El otro virus que hace 100 años también generó una psicosis colectiva en Bahía
La gripe española causó 50 millones de muertos en el mundo y afectó profundamente la vida cotidiana en la ciudad. Calles y paseos públicos desiertos, junto con bares y cines sin gente, fueron moneda corriente en 1918 y 1919.

Por Adrián Luciani / [email protected]
Audionota: Florencia Albanesi (LU2)
El presente, con el coronavirus como protagonista central, no hace más que darle la razón a quienes sostienen que la historia no avanza de forma lineal, sino que es una espiral en la que todo regresa y con ciclos que se repiten, aunque no de la misma forma.
Aquella teoría de Giambattista Vico y su “corsi e ricorsi” vuelve a presentarse hoy con esta una nueva pandemia a la que muchos, quizás de manera apresurada, se animan a comparar con la llamada gripe española de 1918, la misma que le costó la vida a 50 millones de personas en el mundo y ante la cual Bahía Blanca no permaneció ajena.
“Calles tristes, sin gente, paseos solitarios, cines y bares desiertos”, la frase, no exenta de actualidad, no pertenece a 2020, sino a un ejemplar de este diario de 1918 que graficó la terrible psicosis colectiva desatada por aquella enfermedad.
El virus provino de las aves y todo parece indicar que llegó a nuestro país a fines de 1918 en un barco procedente de Barcelona, en el que viajaba la pequeña Jeanette Campbell, quien luego se convertiría en la más grande nadadora argentina.
Con ella llegaban su padre, un escocés amante del golf y con campos ubicados cerca de Bahía Blanca, y su madre, hija de Mari Gorman, una de las primeras maestras traídas por Domingo Sarmiento al país.
El viaje iba a ser traumático: cuarenta personas, entre tripulantes y pasajeros, perderían la vida a causa de la gripe española.
Obviamente, pese a que por entonces el mundo resultaba muy diferente al actual (donde la velocidad de la información hace que la angustia sea mucho mayor), Bahía Blanca no pudo ni supo permanecer ajena a un mal que devoraba más vidas que la guerra.
Según "La Nueva Provincia", se había declarado en la ciudad una de las epidemias de grippe (sic) más alarmantes que hasta entonces se hubiesen vivido.
"La grippe continúa siendo el gran asunto de preocupación pública. Tanta es la pusilanimidad de algunos que apenas escuchan el comentario del mal sienten las mordeduras del microbio de Pfeiffer en sus pulmones".
El impacto de los millones de muertos en todo el mundo hizo que cerraran cines, teatros y escuelas para evitar el contagio, algo similar a lo que sucedió en 2009 con la gripe A.
Pese a su nombre, el primer caso de gripe española se registró en Kansas, Estados Unidos, en marzo de 1918. En el sur de ese país, pueblos enteros desaparecieron, pero la epidemia causó muchas más víctimas en Europa que en Norteamérica.
La enfermedad fue denominada gripe española ya que España, al no haber estado involucrada en la guerra, fue el país que más reportó los casos de este virus. Las otras naciones en guerra temían desmoralizar a la población dando a conocer el número de víctimas.
"¡La grippe y sus derivados! ¡Cuán amedrentados nos tiene! Está en el hogar, en el Tramway, en la calle, en el cine, en todas partes. Hasta cuando ocurren casos de mala suerte o accidentes se dice ¡Anda con la grippe! Como quien dice ¡Anda con la yetta! La grippe se encarga de conducirnos, si nos descuidamos, al camino derecho o torcido de la Loma", sostuvo por entonces, en un comentario enviado a La Nueva Provincia, el lector Felipe Yvern.
El licenciado en Historia, y maestro y doctor en Demografía por la Universidad Nacional del Córdoba, Adrián Carbonetti, es autor de “Historia de una epidemia olvidada. La pandemia de gripe española en la argentina, 1918–1919”. un excelente trabajo donde profundiza en el tema.
Entre otras consideraciones, sostuvo que la enfermedad se desató en octubre de 1918 y continuó su desarrollo durante el invierno de 1919, con mayor impacto en el norte del país, donde el sistema sanitario no estaba preparado y no pocos ciudadanos eran analfabetos.
