Bahía Blanca | Martes, 01 de julio

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Mauro y Sebastián Polla, los técnicos sean unidos

Son hermanos: uno dirige a L.N. Alem y el otro a Bella Vista. Los dos son profes de educación física. Y viven pegados. 

Fotos y video: Pablo Presti-La Nueva.

Por Fernando Rodríguez / [email protected]
(Nota publicada en edición impresa)

   Mauro y Sebastián son hermanos; eligieron las mismas carreras educativas y deportivas y son técnicos.
Roberto, su padre, se destacó por ser un entusiasta futbolista.

   “Jugaba -en la Liga Comercial- y veíamos el compromiso que asumía en cada partido que, para algunos, podía tratarse de un encuentro entre amigos. Lo vivía como si fuera un profesional”, cuenta Sebastián.

   A partir de ahí pueden entenderse las similitudes de los Polla: ambos jugaron al básquetbol y al fútbol; los dos estudiaron profesorado de educación física y, ahora, Sebastián dirige la Primera de fútbol de Bella Vista y Mauro, el equipo superior de básquetbol de Leandro N. Alem.

   “Nunca entendí nada de básquet, era un futbolista jugando al básquet: corría, metía, hacía fules... Un base sin gol y que no conocía los sistemas, así que, imaginate”, admite Sebastián.

Mauro arma el tiro ante la firme defensa de Seba.

   “En mi caso -reconoce Mauro-, me daba cuenta que era muy malo jugando al básquet y que me gustaba demasiado la parte técnica. El último año que jugué ya pensaba como entrenador. Arranqué en Independiente, como todos, en escuelita y minibásquet, hasta que apareció la posibilidad de dirigir la Primera, por la temprana renuncia de Tite Boismené. Después pasé por Pacífico, El Nacional, los años en la Liga (como asistente de Bahía Basket y en la Liga de Desarrollo) y ahora, en Alem”.

   Ya de grande, el vínculo de Sebastián con el básquetbol fue, únicamente, como preparador físico de los equipos de Mauro y de José Luis Pisani (en Independiente).

   “No podía cubrir el rol de asistente; lo mío era el fútbol”, asegura.

   Ahí surgió la chance de Bella Vista, donde lleva 17 años. Entrenó infantiles, menores, fútbol formativo y fue asistente de Marcelo Katz. Ahora afrontará otro desafío.

   “Sinceramente -confiesa- no esperaba dirigir Primera tan pronto. Con Roberto Achares (dirigente) sabíamos que podía darse la oportunidad en cualquier momento. Estoy con muchas ganas y expectativas”.

   —Mauro, ¿mirás fútbol?

   —Muy poco. Antes era fanático de Boca...

   —¿Sebastián vos seguís el básquet?

   —Algún partido importante de Liga o el torneo local me gusta mirar, pero la verdad que no tengo demasiado tiempo para entretenerme.

   —¿Qué situaciones consideran positivas y negativas de ser entrenador?

   Mauro: —Lo negativo es que laburás desde tu pasión las 24 horas. Cuando las cosas no te salen, se sufre a la hora de dormir. Uno puede estar muy seguro de lo que hace, pero te come la cabeza y, a veces, la pasás mal. La derrota se sufre más de lo que se disfruta la victoria y, encima, se pierde más de lo que se gana.

   Sebastián: —En Primera todavía no vivencié esta experiencia. En formativas, el entorno es negativo: el padre que quiere salvarse con el hijo, o proyecta sus frustraciones con su hijo. También, la violencia que se genera...

   —Eso demanda y desgasta, ¿no?

   —Muchísimo. En Bella Vista trabajamos mucho con eso. La Liga del Sur está implementando un programa que hace siete u ocho años pusimos en práctica: “Portate bien este año en la cancha”. Pero es desgastante y muy despareja la lucha, con lo que proponen los medios, con lo que escuchan los padres, con lo que vivencian los chicos. El resto es excelente.

   —¿El nivel deportivo de la ciudad está preparado para poder vivir de esta profesión?

   Mauro: —Uno decide ser entrenador y después puede trabajar en diferentes niveles. El torneo local de básquet no te permite mantener una familia. Hay que complementarlo. Lo bueno es que si no podés trabajar afuera, tu vocación tiene un gran respaldo en la ciudad.

