Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Los sistemas, al servicio de la salud, el progreso y la seguridad

Desde las máquinas del Conicet, profesionales bahienses contribuyen a acelerar los avances en campos esenciales.

Axel Soto, investigador del Conicet. Fotos: Emmanuel Briane y archivo La Nueva.

Federico Moreno/ fmoreno@lanueva.com

Big data, inteligencia artificial, revolución digital y tantos otros, son términos y conceptos a los que en pleno año 2019 ya estamos más que acostumbrados. Pero más allá de comunicaciones cada vez veloces, fotos de mayor calidad y películas en la palma de la mano, la evolución de la tecnología y de la computación en particular también se pueden medir en un progreso tangible para campos fundamentales de la humanidad, como la salud y la seguridad.

Sin ir más lejos, en el Conicet de nuestra ciudad, el ingeniero en Sistemas y doctor en Ciencias de la Computación, Axel Soto (38) y equipo, aportan su granito de arena a la investigación mundial para, por ejemplo, acortar los tiempos de desarrollo de medicamentos, hacer los aviones más seguros o facilitar la búsqueda de tratamientos de cáncer adecuados para pacientes de un país con experiencias similares en el otro extremo del planeta.

“Mis dos grandes temas de investigación son el análisis de datos de naturaleza textual y la quimioinformática, esta última a la que estoy abocado actualmente con mi equipo del Conicet, que es la informática de los datos químicos”, explicó Soto.

Axel Soto, volvió a Bahía tras 6 años en Canadá y 2 en Inglaterra.

“Muchas veces se escucha la pregunta de por qué los medicamentos son tan caros si producirlos cuesta 'dos pesos con cincuenta'. Entre otras cosas, lo que hace que sean tan costosos es que su desarrollo, su creación exitosa desde cero, demora entre 15 y 20 años. Y lo que se logra gracias a la quimioinformática en la actualidad es que esa demora sea de 10 a 15 años, por ejemplo, y seguramente los plazos se sigan acortando a medida que avance la ciencia”, agregó.

La quimioinformática, con un nombre complejo y poco escuchado por quienes no están en el tema, consiste –-explicó el docente de la UNS-- en filtrar, descartar, seleccionar fármacos, drogas, medicinas piloto, ahorrando pruebas de laboratorio y clínicas en pacientes gracias al poder de la computación actual.

“Imaginate que tienen que inventar un remedio para una nueva enfermedad, parten de 10.000 compuestos químicos y tienen que probar las combinaciones para encontrar el que logre la cura pero sin contraindicaciones graves. Nosotros, por ejemplo, logramos reducir a 2.000 los compuestos potables, gracias a la extensísima base de datos de antecedentes de que tal o cual compuesto era tóxico, o que este y aquel combinados producían tal efecto negativo. Ese filtro es tiempo y dinero que se gana”, explicó Soto.

Dormir cómodo, volar seguro

En su experiencia laboral en una universidad de Halifax, Canadá, el egresado de la UNS colaboró, siempre con la minería de textos y de datos mediante, en el desarrollo de programas para hacer hoteles más confortables y aviones más seguros.

“Boeing nos contrató para que analizáramos miles y miles de reportes que se generaban por máquinas y humanos en cada vuelo, que una persona sería incapaz de evaluar. Con los algoritmos que diseñamos se logra encontrar patrones, y de esa forma la empresa puede prevenir accidentes partiendo de reportes que podían parecer insignificantes”.

“Y con respecto a los hoteles, pongamos el ejemplo de sitios como Trip Advisor o Despegar, que reciben miles de opiniones cada día y que, más allá de la puntuación mensurable con estrellas, necesitan analizar patrones en las opiniones en texto –análisis de sentimiento-- que escribe cada huésped para saber en qué deben mejorar. Lograrlo no es tan fácil como parece, porque una computadora todavía no entiende, pese a su evolución constante, el lenguaje no estructurado con el que hablamos los humanos. Por eso la época en la que vivimos de la sobreabundancia de datos es una oportunidad pero también un desafío”.

Un “Google” para médicos

“En Manchester (2016-2017) trabajé en el desarrollo de un programa que es como un Google pero para que los médicos de todo el mundo puedan encontrar el tratamiento adecuado para sus pacientes. Porque algo importante es que, por ejemplo en el cáncer, no todos los pacientes se curan con el mismo tratamiento, importa la genética de cada uno, y eso hace que no sean tantos los antecedentes de tratamientos exitosos adecuados para cada paciente”.


El buscador para médicos (captura).

“Por día en el mundo se publican 3.000 reportes científicos de medicina, la base de datos ya cuenta con 28 millones. Para un médico, buscar ahí es como buscar una aguja en un pajar, a lo que hay que sumarle numerosas formas de llamar a una misma enfermedad, que dentro de un cáncer haya varios subtipos, o que haya cinco palabras distintas para llamar a una misma proteína que codifica el ADN. Eso en una búsqueda tradicional arrojaría 500.000 resultados, entonces lo que hacemos nosotros es, nuevamente, ayudar a filtrarlos, en lo que se llama medicina de precisión, para que un doctor de Japón pueda encontrar un caso idéntico al de su paciente ocurrido hace dos años en Bélgica, por ejemplo”.

Publicidad y privacidad

Sobre los temores normales del público a la hora de brindar sus datos o dejar que las grandes empresas como Google o Facebook “espíen” lo que uno hace en el mundo virtual, el doctor en Ciencias de la Computación sostuvo: “Están quienes se van al extremo paranoico, de pensar que nos espían con un propósito oscuro o perverso, y quienes creen que lo hacen con un fin económico. Yo opino que hay que estar atento a los datos que uno comparte, ser consciente de que lo que uno hace en la web no es completamente anónimo, pero también saber que esta intromisión que nosotros mismos permitimos nos puede dar ciertos beneficios. Por ejemplo, publicidad te van a poner sí o sí, entonces yo prefiero que sepan mis gustos e intereses, así por lo menos lo que me ofrecen me puede llegar a servir”.

Mark Zuckerberg, durante el escándalo de Cambridge Analytica.

“Una vez, gracias a dejar que Google 'leyera' mis mails, ante una cancelación de un vuelo me enteré inmediatamente, el propio Google me ofreció contactar a la aerolínea y logré reprogramar mi vuelo con apenas una hora de postergación. En cambio, cuando llegué al aeropuerto, la mayoría de los que iban a compartir el vuelo original conmigo se estaban desayunando ahí de la cancelación y no iban a poder volar hasta el día siguiente”, comentó Soto.