Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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“Los rivales no pueden creer que trabajemos y juguemos paralelamente”, dijo el DT de Villa Mitre

Lisandro De Tomasi y los secretos a voces del sorprendente puntero de la Conferencia Sur.

Fotos: Emmanuel Briane y Jano Rueda-La Nueva.

Por Fernando Rodríguez / ferodriguez@lanueva.com

(Nota publicada en la edición impresa)

   Un alto en las mesas de examen de la Escuela Secundaria Nº5 descomprime un poco la actividad diaria. Se acerca la fecha del ciclo lectivo en la institución ubicada en el barrio Noroeste. Es la mañana y el preceptor Lisandro De Tomasi ocupa el tiempo de descanso para hablar de su equipo, Villa Mitre, o del puntero de la Conferencia Sur de la Liga Argentina de básquetbol. Es lo mismo. Aunque suena diferente.

   —¿Tener otra actividad te descomprime de la presión como entrenador?

   —Y... Sí. Me ayuda a bajar a tierra. Los entrenadores estamos pendiente 100% y en mi caso lo tomo como actividad principal. Pasa muchas veces que ganás o perdés, no dormís en toda la noche y acá tenés 20 pibes que te están demandando permanentemente que los atiendas.

   —¿Te ayuda en la docencia lo que adquirís con el básquet?

   —Soy un convencido de que los entrenadores, sobre todo de formación, tienen que ser docentes. Pero esa docencia y la vocación no se pierde trabajando con menores ni con mayores. La docencia y vocación tienen que estar siempre. Después, cada uno tiene diferente impronta y formas de transmitir esos valores a los jugadores, con las maneras, las estrategias, en base a las herramientas y el material que uno dispone. Pero es fundamental tener la vocación y docencia para ser didáctico, fundamentalmente, en las prácticas.

   —¿Justamente, opinás que el resultado de los partidos es el reflejo del trabajo diario en las prácticas?

   —Exacto. Siempre fui de la idea de que hay que poner el cuerpo en el día a día. Lógicamente, después el resultado está en el partido, más allá de ganar o no, porque hay muchos imponderables. Lo que hoy nos está pasando a nosotros, de vernos primeros en la tabla o teniendo una buena temporada, soy un convencido de que es consecuencia de lo que venimos haciendo y del proyecto a largo plazo que lleva adelante el club del cual somos parte. Me parece que es una sumatoria de cosas. Le doy un valor muy importante al conocimiento que tenemos entre todos los que venimos trabajando. Hace tiempo que compartimos mucho con Villa Mitre y selecciones de Bahía.

   —¿Considerás que son un eslabón de la cadena que conformó Villa Mitre en estos últimos años, teniendo en cuenta el tiempo que la mayoría lleva en el club?

   —Somos un eslabón más en un proceso y proyecto de un club que está creciendo institucionalmente y que hace tiempo está haciendo las cosas muy bien. Hoy nos toca ser protagonistas, asumimos el rol de cada uno y, además del conocimiento de cada uno en el equipo, los roles están bien claros tanto por parte del cuerpo técnico como de los jugadores, lo cual facilita las cosas. A principios de temporada fui muy claro en la transmisión de lo que quería de los jugadores. El rol no sólo en lo deportivo, sino en cuanto al grupo humano, algo que para mí es muy importante y a lo que le doy un valor muy grande. Creo que es una virtud como equipo, porque tenemos mucha tolerancia y paciencia, considerando que afrontamos el torneo de una manera distinta al resto de los equipos.

   —¿A qué te referís?

   —Al tema de la actividad laboral de cada uno. En ningún momento el club nos exigió resultados. Nosotros sí nos pusimos como objetivo clasificar al playoffs y camino a eso vamos.

   —¿Y eso de ocupar la cabeza en otra actividad descomprime la presión por ganar, sabiendo que al día siguiente al partido la vida continúa por encima de un resultado?

