Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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Siria Seijas respira handball: juega en Tiro Federal y dirige varones en Villa Mitre

A raíz de sus permanentes visitas a la dirección de la Escuela 66, la mandaron a practicar deporte. Y descubrió su pasión.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Fabián O. Rodríguez / farodriguez@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa)

   El deporte amateur de nuestra ciudad está lleno de historias mínimas, pero que valen la pena ser contadas. Y una muy particular es la de Siria Seijas. Ella es jugadora de handball en Tiro Federal y, paralelamente, dirige los varones de Villa Mitre.

   Y si bien la rivalidad barrial está instalada en el fútbol y en alguna que otra disciplina, su pasión por el deporte que la formó adentro y afuera de la cancha es más fuerte que el sentimiento por un color.

   —¿Cómo es eso que estás en las dos veredas?

   En Tiro Federal juego desde hace mucho tiempo y en Villa Mitre éste ya es el segundo proceso como entrenadora. En su momento, tuvo que hablar en Tiro porque formo parte de la subcomisión de handball de esa institución pero el entrenador José Sumay me dijo que si era trabajo que lo agarrara tranquila. Y fue lo que pasó.

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   —¿En alguno de los dos clubes te hacen mención a esta dualidad de colores?

   Los papás de los chicos de Villa Mitre me gastan bastante, pero siempre con cariño y mucho respeto.

   —¿Te costó tomar esta última decisión?

   No. Vivo y respiro handball. Y mis mejores amigos son iguales de enfermos que yo por este deporte.

Ligada al fútbol

   Siria dice ser muy futbolera y tiene buena onda con varios chicos que juegan en la Liga del Sur.

   “Soy hincha de River y simpatizante de Tiro Federal -contó- porque juega mi cuñado Santiago Fernández (está casado con la hermana)”.

   —¿Cómo fue la experiencia de enfrentar a grupos de varones?

   Hace 6 años me llamó un dirigente de Villa Mitre para dirigir Primera y acepté tras pensarlo bastante, porque estaba dirigiendo la escuelita del CEF 47. Tuve la fortuna de que los chicos ya me conocían del ambiente de handball. Saben que tengo un carácter fuerte y no se me hizo difícil poder llegarles con el mensaje. Fue una re linda experiencia, mejoramos muchísimo. Tengo una forma particular de llegarle al jugador y creo que lo valoran. Además, me tocó un lindo grupo de jugadores, pero no pudimos seguir por un tema de costos.

   —Sin embargo, desde marzo, tenés revancha porque volviste a Villa Mitre.

   Lo pensé porque era una importante carga horaria y había que trabajar mucho porque el grupo se estaba formando. En Primera, cuando arranqué, perdíamos por varios goles y ahora esa brecha se está achicando de a poco. En cambio, cadetes y juveniles tienen buena formación porque trabajaron con el profe Maxi Lorelli, un muy buen formador. Además, Villa Mitre me subió el sueldo sin que yo le pida nada. Fue un gesto muy lindo.

Dos actividades

   Sin misterios, Siria parece estar hecha a la medida de los conjuntos masculinos y no sólo en nuestra ciudad.

   “En 2017 tuve una experiencia en Club Sarmiento de Pigüé, donde también dirigí Primera de varones. Ya encontré un grupo más confrontativo y allí sí me tuve que imponer. De cualquier manera, salimos subcampeones nacionales y ascendimos al Nacional B”, valoró.

   Seijas reparte su tiempo entre Tiro Federal, donde juega, dirige escuelita, cadetes y juveniles femenino, y en Villa Mitre, donde conduce a los juveniles y la Primera en varones.

   “Como jugadora ya se me pasó el tren, jaja. Pero, hablando en serio, el handball me dio muchísimo y me salvó de cosas malas. El deporte -resaltó- te arrastra para lo bueno”.

   —¿Y cómo DT hacia dónde vas?

   Hacia el crecimiento en la profesión. Estoy estudiando para recibirme de entrenadora nacional. Y creo que la mejor forma de conseguirlo es teniendo humildad y reconociendo que hay mucho por aprender.

Pura pasión

   Siria le dedica entre 4 y 5 horas diarias a la actividad y los fines de semana los ocupa con los partidos, además de planificar los cotejos y entrenamientos.

   “Es algo que me apasiona”, asegura.

