Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

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La pregunta es si Macri gastó la bala de plata...

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Lo primero que salta a la vista tras los anuncios del gobierno es que existe una flagrante contradicción entre el Macri candidato y el Macri presidente. Podría afirmarse, aunque los riesgos de la jugada estarían por verse en el corto y mediano plazo, que en esa tensión entre el candidato que aspira a la reelección, y el estadista que debe velar por los destinos del país, y más aún por enderezarlo en medio de una fenomenal crisis de confianza y de incierto panorama para el futuro que se abrirá a partir del próximo 10 de diciembre, perdió el estadista y ganó el candidato.

   Para arrancar habría que reflejar un dato de la realidad, a poco que se repase el pasado y el presente de Macri y sus convicciones en torno a la economía y la política: es evidente que no comparte el paquete de medidas populistas lanzado el miércoles.

   Hay allí una contradicción evidente con el político de pensamiento liberal que hasta ahora se negaba a encarar el camino facilista del populismo, o como dirían algunos de sus enemigos y otros que no lo son tanto, de hacer "kirchnerismo adecentado", es decir sin la mancha de la monumental corrupción de la administración pasada. Aunque con un altísimo costo fiscal que pone en dudas el cumplimiento de las metas con el Fondo Monetario. Porque además el paquete por algún costado echa por la borda aquella tan prometida y pregonada baja de los subsidios.

   Macri tuvo que ceder muy a su pesar a las presiones de sus socios radicales y también de buena parte del macrismo que no comulgó ni comulga con el credo duranbarbista o el "nopasanadismo" de Marco Peña.

   Las PASO de agosto están a la vuelta de la esquina y todos los indicadores de analistas y observadores, como la mayoría de las encuestadoras, le auguran un destino incierto, en no pocos casos de derrota, en esas primarias. Un paso por las urnas que, como bien sostiene alguno de esos analistas, si bien no define una elección como la de octubre, seguro que "crea clima". A lo que debe sumarse, para explicar todavía con mayor precisión el volantazo o el golpe de timón de esta semana, la sucesión de derrotas que Cambiemos o el macrismo han sufrido en las seis elecciones de diverso tono que se realizaron hasta ahora en el interior del país.

   Tal vez el caso más palpable sea el último ocurrido el pasado domingo en Entre Ríos. No por ser la más fresca en la memoria sino por dos elementos: la contundencia de la derrota del candidato de Macri, Atilio Benedetti, a manos del gobernador Bordet, por más de 25 puntos. Y en segundo término por la sinceridad de Benedetti, que atribuyó a la pesada mochila de Macri y la crisis económica nacional, su aplastante caída.

   Párrafo aparte merece el modo que el gobierno eligió para anunciar el paquete de medidas populistas. Al menos lo resolvió de manera poco elegante, con un video inicial de Macri en una vivienda del norte del conurbano, mientras los ministros Sica, Dujovne y Stanley fueron luego los encargados de explicar los detalles. Se habló más del video, y para mal antes que para bien, que del paquete en concreto.

   Es evidente que Macri no quiso pagar el costo político de anunciar a través de un discurso un paquete de medidas en las que, vale insistir, jamás creyó y tampoco creerá ahora que se pondrán en marcha. O se cambiósobre la marcha, a punto tal que el martes por la noche eran varios los ministros que reconocían no conocer "en detalle" lo que se anunciaría al día siguiente.

   Queda la impresión que en general la incertidumbre tras la difusión de las medidas sigue. De hecho en el grueso de la oposición pero también en el arco empresario y en buena parte de los socios radicales. El panorama de cara a las elecciones sigue siendo incierto, y no es aventurado afirmar que las tensiones internas no solo no se han terminado sino que han aumentado. El mismo miércoles, horas después de los anuncios, los celulares de varios funcionarios se atosigaron de consultas sobre si Macri finalmente será candidato, o si se bajará y le dejará su lugar a María Eugenia Vidal. Y hasta para saber qué postura adoptará Horacio Rodríguez Larreta. Pequeño detalle: el alcalde todavía no difundió el decreto que unifica las elecciones de la ciudad con las nacionales, salvo el que junta las PASO en ambos distritos.

   Otro dato que merece ser tenido en cuenta es que si había un tópico que dentro del macrismo, y más a su alrededor en consonancia con las cuitas de los radicales, estaba en discusión, a partir de ahora ya no lo está. Se trata nomás, como recordaría alguien el jueves en plan clintoneano, de la economía. Sin una mejora en la economía, en el ingreso de los que menos tienen, en la lucha contra la inflación y la estabilidad del dólar o la baja del desempleo y de la flagrante pobreza, batallas que hasta ahora el presidente va perdiendo, no hay destino posible para el plan reeleccionista de Macri. Y pone entre gruesos signos de interrogación la reelección de Vidal en la provincia.

   Puede ser acertado aquel comentario de una fuente oficial acerca de si Macri acaba de jugar la bala de plata. El problema a resolver es saber si todavía le queda tiempo. Las medidas deberían empezar a cristalizarse antes de agosto. No, como pregonan los adoradores del entusiasmo, antes del 10 de diciembre. Un resultado adverso en las PASO, en especial si ocurriese a manos de Cristina Fernández en caso de que la abogada exitosa decida competir, convertirá al país en un tembladeral.