   Sebastián: —No creo que el nivel local te permita vivir del fútbol. Gracias a Dios también trabajo en la docencia y tengo una escuelita de fútbol hace 20 años. Obviamente, preferiría estar 8 o 10 horas pensando únicamente en el fútbol. Hay que ordenarse para dedicarle tiempo a los trabajos y la familia.

   —Mauro, siendo el fútbol un deporte del que todo el mundo opina, ¿sos de aconsejar a tu hermano?

   —Siempre hice lo contrario, porque también de básquet opinan todos y no siempre saben.

   —¿Vos decís que tu hermano habla de básquet sin conocimiento?

   —Todos, je. Sí en cada reunión o sobremesa intercambiamos vivencias, lo que le pasó a cada uno en el vestuario o en la cancha, pero más bien es poner el oído. Siempre rescatamos cosas del otro, por más que tengamos distinta forma de ser, diferente carácter y trabajemos en distintos deportes.

El mismo ganador 

   —¿Favorece al técnico haber estudiado educación física?

   Sebastián: —Creo que sí. En la carrera tenés muchas materias de pedagogía y didáctica que influyen en la forma de transmitir y llegar al jugador. Desde lo táctico o técnico sirve mucho haber jugado y, también, los técnicos que tuviste. No es lo mismo leer que vivenciarlo. Si conjugás las dos cosas, me parece que tenés un plus.

   Mauro: —Mi caso no fue el del jugador que se retira y se pone a dirigir. Creo que hay aspectos muy importantes como liderar un grupo o transmitir conocimientos, que de a poco los vas aprendiendo y practicando en la carrera. Si te cuesta muchísimo llegar al jugador o coordinar un grupo de personas estás en problemas. Como decía León (Najnudel): “Para ser entrenador hay que saber también de básquet”.

   —¿Qué similitudes tienen en sus profesiones y en lo cotidiano?

   Sebastián: —Similitud, que los dos somos muy apasionados en lo que hacemos. Compartimos el mismo objetivo, sabiendo que nos gusta ganar a todo, pero entendiendo que no es lo más importante.

   Mauro: —Coincidimos en la forma de medir la competitividad, no por el 1 a 0 o el 100 a 80, sino buscando otros objetivos. Y, también, las ganas de enseñar o transmitir lo que uno sabe.

   —Lo más importante: ¿quién ganaba en el uno contra uno o pateando penales?

   Mauro: —No me ganaba nunca a nada. ¡Ah, sí! Una vez me ganó una serie de penales...

¿Gol? El "arquero" Mauro la tiene complicada.

   Sebastián:—Siempre dice lo mismo. Es lo único que recuerda.

   La buena relación tuvo su límite cuando comenzó la competencia en el arito y el arco del patio de la casa de Sebastián.

   Aunque en este caso, hay algo que los une por encima de triunfos o derrotas y es que, entre técnicos, los Polla se entienden...

Carreras paralelas


   En familia. Roberto y Adriana son los padres de los Polla y Carla (33 años), la hermana. Mauro tiene 40 años. Está casado con Ana Paula Tamburi y tienen 2 hijos: Benjamín (7 años) y Olivia (4). En tanto, Sebastián -42- y Gabriela Gómez son padres de Catalina (12 años) y Estanislao (9).

   Con la pelota. Mauro jugó hasta los 22 años. Hizo escuelita en Independiente; minibásquet y preinfantiles en Estudiantes. Después, en Tres Arroyos (trasladaron a su padre, bancario), jugó dos años en Huracán. Practicó fútbol hasta los 12 años en Olimpo y también natación. Volvió a Estudiantes e Independiente y terminó en Argentino, donde jugó en Segunda, como en el viola.

   De Selección. Sebastián jugó en la Selección de mini de Tres  Arroyos. Al fútbol, en Olimpo, Huracán (TA) y Libertad (un par de años en Primera) y también jugó en Pringles. En Infantiles, Cadetes y Juveniles practicaba básquetbol en Independiente y cuando terminaba el torneo se iba a jugar al fútbol a Estudiantes.

   Docencia. Mauro está concurriendo a los actos públicos y hace trabajos de fundamentación en Uno Bahía Club. Sebastián es profesor en el colegio San Cayetano.