   La armadora izquierda o central aurivioleta también analizó el momento del handball bahiense.

   “El nivel local bajó en los últimos dos años. Se fueron buenos jugadores y no hay demasiada competencia interna porque en mujeres y en varones somos apenas cinco equipos. Varios se alejaron por un tema de costos”, se lamentó.

La peor de la escuela

   Aún en la primaria, Siria iba y venía a la dirección de la Escuela 66. Hiperquinética y algo revoltosa, la nena de 11 años recibió un llamado que le cambió la vida.

   “Era la peor del colegio y el profe de educación física Alberto Cejas se cansó de verme en dirección y me mandó hacer un deporte. Y así fue como empecé a jugar al handball en el CEF 47, que funcionaba en la Escuela 22”, rememoró.

   Vaya si encontró su pasión, ya que con apenas 13 años debutó en Primera.

   “En el CEF seguí hasta los 17 años y luego me fui a jugar a Buenos Aires en CEDALO. Me eligieron la mejor deportista de los Torneos Bonaerenses del ‘98 y un veedor fue quien habló con mi profe (Cejas) para que vaya a ese club”, repasó.

   Claro que para poder recalar en Lanús tuvo que recibir una ayuda extra.

   “No tenía nadie que me llevara, pero Alberto (Cejas) convenció a toda la familia para ir de vacaciones de invierno a Buenos Aires y me llevó. Un genio total. Por todo eso y mucho más, lo considero como un segundo papá y el mejor formador que conocí”, dijo cariñosamente.

   La experiencia fue muy interesante, pero a Siria le quedó una espina.

   “Llegué a jugar tres partidos en la Liga de Honor. Pero, por cuestiones personales, me tuve que volver. Jugué con chicas que luego llegaron a la selección argentina. Entrenaba doble turno y vivía para el deporte”, sostuvo.

   “Me ofrecieron irme a vivir allá y estudiar en el colegio alemán, pero no pude ir. Y claro que me arrepiento, porque tenía la opción de viajar a España o a Italia con ellos. Igual, fue una experiencia única”, aseguró.

Otra vez al llano

   Tras su breve paso por el mejor handball del país, Siria regresó a la ciudad y comenzó a jugar en Centro Andaluz.

   “A los 18 años volví acá de la mano del entrenador José Sumay, a quien quiero y admiro muchísimo porque hizo mucho por este deporte”, sostuvo.

   “Con él, nos fuimos a Tiro hace seis años y llevamos cuatro consecutivos siendo campeonas”, agregó.

   Claro que no todo fue color de rosa para el aurivioleta.

   “En el 2017 perdimos un torneo por una mala inclusión de una jugadora y no pudimos ocupar la plaza para jugar el Nacional B de mayores. Sin embargo, el año pasado, salimos segundas en un Regional de Mendoza y recuperamos la plaza en el C. Y ahora vamos a jugar a San Nicolás el Nacional C, con el sueño de ascender al Nacional de Clubes B”, se esperanzó.

   —Pasan las chicas y vos seguís. ¿Por qué?

   Yo compartí las dos camadas entre Centro Andaluz y Tiro. Quedamos dos del primer grupo y se sumaron varias chicas de las inferiores. Nos costó dos años de armado, pero el técnico Federico Adaro -que es un groso del handball- me convenció para que me quedara con todas las chiquitas y formar un equipo competitivo. Algo que, por suerte, sucedió.

   Entre sus recuerdos más gratos, valora mucho haber jugado en el exterior.

   “En el 2000, con un seleccionado local y regional de cadetas, dirigido por el profe Cejas, nos fuimos a jugar a Suecia y Dinamarca. En ese último país, salimos sextas entre 64 equipos que participaron; increíble”, se emocionó.

   “Además, tres chicas de acá fuimos elegidas para un seleccionado internacional (junto con Idina Coria y una chica de Dorrego) que enfrentó a otro combinado del resto del mundo y salimos campeonas. Jugué con la 10 en la espalda y todo, jaja”, expresó con orgullo la experimentada jugadora de 34 años.

   —¿Por qué volverías a elegir el handball?

   Porque es un deporte grupal. Es muy aguerrido, hay que pensar, resolver y tiene contacto. Y gastás mucha energía. De lo contrario, todavía estaría en la dirección, jaja.