Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Un cambio de escenario se estaría gestando

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Todos los indicadores y los análisis de las últimas dos semanas parecieran estar mostrando un cambio de escenario.

   Aquel Mauricio Macri que parecía liquidado no hace más que un mes atrás, hoy estaría renaciendo en medio de un clima que no tendría que ver tanto con sus propios méritos, o los de su gestión y datos de la economía local e internacional que lo apuntalan, como por los problemas que han empezado a complicar a Alberto Fernández y que en una primera conclusión permiten afirmar a observadores y encuestadores que ahora hay casi un empate técnico en las PASO de agosto. Y que esa tendencia se profundizaría hacia el lado del frente Juntos por el Cambio cuando llegue la primera vuelta del 27 de octubre.

   Un primer dato valdría para comprender ese cambio de escenario, que se traduce según los analistas en un mensaje directo que llega desde el ciudadano común y su mirada sobre algunos acontecimientos que coexisten en el Frente de Todos. Que no auguran precisamente el tan mentado "cristinismo adecentado" que viene a proponerles Alberto Fernández.

   Se cuenta que el candidato bramó de furia esta semana contra los paros salvajes de los gremios kirchneristas, o las amenazas de "ir por todo", amenaza que justamente Alberto buscaba desterrar de su manual, del bancario Palazzo. "Son pelotazos en contra todos ellos", habría reprochado con destinatarios directos: Pablo Biró, el "barón" de Aerolíneas Argentinas que dejó a miles de pasajeros varados en el último feriado largo, el propio Palazzo, y los Moyano.

   Hay más. Ni en el Instituto Patria dejó de hacer ruido las peleas, tres en un mismo día, que tuvo Fernández con periodistas que supuestamente lo incomodaron con preguntas que son cantadas sobre sus idas y vueltas con Cristina y el kirchnerismo. Justo él, que venía de prometer que en su eventual gobierno no se va a perseguir a la prensa como ocurrió entre 2003 y 2015 simplemente por pensar distinto.

   El exjefe de Gabinete arrastra otras mochilas que han empezado a pegar fuerte en las encuestas. El mundo empresario de aquí y de afuera duda de sus buenas intenciones y en general han empezado a considerarlo "un mal candidato". No logra sacarse del todo el mote de "títere de Cristina", y ya había derrapado para gusto de los mercados cuando criticó sin leerlo el acuerdo UE-Mercosur y dijo que revisará "todo lo que haya firmado Macri" si lo considera necesario. Imprevisibilidad al mango.

   El comando macrista, con batuta de Durán Barba, decidió aprovechar en estos días esos faltantes del rival y se vio claramente cómo Macri, pero también Vidal y un habitualmente calmo como el intendente Rodríguez Larreta, endurecieron su discurso de campaña. Lo llevaron casi al estilo barricada. Con un agregado que no sería casual: justamente han dirigido sus misiles más al ex Jefe de Gabinete que a Cristina, que se suponía hasta ahora que era "la" rival de Macri. El presidente lo trató de "falso" y la gobernadora disparó duro contra aquel mote de "hada virginal" que le endilgó Cristina, y que no cayó bien en el electorado independiente.

   Otra probanza ha jalonado estos días y esos cambios de la escena. Por un lado la ratificación de la mayoría de las encuestas que venían marcando un acortamiento de las distancias entre Macri-Pichetto y los Fernández. Hoy el resultado de las PASO sigue estando abierto, pero ha desaparecido de los pronósticos la posibilidad de una derrota amplia del binomio oficial a manos de sus oponentes. Lo que le hace decir a los laboratoristas del poder que un resultado ajustado en las primarias, para un lado o para el otro, los pone muy cerca de una victoria en octubre y de ratificar luego en la segunda vuelta de noviembre.

   Todo ha ocurrido, y este es un dato que debiera llamar la atención en una sociedad que no abandona la esperanza de vivir algún día en un país normal, más por el empeño de los rivales en descalificarse mutuamente, en profundizar la campaña sucia allí donde dé lugar, antes que en las propuestas o las ideas.

   El macrismo, vale recordarlo, habría emparejado los tantos con la receta de la marcha de la economía, un componente no menor en el estado de ánimo social. Jugaría a su favor que las tres o cuatro variables claves, dólar planchado, inflación en baja, aumento del consumo y apoyo internacional, habrían llegado para quedarse según analistas oficiales y privados.

   Pareciera que solo la campaña en medio del barro, del golpe bajo, sería la que puede cambiar este nuevo escenario.