Cuando se habla de “Tito” y “Cacho” se habla del club La Armonía
Los hermanos Francani tienen una particular historia ligada a la institución de la “V” azulada. Consiguieron el terreno y construyeron la cancha de calle Don Bosco.
Por Javier Oscar Schwab / [email protected]
(Nota publicada en la edición impresa)
En el barrio y en el club son, simplemente, "Tito" y "Cacho".
Ya sea en calle Bélgica, donde está la sede, o en Don Bosco al 2400, el complejo deportivo, los hermanos Víctor Oscar y Juan Domingo Francani son muy queridos y apreciados.
Ídolos con letras mayúsculas, y no precisamente por haberse destacado en un deporte, sino por todo lo que hicieron para que hoy el complejo deportivo del club La Armonía exista como tal.
—¿Porqué están tan ligados a La Armonía?
Tito: —De toda la vida, de vivir a media cuadra de la sede (Bélgica 1135). Y de criarnos, al igual que mi padre (Victorino), prácticamente en el club.
Cacho: —Mi hermano nació en el '50 y yo en el '47. Por entonces no había nada y jugábamos en los potreros. La Armonía arrancó en los '50 en las ligas amateurs de barrios y nos criamos en ese ambiente. Más tarde el club entró en un torneo de baby que hacía 9 de Julio.
"Hinchas a la fuerza (risas). En los '60 empezamos a jugar como punteros derecho e izquierdo. A los 14 lo hicimos en la Reserva del torneo Oficial. Pero luego nos fuimos a Liniers".
—¿Llegaron a Primera?
Cacho: —Algunos partidos en Puerto Comercial, en la década del '60.
Tito: —Yo no, pero sí lo hice bastante en La Armonía. Igual nos tiraba mucho el armar equipos, dirigirlos. Era lindo jugar los torneos municipales que se organizaban en Las Tres Villas.
—Jóvenes formadores.
Cacho: —En el fútbol de la Liga del Sur se empezaba a jugar a los 14 años, pero yo lo hice a los 13. Tenía de compañero a "Pelé" Gerardi, que era de La Armonía.
“En el '69 la Liga creó la séptima categoría, con chicos de 12 años. Tenía 22 y armé mi primer equipo. La Liga invitaba para jugar un torneo auspiciado por Coca Cola, donde te regalaban las camisetas”.
—¿Qué siguió?
Cacho: —El baby, en el club. Pedimos permiso y utilizábamos el patio de atrás del club. Del '77 al '80 nos afiliamos -con Néstor Herrero, de Liniers- a la Liga de Tandil (LIFIBA).
Tito: —Teníamos chicos nacidos en 1970/71. Manganaro, Meder, Fabián Tourn y Periga, entre otros. Y con la '73, que jugaba Pablo Paz, llegamos a la final en Tandil y Chivilcoy.
—Y no tenían cancha.
Tito: —Ni siquiera un terreno donde construir.
Cacho: —Un domingo de mayo de 1983 salimos a buscar terrenos y encontramos este lugar (en Don Bosco). Hicimos gestiones con un amigo (Raúl Silva) que estaba en la comisión del ferrocarril. Conseguimos los planos en catastro y a los 6 meses era nuestro.
"Era campo. Veníamos con otro amigo de Vialidad a limpiar".
—¿Lo hacían a pulmón?
Cacho: —Y eso que empezamos a limpiar un terreno que está al lado (risas). Menos mal que nos avivamos.
Tito: —Era pico y pala. Para levantar el alambrado contamos con una firma muy conocida. Y pusimos los arcos.
“Competimos en Tandil hasta el '85, cuando se creó la Lifiba (Liga Infantil de Fútbol Bahiense), con mi hermano de presidente. En el '89, Lifiba pasó a pertenecer al Consejo Menor de la Liga del Sur. Un año después, La Armonía y San Francisco estaban afiliados”.
—¿Cuánto tardaron en construir la cancha?
Tito: —Un año. Trabajó mucha gente. Los vestuarios eran precarios y mientras se estrenaba la cancha se iba armando la tribuna.
—¿Sufrieron la época de los robos?
Cacho: —Ufff... Nos cansábamos de plantar árboles que comprábamos en un vivero de Mascota. Teníamos un camión playo y un tanque de agua que traíamos de la estación del ferrocarril.
“Nos esmerábamos, pero al día siguiente nos faltaban 20 árboles. Otra vez a empezar”.
—¿Por qué está torcido uno de los arcos?
Cacho: —Jajaja. Quedó así, mal colocado. Lo hizo un canchero que estaba en el club. Son 10 centímetros de inclinación hacia atrás. Al arquero no lo favorece.
—¿Culpa del canchero?
Tito: —Y..., de todos. No podemos evitar que también estábamos (risas).
—¿Qué hacen ahora?
Cacho: —Tengo una escuela de fútbol (Efuba, Escuela de Fútbol Bahiense), frente al club, sobre las vías. Es no competitiva, no jugamos torneos; viajamos bastante a otros países: Chile, Paraguay, Brasil...
El clásico y los colores
—¿En los clásicos con Pacífico siempre hubo rivalidad?
Tito: —Siempre. No se por qué se armó esa rivalidad.
Cacho: —Recuerdo una final por el ascenso, estando Hugo Riñones como DT. Perdimos 3 a 1 en cancha de Liniers (2003) y la revancha, en cancha de Villa Mitre, ganamos 2 a 1, con un gol sobre la hora del "Pato" Linares.
“En suplementario aparecieron más goles y La Armonía ascendió a Primera. Al año siguiente les tocó jugar una reválida y volvió a ganar La Armonía en cancha de Tiro", señaló.
—Tito, ¿un personaje que te tocó dirigir?
—Leandro Evangelisti. Estaba en Camioneros y ahora está en la liga de Gibraltar. Es un monstruo, no cambia más (risas).
—¿Por qué llevan los colores de Vélez?
Cacho: —Porque en 1949 Vélez ascendió a Primera y La Armonía se fundó el 6 de enero de 1950. Gustaron esos colores y así empezó.
“Las mujeres de entonces utilizaban unas camisas con tela de grafa y les cosían una 'V' azulada. Se notaba que eran cocidas (risas). La más linda fue un azul en degradé copiada de un modelo que usó una vez la selección alemana".
—¿Siguen ligados al club?
Cacho: —Siempre. Mi familia es re fanática, no se pierden un partido. Mi señora y mis hijas tienen la mala costumbre de putear y por eso no vengo a ver a mis dos nietos que juegan en la 2004 (Francisco) y 2005 (Fidel).
Tito: —Yo vengo más seguido, pero no lo hace tanto mi familia.
—¿Por qué "Tito" y "Cacho"?
Cacho: —Tito porque así les decían a los Juan de aquella época. Y a mí porque con los Oscar pasaba lo mismo, eran los "Cacho".
—¿Cómo se componen sus familias?
Cacho: —Mi familia está compuesta por mi señora Ana María y mis hijas Mariela, Verónica y Lorena; además de mis nietos Agostina, Felipe, Francisco, Fidel y Guadalupe, todos deportistas y todos ligados a La Armonía.
Tito: —Estoy casado con Norma y tengo tres hijos: Ariel, Guillermo y Rocío. Mis nietos son Maximiliano, Anabella, Lautaro y Juan Ignacio; y mis bisñetos Amparo y Lucía.