las dificultades que atraviesan las familias. Este es un trabajo que hacemos en forma coordinada con el equipo de Orientación Escolar, en el que nos comunicamos con las familias para proveerlos. Más allá que trabajamos bajo los lineamientos dados, es difícil contener la ansiedad y necesidad de las familias”.
“En ese contexto, es difícil darle prioridad a lo educativo. Pero intentamos llegar de todas maneras, utilizando todas las vías disponibles. Algunas se manejan con la plataforma Classroom y otras utilizan, email, whatsapp o mensajes de texto. Si todo eso es inaccesible, los proveemos de cuadernillos impresos, porque se suma que la escuela 26 está en las afueras y muchos alumnos viven en zona de campo, por lo que no tienen conectividad”.
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José Luis Fernández es arquitecto, docente en dos materias de la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional del Sur, y se mostró entusiasmado con esta oportunidad de ensayar una metodología virtual para tomar exámenes, recurriendo a los distintos sistemas de comunicación que plantea la casa de altos estudios ante la epidemia de coronavirus que impide la asistencia de alumnos y profesores a las aulas.
Precisamente, los docentes de Arquitectura fueron de los primeros en aplicar este esquema a distancia, incluso antes de que la medida fuera adoptada formalmente por la universidad.
“La experiencia de tomar evaluaciones finales de esta manera es muy buena”, indicó, al tiempo de mencionar que, como en todos los casos en que se ensaya un nuevo formato en docencia, en los mismos se pueden encontrar ventajas y desventajas.
“Quizá la ventaja más interesante de esta metodología no presencial es que obliga a docentes y alumnos a tener más precisión en el uso de las palabras, a elaborar conceptos claros y precisos, tanto al momento de hacer preguntas como al brindar una respuesta”, señaló.
En particular en materias como Historia de la Arquitectura esa situación se hace más manifiesta, ya que los conceptos que se desarrollen deben dejar en claro los conocimientos que se tienen.
“Se exige una especie de optimización obligada del lenguaje, en parte por estar hablando frente a una cámara y también por no estar compartiendo el mismo espacio físico”.
Para otras materias, basadas en la realización de talleres, donde en el aula se trabaja en equipo, con una participación activa de los alumnos y la constante consulta a los docentes, los finales toman otro esquema, ya que no se trata tanto de asignaturas con contenido teórico sino más bien basadas en la creatividad y el desarrollo.
“En este caso la idea es plantear un trabajo para que lo resuelvan en un tiempo determinado, ir haciendo correcciones y armar video llamadas grupales. Es una experiencia también interesante”, indicó.
Para este caso apunta algunas desventajas de lo virtual respecto a lo presencial, ya que se dibuja exclusivamente en la computadora –“se pierde el contacto con el papel”, no se tiene una mirada completa del trabajo y, sobre todo, se resignan los comentarios y observaciones espontáneas, propias del espíritu de trabajar en grupo, en la misma mesa y ante una misma búsqueda.
Por último, Fernández destacó lo interesante de desarrollar este formato a distancia, de tomar experiencia en las herramientas virtuales, tanto para dar clases como para tomar exámenes.
“La verdad que es una variante de enseñanza que hay que aprender y desarrollar. No sólo por la situación particular de esta pandemia, sino porque es parte de las formas que para la educación se van a desarrollar en el corto plazo. Es una interesante experiencia para aprender a manejarse, tanto profesores como alumnos, en otras condiciones de tiempo y espacio, donde si bien pierde cierta espontaneidad, obliga a ser más precisos, a trasmitir ideas de manera concreta”, finalizó Fernández.