Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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“Me pegaron el tiro a 15 metros de donde estaba Emanuel; yo también podría haber muerto”

Diego Nicolás Contreras fue uno de los hinchas de Olimpo que el domingo, antes del clásico que se jugó en El Fortín, llegó hasta la sede de Villa Mitre y, en medio de los incidentes, recibió un disparo de bala que le destrozó la tibia derecha.

 

Fotos: La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com

   “En un momento el griterío te aturdía. Mientras volaban piedras y botellas, se escuchaban tiros y el que podía correr corría. Fue muy grosso lo que pasó, y lo cuento pese a que no me dan muchas ganas de recordarlo”.

   El crudo relato pertenece a Diego Nicolás Contreras, el hincha de Olimpo que recibió un disparo en la tibia derecha durante los graves incidentes que se registraron antes del clásico entre tricolores y aurinegros, el pasado domingo a la noche, y que dejaron una trágica consecuencia: la muerte de Sergio Emanuel Castillo, también alcanzado por un proyectil que le hizo perder la vida en el instante.

   Contreras, internado en el sector Clínica Médica del Hospital Interzonal Dr. José Penna, donde espera ser intervenido quirúrgicamante, pidió que no le saquen fotos y que toda la ciudad “exija justicia por Emanuel”.

   Después sí se metió de lleno en una historia que nadie entiende porqué terminó como terminó.

   “Después del banderazo de apoyo al plantel, en el estadio Carminatti, salimos en caravana hacia Villa Mitre. Fuimos por Angel Brunel, Misiones, Saavedra, Chiclana, hasta llegar a las vías de Falucho, donde pensábamos que iba a estar al vallado policial y donde nos íbamos a quedar a cantar y nada más”, sostuvo este simpatizante de 33 años.

   —Ese es uno de los puntos de ingresos al barrio tricolor. ¿No había presencia policial?

   —No hubo policías en todo el trayecto que hicimos. La policía sabía que íbamos a ir, no sé porque no hizo un seguimiento. Por jurisdicción, los de la Comisaría Primera nos tendrían que haber escoltado, pero ni siquiera fueron al estadio cuando decidimos salir. Se hablaron de importantes y fuertes operativos de seguridad, pero cuando ingresamos a Villa Mitre la zona estaba liberada.

   “El primer error fue que nos dejen salir del Carminatti. Si la policía hacía prevención esto no hubiese pasado. Tal vez íbamos a ir igual, pero si la policía te lo impide y se pone firme es distinto”.

   —Al ingresar a Villa Mitre por calle Falucho, ¿en que grupo estabas vos, en la primera línea o más atrás?

   —Iba toda la gente junta. Seguimos hasta las cinco esquinas y después nos dirigimos a la sede. Ahí estaba lleno de hinchas de Villa Mitre, aunque no te puedo decir cuantos eran porque había corridas, volaban piedras, botellas, se escuchaban disparos y era un griterío general.

   —¿Hubo lucha cuerpo a cuerpo entre hinchas?

   —No, era todo tiros y piedrazos.

   —¿Emanuel estaba con vos?

   —No, cuando yo doblé en la esquina de la sede hacia calle Maipú (a la altura del 1400, entre Garibaldi y Falucho), lo vi tirado en el piso y lo fui a socorrer. Estaba tendido boca arriba, lleno de sangre y no movía ni los ojos.

   “Intenté taparle las heridas para poder reanimarlo, pero ya estaba muerto. No sabía donde le habían pegado el balazo, pero tenía un agujero en el lado derecho del cuello y otro en el hombro izquierdo. Es sospechoso que la bala haya salido por donde salió después de recorrer una parte importante del cuerpo.

   —¿En que momento te dispararon a vos?

   —Cuando me di cuenta de que Emanuel estaba muerto me paré para salir corriendo y ahí sentí como un cuchillazo en la pierna, debajo de la rodilla. En el medio de la furia y el descontrol, no pude saber de donde vino el disparo. Sentí que me estalló la rodilla (la tiene rota en múltiples pedazos y hay que reconstruirla) y quedé tendido en el suelo, a 15 metros del cuerpo de Emanuel”.

