Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Tras un retrasplante de hígado, Vicky sigue dando la pelea de su vida

El hígado que recibió cuando era casi una beba falló y en marzo debió ser sometida a una nueva y riesgosa operación. Tras estar un mes sedada, a los 19 años libra la batalla más difícil.
 

Fotos: Gentileza familia López-Mezzorotolo.

Juan Ignacio Schwerdt / jschwerdt@lanueva.com

   Era el peor momento.

   El hígado que Victoria había recibido cuando tenía 3 años estaba colapsado, su organismo se descompensaba minuto a minuto y los médicos la estaban preparando para entubarla y sedarla hasta que apareciera un donante.

   Vicky supo entonces que era el momento de decir todo lo que tenía guardado. Quizá no hubiera otro. 

   “Vení, ma, sentate”, le pidió a su mamá Claudia en la guardia del Hospital Italiano de Buenos Aires. Fue la invitación a un diálogo de pocos minutos, pero tan intenso que ninguna de las dos va a olvidarlo jamás.

   “Yo estaba destruida, y a ella no se le caía ni una lágrima. Me dijo que si le pasaba algo que no me pusiera mal, porque ella estaba tranquila, en paz. Que yo no tenía que estar mal por sus hermanos”. 

   A Claudia aún se le corta la voz cuando recuerda lo que escuchó y sintió en ese momento. La valentía de su hija, una adolescente de 19 años, era un mazazo que la ponía frente al peor miedo de una madre. 

Victoria López recibió el primer trasplante de hígado cuando recién había cumplido los 3 años de edad. “Fue una enfermedad autoinmune –contó su mamá-. Un día su organismo empezó a rechazar su propio hígado y lo atacó como si fuera un cuerpo extraño o un virus”.

   “Me impactó que fuera tan consciente de lo que pasaba, pero mucho más que no estuviera angustiada. Darme cuenta que no le tiene miedo a la muerte fue algo terrible para mí. Yo le decía que no me diga eso, que pare, pero ella insistía: ‘vos escuchame: si no viene el órgano, no pasa nada; si me toca irme, me voy con los abuelos”, contó.

Vicky, semanas antes de la operación.

   Pero a Vicky no le tocó irse: a los pocos días de estar internada en terapia, tercera en la lista nacional del Incucai, llegó el órgano que tanto necesitaba. La operación fue el 13 de marzo.

   “Unas 48 horas antes Victoria ya estaba dormida en terapia. El personal y los médicos del Italiano nos daban aliento, nos contenían y hasta lloraban con nosotros, pero mi marido Eduardo y yo estábamos desesperados. Hoy estamos mucho más tranquilos, porque Vicky está saliendo adelante”, recordó Claudia.

La foto que Vicky difundió para la campaña "Los órganos no van al cielo", que promueve la donación.

"Esto es mucho peor que la experiencia del trasplante"

   Claudia confesó que esta experiencia es "mucho peor" que la que vivió con el primer trasplante. "Aquella fue terrible, pero esta la supera”, contó.

   “Vicky hacía vida normal, pero en 2017 se hizo unos controles y los médicos vieron complicaciones. Con el correr de los meses las funciones hepáticas empezaron a disminuir y se decidió ponerla en lista de espera (del Incucai), aunque con puntaje bajo. La íbamos llevando”, relató.

   Todo cambió a principio de marzo pasado. El fin de semana largo el cuadro de Victoria se agravó en cuestión de horas, lo que obligó a  derivarla de urgencia a Buenos Aires.

El lunes de esta semana se cumplieron dos meses desde la operación. La mitad del tiempo que transcurrió desde ese momento Victoria estuvo completamente sedada y sometida a frecuentes intervenciones.

   “Entramos a la guardia el jueves 7 y a las cuatro horas estaba en terapia intensiva. Estaba muy descompensada. Una persona sana tiene la bilirrubina en valores menores a 1; ella tenía 50. Tenía ese color amarillo que luego pasa a verde”, señaló Claudia.

   “El hígado ya no le funcionaba y todos los otros órganos estaban afectados. El bazo estaba inflamado y presionaba al estómago y a los pulmones; por eso no podía comer nada y hasta le costaba respirar”, dijo.

   Claudia de inmediato mandó a llamar a los hermanos de Vicky, pero no llegaron a verla despierta. Por su delicado cuadro, cuando arribaron ya estaba dormida, medicada y con asistencia respiratoria.

La familia de Victoria López está conformada por su padre Eduardo y su mamá Claudia Mezzorotolo. Tiene cuatro hermanas: Yanina, de 28 años, Manuela (24), Joaquín (15) y Emanuel (13). 

   “La operación fue dos días después. Fue un retrasplante, más complicado que el trasplante. Además, el resto de los órganos de Vicky estaban afectados”, recordó Claudia.

   Tras la intervención llegó el alivio, aunque Vicky siguió -y aún sigue- luchando.

Una selfie con sus padres Eduardo y Claudia, en el Hospital Italiano de Capital Federal. Vicky volvió a sonreir.
 

   “Después del retrasplante las pasó todas –contó su mamá-. Hasta estuvo dos días con el abdomen abierto; fue durísimo verla así, entubada y dormida”.

   Por más de 25 días la joven no abrió los ojos; aún así, sedada y conectada a varios aparatos, fue ganando una batalla tras otra. Hoy la esperanza de que pueda salir adelante es cada vez más grande.

Casi todo lo que le podía pasar tras la operación, le sucedió: desde sangrados, fístulas y líquido en el abdomen hasta problemas en un pulmón y una fisura intestinal que casi deriva en peritonitis", reveló su mamá.

   “Desde el 10 estamos en sala común. Los controles son cada 6 horas y Vicky aún tiene drenajes, pero ya puede caminar por los pasillos y hasta se baña. El próximo objetivo es recuperar peso y pasar de los 47 kilos de hoy a 55”, refirió Claudia.

   La decisión de sacarla de terapia -reveló- tuvo un fundamento más psicológico que médico. “Llegó al límite de su paciencia y no quería que le hagan más nada. Tuvo crisis nerviosas y ataques de pánico, y era difícil hablarle”, reveló.

Vicky, en octubre del año pasado. Su hígado -el que había recibido a los 3 años de edad- ya fallaba, pero aún no sospechaba lo que vendría luego.

   Desde que salió de terapia -aclaró-, Victoria está mejor de ánimo y decidida a lograr el alta cuanto antes. 

   “Ya estamos hablando lo que vamos a hacer cuando volvamos a Tres Arroyos: recuperar el tiempo perdido en el colegio, porque este año no pudo arrancar, y volver a la vida normal en familia”, se esperanzó.