Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

A diez años de la gripe A, aconsejan seguir vacunándose

Médicas infectólogas de la ciudad alertan que año a año, tras la epidemia, la gente perdió ese importante hábito de salud.

Fotos: Pablo Presti - La Nueva.

Federico Moreno/ fmoreno@lanueva.com

A diez años de la gran epidemia mundial del siglo XXI, dos médicas infectólogas de nuestra ciudad recordaron cómo se vivió la enfermedad por esos meses, explicaron cuándo podría darse una nueva epidemia y alertaron sobre las insatisfactorias cifras de vacunación contra la gripe en nuestro país.

“Todos los años el virus de la gripe cambia, entonces incluso los que tenemos inmunidad o padecimos una gripe, nos podemos contagiar igual porque los virus que circulan no son los mismos que antes”, explicó Laura Giordano, médica del hospital Penna.

Y si bien la profesional anticipó que, por lo que ya se sabe del último invierno del hemisferio norte, este año no se dará una epidemia de gripe, también explicó que “las mutaciones más grandes de los virus se suelen dar cada 10 años”, por lo que hay que estar atentos.

Al respecto, la infectóloga del hospital Municipal, Laura Spadaro, destacó la importancia de que la gente se vacune todos los años. “Es cierto que las grandes mutaciones de los virus se dan cada 10 o 15 años, aproximadamente. Las epidemias de gripe van a seguir ocurriendo, entonces la gente tiene que mantener la vacunación”.

“Mientras que 2010 y 2011 fueron récord en porcentajes de vacunación, a partir de 2012 la gente ya perdió el susto y los números fueron bajando a niveles preocupantes. Deberíamos estar arriba del 90 % --siempre hablando de los grupos de riesgo-- y estamos entre el 50 y el 60 %”, lamentó la médica.

Sobre las características que hicieron a la gripe A tan mortal, Giordano explicó: “A diferencia del virus de la gripe aviar, de unos años antes y que tenía una alta mortalidad pero no se transmitía entre las personas, el virus de la gripe A sí se transmitía entre los humanos, los que no tenían inmunidad previa, ni siquiera los vacunados ese año, dado que el virus era una mutación nueva. Era un virus muy eficaz a la hora de transmitirse”.

Sobre las víctimas fatales en nuestra ciudad --según el archivo de este diario superaron las 10 en ese invierno--, Giordano recordó que “el cuadro final en todos los casos era una neumonía viral a la que se podía sumar una neumonía bacteriana”.

Por su parte, Spadaro agregó que “hubo mucha gente joven gravemente afectada, en terapia intensiva. Esos pacientes en general no fallecieron, pero estuvieron mucho tiempo con un respirador artificial. Mientras lo normal es que un paciente con neumonía esté una o dos semanas como máximo con respirador, durante la epidemia de gripe A estaban hasta dos meses en esa condición, por lo que se generaba un caos por la falta de camas, respiradores, etcétera”.

¿Cómo se disipa una epidemia?

“El virus ataca de forma masiva, a muchísima gente, de la cual un gran porcentaje hace infecciones asintomáticas. Yo por ejemplo me agarré el virus de la gripe y estuve una semana temblando, pero mi familia se contagió con cuadros leves, asintomáticos”, dijo Giordano.

“De esa forma, con las personas que no presentan síntomas se va autolimitando el virus. Y a eso se le debe sumar el cambio de estación, porque a medida que se terminaba el invierno, que era el momento climático que favorecía la proliferación del virus, se fue disipando”, agregó.

Con respecto a las vacunas, la infectóloga explicó que para la temporada siguiente el virus de la gripe A ya había sido incluido en la vacuna. “En los países del hemisferio norte, expertos hacen una vigilancia, van viendo cuáles son los virus que circulan ese año y en base a eso se resuelve la composición de la vacuna para ese invierno. Por eso es que hay que vacunarse cada año, además de lavarse bien las manos, una costumbre que desde ese año la gente parece haber adquirido bastante bien”.

El Municipal, en esos meses revolucionados

"En ese momento en el hospital éramos dos infectólogos, Diego Maurizi y yo. Él tiene familia en México, que es donde empezó la epidemia en febrero, y gracias a eso ya teníamos una idea de lo que podía venir, lo que resultó siendo muy útil cuando se desató el caos", señaló Spadaro.

Y agregó: "En el hospital se tomaron un montón de medidas, se abrieron consultorios de atención de demanda espontánea, se suspendieron situaciones de rutina como cirugías programadas porque no alcanzaban las camas. Incluso se armó en lo que sería el sector de recuperación de quirófano una miniterapia intensiva".

"Todos los médicos suspendimos nuestros trabajos en el sector privado para poder estar en el hospital, trabajábamos 12 horas por día. Se generaron puestos de trabajo, se les sumaron horas a los médicos del hospital, se redireccionó a otros y hasta los estudiantes de medicina se ocuparon de un servicio de atención telefónica para evacuar las dudas de la población, porque al principio toda la gente iba al hospital y se desbordaba".

Al personal de la salud que estaba con las defensas bajas o las embarazadas, por ejemplo, directamente se les daba licencia.

"Los médicos teníamos barbijos especiales, recibíamos capacitación constante para saber cómo tratar con los pacientes, no tanto por el riesgo de enfermarnos de una gripe, que para los inmunocompetentes no es algo tan grave, sino para no enfermarnos y perder trabajadores".