   “En ese momento, mientras la policía pedía asistencia médica, vinieron un par de Villa Mitre y me pegaron en el piso. Me dieron patadas y nadie hizo nada. También me agredieron cuando me subieron a la camilla, antes de que se vayan corriendo”.

   “No podía hacer nada, me dolía todo y no quería reaccionar para que no me reprima la policía. Subí a la ambulancia y cuando abrí los ojos ya estaba acá, en el hospital”.

   —¿Perdiste el conocimiento?

   —No, aunque de tanto quilombo y ruido la cabeza te va a mil por hora y no podés recordar todo como otros quisieran que recuerdes. El enfrentamiento más grave se produjo a la vuelta de la sede, donde murió Emanuel.

   “Cuando escuchamos que los hinchas de Villa Mitre que estaban en la cancha se empezaban a venir, reculamos; no eramos muchos y sentíamos que estábamos regalados. Al paso a nivel de Falucho llegamos como 300, pero solo un grupo menor siguió camino hacia las cinco esquinas”.

   “Esto se sabía que iba a pasar, la emboscada fue preparada por los de Villa Mitre, que nos esperaron en la sede con armas y hasta arriba de los árboles. Nosotros fuimos sin `fierros' y pusimos la cabeza para que nos caguen a tiros”.

   “La onda era llegar al paso a nivel de Falucho y ponernos a cantar ahí en contra de los villeros. La idea no era entrar al barrio ni llegar a la sede”.

   —¿Y quién tomó la decisión de seguir adelante?

   —La misma gente, ahí en el momento. Pintó, y pintó... La gente cabeza se manda igual. Pero no había nada planificado.

   —¿Por qué rompieron todo al paso?

   —Porque la gente está loca, y algunos se volvieron más locos cuando vieron que nadie les impedía el paso hacia zona villera. No sé como describirlo, había una adrenalina especial.

   “En el clásico de 2006 (27 de agosto), el que ganamos 4-1, pasó lo mismo y nadie dijo nada. Esa vez hubo público visitante, pero nos hicieron dar una vuelta gigante para entrar a El Fortín por Caseros y Godoy Cruz”.

   “Creo que había hinchas que dicen ser de Olimpo pero no saben lo que se siente por estos colores. El que quiso bardear que se maneje y se haga cargo”.

   —¿Te arrepentís de haber ido hasta la sede de Villa Mitre?

   —No. El objetivo era llegar hasta la vía, porque sabíamos que nos estaban esperando a que crucemos. Lo que si me pregunto es ¿para qué fui hasta allá? Es una pregunta sin respuesta; no sé, la locura y la masa nos llevó.

 

“Que se haga justicia”

   Alrededor de la cama que ocupaba Nicolás estaban su madre (Sandra), su papá (David) y su hermana (Soledad), quienes pidieron que se haga justicia y que el caso se resuelva lo más pronto posible.

   “Que se haga justicia y que muchos medios de prensa dejen de vender humo y de mentir, porque publican cosas que no son y así incentivan a la violencia”, pidió Soledad.

   Apesadumbrado, todavía sin comprender que su hijo estuvo al borde de la muerte, David señaló: “No tenía nada que hacer ahí; se lo dije, pero no lo entiende”.

   "No sé cuando me van a operar, pero quiero salir rápido de acá, necesito que se termine esta pesadilla para empezar a pensar en mi vida y en mis coas", admitió Diego Nicolás mientras soportaba un fierro incrustado en su tibia derecha en forma transversal y algunas mínimas gotas de sangre caían en el soporte donde tenía apoyada la pierna.
Cuando lo despedí me dijo: "en el diario poné una foto de Emanuel; él y su familia merecen justicia".

 

El diagnóstico médico

   “Nicolás presenta una fractura expuesta por el impacto de bala. Se encuentra fuera de peligro, estable, esperando contar con los materiales (clavos, tornillos y placas que debe comprar su familia) para hacer una ostiosintesis en el hueso. Después se podrá ir de alta”, señaló una fuente médica del Hospital Penna.