“Reparto carne, pero de la vaca lo único que sé es que tiene 4 patas y hace muuu…”
Walter Linares, volante de Sporting y futbolista emblemático de la liga del Sur, es uno de los tantos bahienses que no se puede quedar en su casa a cumplir con el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Distribuye pedidos en un camión frigorífico y le generó mucha gracia contar su historia.
Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]
(Nota publicada en la edición impresa)
“Reparto carne, pero de la vaca lo único que sé es que tiene cuatro patas y hace muuu…”.
Si así arrancó la nota con Walter Linares, jugador de Sporting y largamente consagrado en el fútbol de la Liga del Sur, imagínense lo que vino después.
Le cuento: desde hace cuatro meses, el “Pato” en actividad más conocido del ámbito local, trabaja en un camión frigorífico distribuyendo carne vacuna por toda la ciudad. Sin entrar en detalles, es empleado de una firma privada que se dedica a la compra y venta de medias reses listas para ser despostadas.
“Me gusta lo que hago. Al principio iba de vez en cuando, pero ahora voy todos los días porque para aprender hay que estar al pie del cañón. En este oficio hay poca teoría y mucha práctica”, señaló el volante creativo nacido y criado en Villa Nocito, quien trató de trazar un paralelismo entre la labor actual y la que cumplía anteriormente: reparto de bebidas (aguas, sodas y gaseosas).
“En el sentido de subir y bajar del camión constantemente, es lo mismo, aunque con la carne hay que tener mucho cuidado porque es un alimento de primera necesidad. Cada vez que abrís la caja, que actúa como cámara frigorífica, tenés que controlar que no falte ni sobre frío. Además, en el traslado al supermercado o al negocio no puede fallar nada del protocolo”, indicó el ex La Armonía como si fuera un experto en la materia.
--En medio de esta pandemia del coronavirus, ¿qué cambios notaste en el quehacer cotidiano, laboralmente hablando?
--Existen un montón de situaciones distintas a la época donde todo era normal. La gente vive con miedo, le presta atención a los recaudos y toma la distancia necesaria cuando te habla o te tiene que firmar la planilla de entrega. Por ahí vos, en la vorágine del día a día, no te das cuenta que tenés que actuar diferente, pero los clientes te marcan la cancha respetando las medidas de prevención básicas y necesarias.
“Nosotros también cumplimos con las precauciones del caso, tanto las obligatorias como las otras que no lo son”.
--¿Por ejemplo?
--Utilizamos guantes, barbijos y nos lavamos las manos antes y después de entregar cada pedido. Una vez arriba del camión nos frotamos las manos con alcohol en gel. Esa rutina la repetimos unas 50 veces en el transcurso del reparto.
“Creo que la gente le tiene respeto a todo lo que está sucediendo con la pandemia, aunque últimamente no sé si le teme más al virus o a la economía. Mucha gente me dice: `me quedo en mi casa para no gastar plata’. Está difícil vivir en medio de tanta incertidumbre”.
--¿Ves mucha gente dando vueltas por la ciudad?
--En los últimos días sí. Muchos no entienden o no quieren entender, y a otros no le interesa absolutamente nada. Igual creo que son los menos. También se ven a los que salen a buscar el “mango”, ¿y a esos qué les vas a decir? Hay personas que viven desinformadas, pero la mayoría entiende la gravedad de la situación y cuando salen a comprar algo son responsables y vuelven rápido a sus casas.
--Arrancás muy temprano el día: te levantás a las 3 para entrar 3.30. ¿Cuesta ir a trabajar a un horario donde sabés que muchos conocidos tuyos recién se están yendo a dormir?
--Ya me acostumbré. A las 3.30 me pasan a buscar mis compañeros (Martín Lucanera y Julio Larriaga), llegamos al frigorífico, cargamos y a las 7 arrancamos a repartir.
“Hoy en día, al no estar entrenando en Sporting, tengo más tiempo para descansar. Por lo general estamos terminando cerca del mediodía, aunque todo depende de la cantidad de pedidos a entregar”.
--¿Cuántas medias reses llevan para cubrir un reparto grande en Bahía?
--Alrededor de 50 o 60 y visitamos entre 20 y 25 clientes. El camión va lleno, porque a las medias reses le tenés que agregar las bolsas de achuras y vísceras que llevamos aparte.
--¿Cuánto conocés de la vaca más allá de saber que tiene cuatro patas y hace muuu…?
--Ja,ja… Casi nada. Estoy aprendiendo y le voy agarrando la mano de a poco. Los que crean que esto es fácil, como yo pensaba, están tremendamente equivocados.
--Si algún carnicero te pide un consejo, ¿qué le decís?
--Que esa vaca que le estoy dejando le pegaba tres dedos y era una maravilla con la pelota en los pies… (risas). No puedo aconsejar a nadie; no entiendo nada.
“A la mayoría de los clientes les dejo el pedido y sigo viaje, si me pongo a hablar con alguno es porque me preguntaron algo de fútbol. Es el único tema con el que me siento cómodo. De carne nada, miro la media res y no sé si fue un animal flaco, chico o grande. Lo que si le aseguro es que el asado, lo haga al horno o a la parrilla, va a salir súper tierno.
“A veces me preguntan por un corte o por la textura de la carne, y para mi es idioma chino. A todos les respondo lo mismo: ya me voy a poner a tono con las partes de la vaca”.
