Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

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“Lo único que queremos es justicia y que pague algo de todo lo que hizo”

El lunes se pone en marcha el juicio por la muerte de Javier Carrera, registrada en 2014 cuando fue embestido por una camioneta. Su hijo Nahuel fue testigo.

Por Claudio Rodríguez Kiser/crodriguez@lanueva.com

   Hace casi 5 años, Javier Arnaldo Carrera (49) fue embestido por el conductor de una camioneta cuando estaba por subir a su vehículo, poco después de entregar documentación de su hija en una escuela de Coronel Dorrego.

   El hombre permaneció internado 10 días en el Hospital Penna, aunque falleció como consecuencia de las gravísimas heridas sufridas.

   Su hijo Nahuel fue testigo de lo ocurrido y desde ese momento reclama justicia por su padre.

   Entre lunes y martes de la próxima semana el juez en lo Correccional Nº 1, José Luis Ares, analizará la responsabilidad en el hecho de Alejandro José Paparella.

   La acusación es llevada adelante por el fiscal de la Unidad Funcional de Instrucción y Juicio Nº 9, Sebastián Foglia.

   El siniestro se registró el 7 de octubre de 2014, en la calle Martín Fierro, frente a las instalaciones de la Escuela de Educación Media Nº 2.

   “Este tiempo fue muy duro, porque todo se dio de golpe, de un momento para el otro. Fue algo muy doloroso para toda la familia, tanto psicológica como económicamente. Fue un momento muy feo el que pasamos todos, pero en lo personal me tocó la peor parte por estar ahí”, señala el joven.

   Producto del impacto, el hombre padeció hemorragia intracraneal y hemotórax izquierdo.

   “Siempre estuvo complicado de salud durante su estadía en el hospital, pese a que intentamos buscarle el lado positivo. Tuvo un mejoramiento muy chiquitito un día antes de que falleciera”, agrega.

   Nahuel recuerda perfectamente lo ocurrido esa trágica mañana.

   “Nosotros salimos sobre las 8 de mi casa, dejamos a mi mamá en el jardín que trabajaba y nos fuimos a la escuela de mi hermana a llevar un papel para que juegue los (Torneos) Bonaerenses.

   Nos bajamos los dos y después él me iba a llevar a mi escuela. Dejamos el papel y cuando estábamos saliendo, mientras charlábamos, subí al auto y cuando mi papá va a hacerlo este hombre lo embiste”.

   “En el momento que pasó traté de darle los primeros auxilios, fue lo primero que intenté hacer hasta que llegara la ambulancia, aunque no pude hacer mucho más que avisarle a mi mamá”, se lamenta.

Se pudo evitar

   Nahuel no duda en señalar que el hecho podría haberse evitado, “porque nuestro auto era el único que estaba estacionado en la cuadra y, además, esta persona salió desde media cuadra atrás del lugar del hecho”.

   “No circulaba otro auto y tampoco había chicos caminando o en bicicleta por la calle”, agrega el joven de 23 años.

   También considera que la Ford F 100 conducida por Paparella “fue directo a mi papá, de manera muy imprudente, y lo que más bronca me da es que tampoco se quiso hacer cargo de lo que había hecho”.

   Describe que “estaba con mi padre en el piso, lleno de sangre, respirando muy fuerte e inconsciente, y este tipo decía que nosotros nos estábamos bajando del auto, se ponía a mirar la trompa de su camioneta, que se había roto la óptica y lo único que le preocupaba era eso. Incluso, fue otra persona la que llamó a la ambulancia”.

   De cara al debate oral, sostiene que “lo único que queremos es justicia y que pague algo de todo lo que hizo”.

   “Ni siquiera se hizo cargo en el momento, y esa bronca aún me perdura. Incluso, ninguno se acercó a mi casa a hablar o algo”, señala.

   También admite que se prolongó demasiado la espera para la realización del juicio.

   “Pasó mucho tiempo. Intentamos que se acelere el caso e incluso estuvimos con los chicos de Estrellas Amarillas, con quienes pintamos la estrella en el lugar del hecho. Se hizo público y eso movió un poco más la investigación, aunque cuatro años y medio después recién se dará el debate. Fue todo muy tardío por las supuestas pruebas que tenían que hacer, aunque sinceramente no sé los motivos de semejante demora”.

   Sobre el acusado, contó que “lo crucé un par de veces en el pueblo y la tercera lo hice en Fiscalía, cuando tuvimos que declarar”.

   “No cruzamos palabra en ningún momento y mucho menos nadie de su familia se acercó a hablarnos, y eso que vivimos en un pueblo de no muchas personas”.

   Respecto de su padre, Nahuel sostiene que “hice muchas cosas con él, aunque me quedaron muchas más por hacer. Mi papá era lo mejor que tenía. Por ser el hijo más grande pude compartir un poco más, pero él siempre fue muy pegote con nosotros, nos acompañaba tanto en nuestras actividades deportivas como escolares, siempre estaba para todo y todos. Era una persona muy buena con todos y de ayudar a quien lo necesitaba”.

   También admite que “me costó muchísimo en el primer tiempo pasar por el lugar, pero mis hermanos tuvieron que seguir yendo a esa escuela y me tocaba llevarlos todos los días, Se me hacía un nudo muy grande en la garganta y necesitaba respirar profundo para no quebrarme”.