   —Sí, en eso tenés razón. De todos modos, para quienes integramos el plantel, nuestra vida pasa por el equipo. Entonces, las presiones son internas, de cada uno, de querer que las cosas salgan bien en busca de los objetivos. Lo importante es que todos sentimos un compromiso muy grande con lo que estamos jugando. Hay equipos que entrenan doble turno, o uno largo, y tienen mejor manera de trabajar ciertas situaciones tácticas, en cambio nosotros sabemos que el compromiso está en la hora y media o dos que entrenamos a la noche, más otra de gimnasio.

   —Hasta ahora salió bien.

   —Nos podíamos haber encontrado con todo lo contrario a lo que está pasando. Tuvimos un período de adaptación, nos costó un poco, pero una vez que nos consolidamos pudimos dar muestras de lo que puede dar el equipo. También, otra parte importante es que, por diversos motivos, durante la preparación del equipo tuvimos que recurrir a utilizar diferentes canchas y tampoco estamos siendo locales en la nuestra. Eso ayuda a que el equipo cuando va de visitante, se siente cómodo, y somos uno de los que más ganó afuera, un dato muy importante para un debutante.

   —Hablaste de tolerancia y se te nota un entrenador de personalidad no demasiado fuerte, lo cual no significa que te impida desarrollar tu impronta. ¿El conocer a los jugadores te da la posibilidad de ser más permisivo? ¿Tuviste que modificar algo al pasar de asistente a técnico principal?

   —Si bien no cambié la relación con ningún jugador, ahora soy quien toma las decisiones y alguno podría molestarse por algo puntual, pero no ha pasado. Siempre estuve preparándome; hace tiempo que estoy apuntando a la neurociencia. Y este es un equipo maduro, que responde cuando se le transmite calma. Hoy voy por ese lado, tal vez el día de mañana me toca otro grupo y tengo que actuar de manera distinta.

   —¿En medio de todo este contexto, se puede decir que están disfrutando y no cargando con el día a día?

   —La madurez del equipo hace que podamos trabajar ante la adversidad, en momentos de partido o en una racha negativa, manteniendo la calma y sabiendo analizar. Somos un equipo que charla mucho y hasta debate ideas, siempre sabiendo que soy yo quien toma las decisiones. Una de las premisas que le manifesté a los jugadores al principio es que estábamos preparados para lo que se venía y que si bien podían surgir dudas, que no dejemos de disfrutar, porque esto era un premio y teníamos la posibilidad de probar si estábamos a la altura de las circunstancias. Lógicamente, cuando se dan los resultados, todo se hace un poco más sencillo. La confianza y credibilidad hacia mi por parte de los jugadores fue más rápido a partir de los triunfos.

   —La tabla los tiene primeros en la conferencia Sur. ¿Estás notando alguna actitud diferente en los rivales con respecto al inicio del torneo?

   —Noto que a lo largo de la temporada nos fuimos ganando el respeto, en base a mérito propio. Me doy cuenta en el festejo cuando nos ganan. Generalmente, los rivales no pueden creer que trabajemos y juguemos paralelamente. Y que, encima, se nos estén dando los resultados.

   —¿Eso hace más valorable lo que están logrando?

   —No tengas dudas.

   —¿Lo utilizás en el día a día?

   —No, no. Le da un valor extra a la hora de analizarlo en frío, pero en el día a día uno tiene alguna consideración y tacto con el jugador que puede mostrarse cansado por el trabajo, pero a la hora de jugar no lo tenemos en cuenta, porque estamos en igualdad de condiciones.

¿A qué se dedican?

  La actividad paralela de la mayoría de los integrantes del plantel de Villa Mitre es variada.

   A saber: el DT Lisandro De Tomasi es preceptor y está próximo a dejar el cargo para volver a tomar horas como profe de educación física.

   El asistente Maximiliano Colombani trabaja en una panadería; el profe Sebastián Raigada es docente de educación física y el utilero Sergio Sánchez es supervisor de repositores externos.

   Entre los jugadores, Franco Pennacchiotti está terminando de cursar en la UNS la carrera de Licenciatura en Economía; José Gutiérrez es martillero público; Franco Amigo y Ramiro Heinrich son kinesiólogos; Federico Harina, instructor de un gimnasio; Tomás Scarpaci estudia medicina, Leo Tardío trabaja en una casa de cambio y Juani Bellozas hace algo de música.