Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Guillermo Ghio: "Una frase del protagonista me pegó en el pecho"

Charlamos con el director de “Es necesario entender un poco”, obra de la Comedia Municipal que hoy y mañana tiene funciones en El Tablado.

Franco Pignol / fpignol@lanueva.com

 

   El protagonista de la obra repite en varias oportunidades: “Los desdichados no se reconocen”. La potencia de esa frase fue la que le dio a Guillermo Ghio la certeza de que ese era el texto para presentar el proyecto en la Comedia Municipal de Bahía Blanca.

 

   Ghio es el director que fue seleccionado para dirigir “Es necesario entender un poco”, de la dramaturga argentina Griselda Gambaro.

 

   “Yo no elegí esa obra, sino que esa obra me eligió a mi. La estaba leyendo y me sorprendió mucho una frase  del protagonista: `los desdichados no se reconocen´. Me pegó en el pecho. Creo que es algo que nos está pasando, muy actual”, aclara Guillermo Ghio.

 

   El elenco repleto de bahienses debutó anoche y tendrá funciones hoy (a las 20 y a las 22) y mañana, a las 20, en el Teatro El Tablado (Chiclana 453). La entrada es libre y gratuita.

   La obra tiene que ver con la identidad y con esa temática entre el centro de la cultura y la periferia. Un monje jesuita francés quiere traducir un montón de libros a su idioma, entonces viaja a China y vuelve con un chino. El oriental está fascinado con el viaje, pero en Francia va a ser un extranjero.

 

   “Como nosotros cuando vamos a Europa, de repente nos hacen sentir como sudacas y la pasamos muy mal. Sin embargo, todos queremos ir a otro lugar. Este país se construyó mirando a Europa. Por eso, es necesario entender un poco”, aclara el director.

 

“El conde Lucanor”

   Guillermo Ghio nació en Capital Federal, en el barrio de Flores. Luego pasó su infancia en Castelar. Su primer día de teatro fue a los 14 años en el colegio, donde remarca que además de tener latín y griego le daban mucha importancia a las materias humanísticas.

 

   “En literatura teníamos que dramatizar ‘Los Exemplos del conde Lucanor`. Nos organizamos espontáneamente y ahí me surgieron las ganas de dirigir. Cuando el profesor me vio me preguntó si quería sumarme al grupo de teatro del colegio. Fui y me encantó. Comencé por el lado de la escenografía, luego como asistente y finalmente como director”, recordó Ghio.

 

   A la hora de elegir una carrera intentó por el lado de la formalidad: ingeniería. No era malo para las matemáticas, pero se aburrió. Apeló al corazón y se dedicó al teatro.

 

   “Por suerte en mi casa había mucha libertad y respeto a la hora de elegir”, aclara.

 

   Su formación actoral fue junto al maestro Víctor Mayor. Luego asistió a Inda Ledesma y estuvo 9 años con Augusto Fernández.

 

Los vaticinios de Griselda Gambaro

 

   Gillermo Ghio realizó varias obras de la dramaturga Griselda Gambaro y algunas otras las tiene en carpeta.

 

   “A mi gusto, junto con Ricardo Monti son de lo mejor que tenemos en la dramaturgia nacional. Después te podés remontar a la época de oro, con Discépolo o a los contemporáneos como Tito Cossa o Ricardo Halac, quienes aportaron una renovación a la escena”, explica Ghio.

 

   —¿Qué le encontrás a la obra de Gambaro de particular?

 

   —Ella en los años `60 comienza a explorar un modo de escribir, un modo de expresión que está de alguna manera ligado al absurdo. Como en aquella época había muchísimo compromiso político ligado casi al hiper realismo, tenía una especie de “no encuentro” estético con la mayoría. En aquella época había un contexto en el que las cosas no se podían decir tan directamente, entonces ella utilizaba el lenguaje como un vehículo, pero el mensaje era implícito.

 

   —Quizás suponían que no se comprometía.

 

   —Probablemente, pero sus obras eran re contra comprometidas.

 

   —No la entendían.

 

   —Claro. Es por eso que aparece desvalorizada. Algunas, incluso, pre vaticinaron las matanzas y lo que vino luego en la década del ‘70. Pero con el paso de los años logró, a fuerza de seguir escribiendo, instalarse como una dramaturga valoradísima. Sobre todo afuera del país, quizás no tanto en el nuestro. De hecho durante mucho tiempo vivió de dar charlas y conferencias en distintas partes del mundo. Fue estrenada en Alemania, Francia e Inglaterra, entre otros. Incluso estuvo exiliada en Barcelona y allá la conocen muy bien.