Si bien el número de muertos en las provincias rondó las 15 mil personas, Carbonetti señala que si se suman los territorios nacionales (luego serían provincias), la cifra llegó al doble.
Cambio de opinión
Inicialmente los medios y los organismos de salud calificaron al brote como benigno, pero luego debieron cambiar drásticamente de opinión, sobre todo en el invierno de 1919.
Un ejemplo de esto se dio en Bahía Blanca, donde primero las autoridades sanitarias, probablemente intentando restarle dramatismo, señalaron que "La pandemia es benigna, pero todos deben cuidarse", aunque poco después el municipio "mandó máquinas desinfectadoras a las escuelas, camiones a vaciar pozos sépticos, y peones a desagotar pantanos y colocar salivaderas desinfectadas a diestra y siniestra".
Con este virus el mundo sufrió un duro golpe porque si bien a principios de la Primera Guerra Mundial la medicina parecía haber logrado grandes avances en la lucha contra las enfermedades, y en los Estados Unidos había quienes aseguraban que los hogares norteamericanos ya no precisaban una habitación para velar a los muertos y proponía llamar de ahí en adelante a esos cuartos living rooms (salas para los vivos), durante la gripe española los médicos se encontraron con las manos atadas.
Incluso a medida que el virus se expandía las personas hacían responsable del brote a cualquier cosa, desde pequeñas plantas hasta viejos libros empolvados.
La quinina, las sangrías y las bolsas de alcanfor colgadas al cuello eran las “armas” utilizadas para repeler al virus y estos cuestionados métodos, según menciona en su investigación el doctor Carbonetti, en Argentina habían subido de precio varias veces producto de la especulación.
En 1921 el director de Asistencia Pública y del Hospital Municipal de Bahía Blanca, doctor Juan Hemmingsen, aconsejó tener sobriedad en la alimentación, higiene corporal y sobre todo "abrigarse bien al salir de locales cerrados o con calefacción".
También recomendó a los enfermos "guardar cama inmediatamente" y llamar al médico. "El tratamiento es simple --explicó Hemmingsen-- consiste en ponerse en cama, un purgante salino y dieta".
Si bien la atención de los medios en el mundo estuvo centrada obviamente en el desarrollo de la Primera Gran Guerra y la pandemia pasó a segundo plano pese a su extrema gravedad, varios países europeos y americanos entraron en un estado de histeria masiva, y en muchos de estos se llegó a implementar desde toque de queda hasta la detención de ciudadanos que deambularan por la calle sin protección respiratoria.
A tal punto llegó la mortalidad que los hospitales y las morgues se poblaron de cadáveres, debiendo derivar el traslado de los cuerpos directamente a quemaderos industriales con el fin de deshacerse rápidamente de los mismos.
¿Similitud con el COVID-19?
Días atrás el presidente francés Emmanuel Macron afirmó que actualmente se vive la "crisis sanitaria más grave desde hace un siglo", refiriéndose a la gripe española. Sus declaraciones parecen exageradas, no sólo porque hace un siglo murieron al menos 50 millones de personas, sino también por otras razones.
Por ejemplo, aquella gripe, pese a su letalidad, se vio opacada por la guerra que ocupó los titulares de los diarios, en cambio, ésta posee un lugar preponderante y, a diferencia de 1918/19, ahora figura como máxima prioridad para los gobiernos.
Incluso en nuestro país las diferencias son grandes porque en el caso de la gripe española las medidas fueron tomadas cuando la epidemia ya había entrado y se había extendido a cada una de las provincias y ciudades, detalle muy importante que hasta ahora no ocurrió.
Pero más allá de todo, y como sucedió hace poco más de 10 años con la gripe A, esta nueva epidemia vuelve a ratificar lo que escribió en 1976 el epidemiólogo británico Thomas McKeown.
"La gripe es la única enfermedad epidémica infecciosa que en los países tecnológicamente avanzados representa actualmente una amenaza comparable a la experimentada en siglos anteriores a causa de enfermedades tales como la peste y el tifus. Es decir que la gripe es la única enfermedad que puede volver a revivir fenómenos ya olvidados por la humanidad".