Sus compañeros, Julio Larriaga y Martín Lucanera, le hacen el aguante. ¡Cómo deben hablar de fútbol!, ¿no?
--¿Ahora comés más carne que antes?
--No. En el camión no sobra nada y “Fito” (Rodolfo Cuello, su “patrón” y su entrenador en el rojinegro puntaltense) no larga nada ni aunque lo amenaces con gendarmería nacional… (risas). Por ahora llevamos los pedidos justos y lo hacemos rápido, pero cuando la situación se normalice y venga el frío, se va a complicar.
¿Hasta cuando, “Pato”?
Cuando Linares retome los entrenamientos en Sporting, va a salir de su casa a las 3.30 y va a regresar a las 19, cuando recién pueda volver de Punta Alta a su domicilio actual en el barrio Noroeste.
“Uhhh… Ni me lo digas. Lo hice un tiempo, a las 8 de la tarde (o de la noche) ya hacés todo por inercia; parecés un zombi. A esa hora llegó a casa roto y lo único que quiero es cenar para irme a dormir. Si camino o me distraigo hablando con alguien no pasa nada, pero si me tiro en el sillón a mirar tele paso a la otra vida seguro… (risas)”, sostuvo Walter.
“Mi novia (Siria) me trata de mantener despierto y aguanto, pero no más allá de las 23. ¿Mirar una película? No, se me bajan las persianas a los 5 minutos. Trabajo de lunes a sábado, el único día de la semana que aprovecho para hacer un asado y tomar fernet”.
“El cambio de horario me modificó la vida. Cuando mis hijos (Demian, de 8 años, y Gael, de 2) vienen a casa porque les toca estar conmigo (lunes, miércoles y viernes y fin de semana por medio), me piden que tenga las mismas pilas que ellos. Juego y comparto hasta donde puedo, y ser ríen porque soy capaz de quedarme dormido arriba de una bicicleta o con la cabeza apoyada en la play”.
--¿Salieron futboleros como vos?
--El más grande me salió medio “ojota”… (risas). Por el momento no sabe que es lo que quiere, que deporte practicar, pero lo dejo, es chico y no lo quiero presionar. Al otro le interesa el fútbol, es zurdo, así que por ahí sale bueno.
--¿Era necesario este trabajo, del fútbol solo ya no podías vivir?
--Del fútbol se vivía, pero ya nada es como antes. Lo importante de tener un trabajo bajo relación de dependencia es que te asegurás una estabilidad laboral, algo muy difícil de conseguir en los tiempos que corren. En esta época valorás mucho tener un trabajo, porque esta pandemia que aqueja al mundo está dejando a mucha gente sin comer.
--En Sporting, ¿te cargan por ser empleado del DT?
--Me vuelven loco, ni siquiera les importa que “Fito” es mi amigo y que lo conozco prácticamente desde que nací. Me dicen: “decíle a tu papá que el domingo te ponga de titular”. Están todo el día con eso, no se cansan.
--Claro, tenés la 10 y la cinta de capitán…
--“Fito” es un hermano para mi, pero en el vestuario es el entrenador y me trata como a uno más del plantel. Sé que para jugar me tengo que romper el culo, porque en eso “Fito” no hace diferencias y todos los jugadores partimos desde el mismo lugar en busca de ganarnos el puesto. El grupo que hay en Sporting es fantástico.
--¿Hasta cuándo pensás que vamos a seguir sin fútbol?
--Esto va para largo; veo que es casi imposible empezar a jugar antes de julio. Va todo muy lento y me parece que la Liga apunta a jugar un solo torneo Oficial y no dos como estaba previsto para este 2020.
“Existe otro tema no menor: si se reanuda el fútbol y el gobierno decide que sea a puertas cerradas en todo el país, no creo que la Liga del Sur arranque. Jugar sin público no le hace bien a la economía de ninguno de nuestros clubes.
--Dentro de tanta malaria, a Sporting le vino bien no arrancar para poder recuperar futbolistas lesionados.
--Ese puede ser un aspecto positivo, pero es difícil mantener la base física después de haber hecho un gran esfuerzo en la pretemporada. Cuando volvamos a los entrenamientos normales, empezaremos casi de cero otra vez.
--Cumpliste 37 años, pero me dijeron que pensás jugar hasta los 40. ¿Es cierto?
--Ja,ja. Voy a seguir hasta que “Fito” me de un reparto completo de carne y tenga que estar arriba del camión mañana y tarde… (risas). Me siento bien y voy a seguir insistiendo. Cuando vea que las ganas de ir a entrenar no sean las mismas de siempre, ahí pensaré en colgar los botines, pero siento que esa posibilidad todavía está muy lejana.
“Después del retiro no sé si seguiré ligado al fútbol, nunca pensé seriamente en ser entrenador. Veremos, no me hagas pensar algo que todavía no quiero ni imaginar”.
Poca “pasta” de vendedor
Antes de terminar, le pedí: “Pato”, vendeme un costillar. Me tenés que convencer para comprarlo.
Salió así…
“Tengo poca `parla’, pero te ofrezco carne de calidad y con toda la garantía. Si invitás a alguien a comer, no vas a quedar mal, siempre y cuando el costillar lo hagas al asador”, fue el consejo de quien en el exterior pasó por el fútbol de Ecuador y Guatemala.
“Lo que si te aconsejo es que arranques con una lengua a la vinagreta de entrada y algunos chinchulines para picar antes de que esté listo el costillar”.
“Pato”, lo tendré en cuenta…