 

El Teatro Negro de Praga, la crueldad, lo absurdo y el existencialismo 

 

   —Elijo un estilo de teatro al azar y pretendo que me expliques qué significa para vos, qué características particulares le encontrás: Teatro Negro de Praga.

 

   —No sé si es un estilo, pero es una cosa fascinante. Algo que te fascina es algo que te encanta, que produce un encantamiento. Eso te hace viajar directamente a la niñez, enseguida vas hacia los cuentos de hadas, hacia la zona mágica, entrás a una fascinación. En el Teatro Negro recuperás esa parte de la niñez, esa inocencia. Una vez que te hacés adulto comenzás a querer un contenido que te vaya haciendo reflexionar. Yo suscribo más a este tipo de forma, sin que sea un realismo.

 

   —Digamos que “Es necesario entender un poco” va por ahí.

 

   —Claro, no es exactamente un realismo pero tiene mucho de eso. Griselda Gambaro es una autora muy particular, entonces de golpe tiene algunas fugas de absurdo, algunas crueldades... 

 

   —¿Podremos encontrar algo sobre el Teatro de la Crueldad?

 

   —Hay un teórico del teatro que se llama Antonin Artaud que hizo todo un desarrollo con el Teatro de la Crueldad, entendiendo a la crueldad como algo riguroso. Él decía que el teatro tenía que ser tan potente como el acto desesperado que provoca la peste en una persona”. Entonces, si no te conmueve de esa manera...

 

   —Es súper intenso...

 

   —Claro que sí, pero ojo que a veces se entiende mal y la intensidad pasa a ser desmesura y fuerza. No es eso. Tiene que ver con una rigurosidad de las emociones y de los acontecimientos.

   —¿Qué opinás de los textos de Sarah Kane?

 

   —Bueno, ella es una autora que se enrola claramente en esa linea de Artaud, donde la intensidad del segundo a segundo de la vida está presente hasta la desesperación. Tengo muy presente un texto de “4.48 Psicosis” en donde dice: “Yo no me quiero suicidar, lo que pasa es que no soporto la vida”. Lo recuerdo y se me pone la piel de gallina. ¿Locura? Es tremendo el grado de conciencia extrema que lleva ese texto.

 

   —Qué increíble lo que puede disparar un texto...

 

   —Era una autora muy intensa, con un texto bien escrito, que hablaba sobre algo que sabía.

 

La forma, sin el fondo...

 

   —Volviendo al absurdo. Hay muchos (espectadores y protagonistas) que confunden el absurdo con ridículo.

 

   —El absurdo no es ridículo. Tengo un particular deleite con el absurdo ya que fue el tipo de teatro que elegí para mi primer obra como director: “La cantante calva”, de Eugene Ionesco, el adalid de este tipo de teatro. El teatro del absurdo es un pariente del existencialismo.

 

   —Por favor, desarrollá esa idea.

 

   —Lo que quiere mostrar el existencialismo es que la existencia no tiene sentido. El absurdo apunta al absurdo de la existencia humana. El existencialismo te quiere demostrar que la vida no tiene sentido, es cuando aparece Jean Paul Sartre con “A puertas cerradas”. En esa obra hay tres personas encerradas en el infierno maltratándose. Si con las acciones vos no lo entendiste sale uno de los personajes y te dice: “ahora entiendo todo, el infierno son los demás. Y uno está acá, en este mundo, para hacer sufrir a los otros”. No tenés escapatoria. Eso es existencialismo (individualista o social).

 

   “El pariente de eso es el absurdo. Entonces dice: si la vida no tiene sentido no podemos contarlo con tanto sentido. Entonces hay que unir fondo y forma. Hay que romper el lenguaje. Es en donde aparecen esas formas rotas que aparentemente uno no entiende. Eso pasa porque está todo condensado. Hay que decodificarlo, por eso es tan difícil.

 

   —¿Y por qué a veces cae en lo ridículo?

 

   —Porque queda la forma, sin el fondo. La gente se ríe, pero no entiende.

 

Todo el elenco de la Comedia Municipal

   El elenco está compuesto por Graciela Musotto, Pablo Wohl, Jorge Ventura, Marcelo Koth, Lucas Sebastián Sánchez, Matías Sanders y Sofía Fernández. Asistente técnica, Virginia Aparicio y asistente de dirección, Francisco Mayor.