Aniversario del Titanic: La última entrevista de la última sobreviviente
A modo de homenaje y para recordar los 108 años de la catástrofe del transatlántico más famoso del mundo, se difundió la nota que dio Millvina Dean años antes de morir.
La Fundación "Titanic" recordó la última entrevista que brindó Millvina Dean, la pasajera más joven del famoso barco, a modo de recordatorio por cumplirse el pasado 14 de abril los 108 años del hundimiento del transatlántico.
Se trata de la única entrevista que brindó a un medio de origen español, con el periodista Jesús Ferreiro, presidente de la Fundación "Titanic".
Por ese entonces, Elizabeth Gladys Dean, más conocida como Millvina, contaba con 94 años y fue, ni más ni menos, la persona más joven que embarcó en el "Titanic" en el puerto de Southampton, el 10 de abril de 1912.
Allí, en su casa, se encargó de derribar varios mitos que crecieron en torno a aquella fatídica noche.
-- Millvina, ¿usted nació aquí, en la misma ciudad desde cuyo puerto zarpó el "Titanic"?
-- No. Aunque en muchos libros que han escrito sobre la historia del "Titanic" dicen que yo nací aquí, el dato no es correcto. Yo nací en Londres, 2 de febrero de 1912, es decir, 38 días antes de que mis padres embarcaran. De las 2.208 personas que íbamos a bordo del “barco de los sueños”, yo era la más joven.
-- Embarcó toda su familia?
-- Si. Íbamos mis padres, Bertran Frank Dean y Georgette Eva Light, y mi hermano Bertran.
-- Por qué emigraba su familia?
-- Mi padre había soñado siempre con montar una tienda de tabaco en América, más concretamente en la ciudad de Wichita, en Kansas. Ahorró durante toda su vida para poder comprar los billetes del barco y abrir una tienda allí.
-- Tuvo que ahorrar mucho porque para viajar en un barco de esas características hacía falta bastante dinero ¿no es cierto?
-- Si. Trabajó muy duro durante toda su vida, pero lo hacía con ilusión, quería cumplir un sueño. Pero permítame aclararle que viajábamos en el "Titanic" en tercera clase, no en primera.
--¿ Le contó su madre como fue el día en que subieron a bordo?
-- Mi madre nunca quiso contarme nada acerca de sus experiencias en el "Titanic" hasta que yo cumplí 8 años. En ese momento, cuando me anunciaba que pensaba casarse de nuevo, comenzó a relatarme lo sucedido y en especial cómo lo vivió nuestra familia.
-- ¿Cual fue su primera impresión al encontrarse en el puerto, frente a frente con aquel barco tan impresionante?
-- Ella siempre dijo que el "Titanic" era como si en el mismo puerto, hubiesen construido una fortaleza. Era enorme, en altura y longitud; era tan grande que la mayoría de las personas que íbamos a bordo no éramos capaces de verlo en su totalidad. Disponía de tal cantidad de dependencias que para un pasajero era prácticamente imposible conocer, especialmente para los que viajábamos en tercera.
-- Porque eligieron sus padres el "Titanic" para realizar este viaje?
-- Cualquier persona en aquel momento lo hubiese elegido. Era el barco más grande, más seguro, más confortable y más rápido del mundo. Sin duda creían que era un honor ocupar un camarote, aunque fuese de tercera clase, en el “barco de los sueños”.
-- Por qué le llamaban “El barco de los sueños”?
-- Porque la mayoría de personas que viajábamos en él, sobre todo la gente más humilde como nosotros, viajábamos para poner en marcha un proyecto. Todos soñaban, igual que mis padres, en comenzar una nueva vida en América. Algunos pudieron cumplir su ilusión; otros, como nosotros, no.
-- Como eran los camarotes de tercera clase?
-- Eran estupendos. Mi madre los describía como un poco estrechos pero muy acogedores. Sin duda, las personas que viajaban en tercera clase tenían mejores camas en el "Titanic" que en sus propias casas. Además les cambiaban las sábanas y les hacían las camas a diario, cosa que no sucedía en sus casas. El único inconveniente era que, en los camarotes de tercera clase no había agua corriente y la que contenía el depósito del lavabo, no era suficiente para los adultos y los dos niños.
-- Comían bien en la tercera clase?
