Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía lleva 50 años sin una obra relevante frente a la falta de agua

La última fue el dique Paso de las Piedras, que comenzó a ser construido en 1970. Hoy la ciudad vuelve a exigir inversiones estructurales.

Fotos Archivo - La Nueva

Adrián Luciani
aluciani@lanueva.com


   Hace 50 años comenzaba la construcción de la última gran obra destinada a garantizar el abastecimiento de agua potable a Bahía Blanca: el dique Paso de las Piedras.

   A partir de allí solo se sucedieron parche tras parche, o ni siquiera eso porque las pérdidas no se reparan y hoy la ciudad exhibe un amargo presente con numerosos barrios sedientos, al tiempo que no se da factibilidad para nuevas urbanizaciones por la imposibilidad de abastecerlas y se frena el crecimiento industrial por la carencia de este insumo básico.

   En 1970 Bahía Blanca tenía 167 mil habitantes y según el último censo de 2010 llegó a 301 mil. 

   Cuando se proyectó el dique se estimó que el sistema resultaría capaz de abastecer a una población de 500 mil habitantes, a partir de un consumo de 300 litros diarios per cápita, pero varias cosas cambiaron desde entonces y otras no resultaron.

   Por ejemplo, como hace 50 años el consumo no era tan elevado como ahora, de los tres módulos de potabilización previstos en la planta Patagonia sólo se hicieron dos de 80 mil m3/hora y la cisterna del Parque Independencia, capaz de equilibrar presiones y ser un elemento de reserva para afrontar las horas de mayor demanda, resulta sin exagerar una herramienta casi prehistórica, ya que fue construida en 1930.

   También no sólo prácticamente se duplicó la población (incluso con Punta Alta hoy ronda los 360 mil habitantes), sino que también variaron los hábitos de consumo y se le agregó la demanda de las grandes industrias.

   Mucho se ha discutido en torno a si efectivamente los bahienses consumen alrededor de 600 litros por habitante como viene sosteniendo ABSA, sin contar lo que se destina al Polo Petroquímico.

   En tal sentido, todo parece indicar que en ese consumo están incluidas las pérdidas del sistema ya que según datos de ABSA dados a conocer una década atrás existen barrios con un consumo de 600 litros por habitante, por caso Palihue, y otros con apenas 200 litros, por ejemplo San Martín y Pampa Central.

   Tampoco aparecen contabilizado el impacto de  las cada vez más frecuentes conexiones clandestinas.

   Si tomamos como ciertas las cifras oficiales de consumo, este tuvo la siguiente evolución: 300 litros por habitante en 1967 , 387 en 1986, 518 en 1994 y 630 en la actualidad.

   Cabe destacar que los hábitos cambiaron mucho desde aquella Bahía Blanca de 1970, cuando contar con una piscina era todo un privilegio y ahora resulta mucho más frecuente ver viviendas con alguna pileta de lona o fibra.

   Incluso los espacios ajardinados también forman parte de las nuevas tendencias, con una mayor necesidad de agua que décadas atrás.

   Probablemente el pecado más grave haya sido abandonar la determinación de la tarifa según los m3 consumidos establecidos por los medidores domiciliarios, para pasar a fijarla por la valuación fiscal de cada inmueble, en una escala que establece los valores de consumo admitidos por bimestre. Esto, obviamente, no fomente un uso racional del recurso.

¿Y ahora?

   El verano 2019/20 dio sobradas muestras de las carencias locales y puso de manifiesto la imperiosa necesidad de obras en serio para terminar con el problema.

   Mientras tanto los años pasan, la ciudad crece, y Bahía Blanca sigue envuelta en una calesita de anuncios que jamás terminan por traducirse en una solución de fondo.

   El único paso en concreto hacia adelante fue la terminación de las primeras etapas de la planta de reúso de líquidos cloacales (ahora se acaba de anunciar que no está terminada), la cual permitirá en el futuro  destinar un caudal importante a las grandes industrias, aliviando así  la demanda de agua del dique.

   Aunque polémico, el proyecto lanzado para captar agua del río Colorado, potabilizarla en Pedro Luro y enviarla a la ciudad, probablemente haya sido la única iniciativa importante que estuvo cerca de concretarse desde la construcción de Paso de las Piedras.

   En el medio hubo adecuaciones del sistema como reparación de la presa, instalación de filtros israelíes contra las algas, obras de emergencia en la crisis hídrica de 2009 (baterias de pozos y tomas superficiales de agua en el Napostá y Sauce Grande), la mencionada planta depuradora Tercera Cuenca y renovación de cañerías.

   A finales de la administración Scioli se tramitó con éxito un crédito de la Corporación Andina de Fomento (CAF) por 150 millones de dólares, gestión que incluso el hoy gobernador bonaerense, Axel Kiciloff, cuando era ministro de Economía de la Nación, se ocupó de anunciar.

   La obra se licitó en junio de 2018, durante la gestión de María Eugenia Vidal, pero nunca terminó adjudicándose y en marzo de 2019 se decidió suspenderla y volcar 50 millones de dólares de ese crédito a otras obras en el sistema de Bahía, aunque esto tampoco se concretó.

   Ahora la nueva administración parece decidida a retomar el camino y días atrás la Provincia anunció obras hídricas por 160 millones de dólares para la ciudad y la región, aunque por el momento no trascendieron mayores detalles y son varias las dudas que persisten en torno a si efectivamente el total de ese dinero se volcará en la región o, como ocurrió con el crédito anterior de la CAF que no fue utilizado, sobre 150 millones 50 iban a ser destinados a Bahía.

   En tal sentido, es muy probable que la Provincia avance rápidamente en los proyectos que vino diseñando la anterior administración, es decir, la construcción de  un nuevo módulo de potabilización en la planta Patagonia, una importante eliminación de pérdidas en la red, ampliación de algunas cañerías principales e instalación de tres grandes cisternas en Bosque Alto, Cerri y Punta Alta.

   Si bien en ese paquete inicial de obras que no pudo licitarse el año pasado no figura la construcción de un acueducto alternativo desde el dique, existen algunas versiones sobre su posible inclusión en el paquete de obras.

   Hasta ahora las chances siguen intactas, incluso sería algo factible desde el punto de vista económico si se contemplara la propuesta dada a conocer meses atrás por el ingeniero Juan Carlos Scheffer a “La Nueva.”, donde explicó que lo más caro en estos casos es la excavación, porque hay tosca en casi todo el trayecto, pero se podría levantar un acueducto antiguo, de 600 milímetros que está en pésimas condiciones, y usar la traza para colocar uno nuevo, ampliándola un poco porque correspondería un caño de mayor diámetro.

   También existen chances de que la Provincia avance decididamente en la ejecución de las etapas restantes de la planta de reúso de líquidos cloacales, sobre todo porque la Justicia también viene exigiendo medidas concretas para evitar el vertido de líquidos contaminantes al estuario.