Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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El problema mayor de la Argentina

por Tomás Loewy

La causa más relevante que afecta a la Argentina es la hiperconcentración geodemográfica, económica y política. La génesis del problema se remonta a los tiempos fundacionales de la Nación. El núcleo más potente de esta distorsión se localiza en el complejo conurbano + Capital Federal, pero su onda expansiva es muy amplia: hace inviable cualquier proyecto de desarrollo, condiciona la democracia y es altamente contaminante.
Argentina está limitada por un extraño país llamado Provincia de Buenos Aires. En combinación con la ciudad autónoma, también designada «Buenos Aires», configura una tormenta perfecta.
La ciudad de La Plata es el domicilio de los funcionarios, entre otros atributos, sin ser una capital real. El megadistrito es desequilibrado e ingobernable, pero lo más grave se expresa a nivel país. 
El alcance del problema se puede exponer en un par de cifras, con una alta carga de evidencia: un tercio de la población se asienta en el 0,1 % de nuestro territorio y el 56 % lo hace en el 10 %. Los impactos negativos de esta distorsión son múltiples y una lista, no extensiva, remite a los siguientes ámbitos:

1.- Nacional, en forma sistémica.

2.- Conurbano, por mala calidad de vida.

3.- Provincial: inequidades e ineficiencias varias.

4.- CABA, por sumidero de conflictos sociales y de poder.

5.- Continental, por la baja performance de Argentina en la región.

6.- Global: Muy deficiente aporte a la seguridad alimentaria y ambiental.

Las indispensables divisiones, de la provincia, tendrían bajo impacto nacional si no se aborda integralmente el área del conurbano. Mientras tanto, mantiene vigencia la necesidad de autonomizar la zona sudoeste. Este último proyecto, ya secular, cuenta con una ley de desarrollo propia y otras ideas innovadoras.
Una estrategia interesante postula integrar la megalópolis, como cuidad o distrito autónomo, trasladando la capital a otro punto del interior. Simultáneamente, se debería acotar la condición de puerto de la CABA. Desmontando y desconcentrando este punto volcánico y dominante, podríamos iniciar un federalismo real. 
El enfoque tiene que ser nacional y en línea con una agenda-país. El ordenamiento territorial es la primera Política de Estado que puede unir a los argentinos tras un proyecto de futuro. Dicha gestión no podría prescindir, al menos, de dos políticas más: multifuncionalidad agrícola y educación ambiental.
Más allá de la abundante bibliografía que se puede esgrimir para sustentar estas afirmaciones, una clave de su admisión es de orden cultural. De otra forma será difícil que el tema ingrese, siquiera, en la consideración pública. Al respecto, cabe instalar una amplia labor de docencia, en valores y normas de convivencia, para salir del síndrome electoral, ideológico y económico, para transitar los caminos de la complejidad, de los sistemas y de las visiones espacio-temporales.
La economía no tracciona a un país, sino a la inversa. La nación se construye con institucionalidad y diseños, a partir de modelos territoriales sustentables. Es imprescindible rescatar el rol de la política, en base a una ética del bien común.
Esta presentación se ofrece como un dispositivo motivador, para enmarcarse en un proyecto de país que jalone y mojone una vía hacia el futuro.

Tomás Loewy es ingeniero agrónomo.