-- Mi madre recordaba no haber comido nunca tanto, ni tan exquisito hasta entonces. Naturalmente no eran los refinados menús del comedor de lujo de primera clase, pero dudo que, la mayor parte de las personas que viajábamos en tercera, nos alimentásemos mejor en nuestras casas. Además comíamos tres veces al día. Nadie podía pasar hambre.
-- Como pasaban el día?
-- Al ser viajeros de tercera clase nuestros movimientos dentro del barco estaban restringidos. Mi madre hubiese querido conocer las zonas reservadas a los pasajeros de primera; quería conocer los amplios pasillos, el gimnasio, los baños turcos, las piscinas, las peluquerías, la biblioteca, etc., pero no le fue posible. No nos dejaban abandonar las zonas de tercera clase que era la cubierta inferior en popa y en proa. Por lo demás, mi padre se iba con los hombres a jugar a cartas o a charlar. También me dijo que un grupo de pasajeros de tercera clase –irlandeses- formaron una pequeña banda de música y organizaban bailes y canciones para los jóvenes.
-- Como se enteraron del choque del barco contra el iceberg?
-- Lo cierto es que no nos enteramos. Estábamos los cuatro dormidos y nos despertaron los gritos de la gente en el pasillo. Salió primero mi padre para ver que pasaba; enseguida regresó y nos cogió a los tres para llevarnos a cubierta. En esos momentos ya todo el mundo se imaginaba que algo muy grave estaba pasando.
-- ¿Es verdad que los pasajeros de tercera clase tuvieron muchos problemas para acceder a la cubierta de los botes salvavidas?
-- La versión de todos los supervivientes de tercera clase con los que yo he hablado, incluida mi madre, coinciden en negar tal afirmación. Es cierto que en aquellos momentos críticos hubo mucha confusión, gritos, desorganización… pero dudo que nadie impidiese a ningún pasajero, de ninguna clase, subir a la cubierta de los botes salvavidas.
-- Entonces no es verdad que dichos pasajeros se encontraron las verjas cerradas que les impedían el paso?
-- Ningún superviviente corrobora esa versión de los hechos. Nuestra familia no encontró ningún problema para subir desde los camarotes de tercera clase a la cubierta de los botes salvavidas. Repito, reinaba el caos y la desorganización, pero nadie impidió el paso a las cubiertas.
-- Aquello parecería una “Torre de Babel” ¿verdad?
-- Cierto. Hay que tener en cuenta que en el "Titanic" había personas de casi todas las nacionalidades, incluidos diez españoles, y que la tripulación solamente hablaba en inglés. Eso fue un gran inconveniente. En tercera clase viajaban muchos turcos, italianos, franceses, incluso chinos, que no conocían el idioma ingles, ni sabían leerlo. Eso hizo que no entendiesen las órdenes de la tripulación ni los letreros de salidas de emergencia. Fue un caos. El idioma impidió que muchos de los pasajeros salvasen sus vidas.
-- Millvina, su familia constaba de cuatro personas y se salvaron tres. ¿Como ocurrió?
-- Mis padres eran jóvenes. Eran ingleses. Mi madre era muy guapa y ella, siempre en broma, solía contar que su belleza y su simpatía, le abrió paso al bote salvavidas. Además me llevaba a mí en sus brazos y a mi hermano de la mano.
-- Sin embargo su padre…
-- Mi padre, como la mayoría de los hombres, cedieron su puesto en los botes salvavidas para que los ocupasen las mujeres y los niños. Murió como un valiente, como la gran mayoría de las personas que perdieron la vida en el "Titanic". Siempre nos hemos sentido muy orgullosos de mi padre.
-- Le contó algo su madre sobre la historia de los músicos?
-- Si. Todos los supervivientes coincidieron en manifestar que los músicos de la orquesta del "Titanic" se comportaron como unos auténticos héroes. Podrían haberse salvado todos, porque como miembros de la tripulación podrían haber ocupado el lugar de un marinero en cualquiera de los botes salvavidas, pero ellos eligieron quedarse en la cubierta del barco y continuar interpretando sus obras favoritas con el fin de hacer menos dramático el final que les esperaba a todos.
Millvina murió el 31 de mayo de 2009, a los 97 años, de Neumonía.