Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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La pasión que no pudieron embargar los fondos buitre

Foto: Sofía Frugoni - lanueva.com

Por Sofía Frugoni / sfrugoni@lanueva.com

 

   El debut de Mauro Vega en la fragata Libertad tuvo un condimento amargo: en 2012 quedó varado en Ghana en la época en la que los fondos buitre hostigaban a Argentina en la Corte de Nueva York.

   —El objetivo era volver a nuestro país con el barco —recuerda Mauro, de 29 años, que estudió en la Escuela de Suboficiales de Puerto Belgrano y hoy se desempeña como Cabo Primero de mar.

   La incertidumbre y la bronca reinaban, pocos sabían por qué el barco estaba inmovilizado y por qué estas cosas le pasan a una nación como la argentina.

   —Estar en la fragata es algo que todos queremos; estaba muy entusiasmado de poder navegar en ella y vivir lo de Ghana fue un golpe muy duro —asegura Mauro, oriundo de Ciudadela, Bueno Aires.

   Nadie quería dejar el barco y fueron tres los meses que tuvieron que continuar con la vida "normal". Sin embargo, hubo momentos en los que se quedaban sin insumos personales y tenían que dejar el barco e ir a comprar a un shopping del puerto.

   El papá de Mauro fue militar, así que todos en su casa sabían que esto podía llegar a pasar y trataron de tomarlo con tranquilidad.

   —Había que intentar estar bien porque no podíamos hacer nada más que esperar, solo nos quedaba la ansiedad de poder irnos de ahí —dice y recuerda que por suerte tuvieron routers para poder comunicarse con sus familias.

   En noviembre de 2012 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sostuvo que la fragata era un buque de guerra y que, por lo tanto, gozaba de inmunidad y no podía ser embargado.

   Hacia mediados de diciembre, en Ghana, pidieron la revocación de la orden judicial que retenía al ARA Libertad, dejándolo movilizarse y retornar a la Argentina.

   —Fue una alegría enorme poder irse, aunque sacamos a la fragata muy sucia y abandonada porque no teníamos mucha agua y electricidad para poder mantenerla —cuenta sobre la liberación.

   Sin embargo, él siempre tuvo miedo de que lo de Ghana se repita en algún viaje y no poder continuar la experiencia.

   —Es algo que nos supera y que si vuelve a suceder ahí estaremos para defender al barco, protegerlo y mantenerlo lo mejor posible —asegura.

   La experiencia de Mauro en la fragata no terminó ahí. Le pidieron quedarse dos años más trabajando en el buque.

   —En 2013 el barco estuvo en reparaciones así que viajamos por el país (Buenos Aires, Puerto Madryn, Ushuaia) y en 2014 emprendimos el viaje por Sudamérica, donde visitamos Brasil, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, República Dominicana, México, Haití, Cuba y Surinam —detalla.

   En 2015 se fue a la Corbeta ARA Drummond, un buque multipropósito de la Armada, donde realizó las mismas tareas que en la fragata: ser timonel de maniobras, es decir entrar y sacar el barco en los distintos puertos. En esa embarcación se quedó hasta 2017, para en 2018 ser trasladado al ARA Austral, un buque de investigación científica.

   El padre de Mauro siempre le comentó lo que era la Armada Argentina, lo que se podía vivir y los desafíos diarios que te presenta.

   —A mí no me gusta quedarme en nada, veo los desafíos como oportunidades y fue por ese lado que decidí entrar a la Escuela —cuenta sobre el momento en que no sabía qué hacer con su vida y vio a la Armada como una gran posibilidad.

   Su visión sobre la vida en el mar lo llevó a enfrentarse con momentos muy difíciles y en los que tuvo mucho miedo, pero sin dudas fue la noche del 15 de noviembre de 2017 la que lo marcó para siempre.

   Eran las 22 y Mauro estaba comiendo un asado cuando recibió un llamado: "Tenemos un caso SAR", le informaron, es decir que una embarcación se había hundido en mar argentino y había que salir a buscarla.

   A las 00 se embarcó en la Drummond y zarpó mar adentro a buscar al submarino ARA San Juan, que había perdido comunicación con la Armada durante un viaje desde Ushuaia hacia Mar del Plata.

   —Fue muy duro salir a buscar a esos compañeros, el mar estaba muy movido y eso dificultaba la tarea —recuerda Mauro y detalla que en ese viaje escuchó ruidos que nunca antes había escuchado, por ejemplo, como si la chapa se quebrara.

   Si bien la situación con el submarino fue complicada, él no duda de que su vida pasa por el mar y la navegación. De hecho, no está muy aferrado a la vida civil.

   —Lo que aprendés día a día es inigualable, siempre hay algo nuevo para saber y sumar a la experiencia —cuenta Mauro, a quien le gusta volcar sus conocimientos en la gente nueva que entra a la Armada.

   2019 fue muy particular para él ya que lo eligieron por cuarta vez para embarcar en el ARA Libertad y eso le genera orgullo y satisfacción.

   —Que me sigan eligiendo quiere decir que hago bien las cosas y para mí es un honor poder estar acá —resalta y describe a la fragata como hermosa desde el punto más minúsculo, imponente e inigualable.

   —Vi muchas fragatas en mi vida y no hay ninguna como esta —sentencia.

   Mauro también va a participar del viaje de instrucción del año que viene, concretando su quinta vez en la Libertad.

   —Después del viaje de 2020, me gustaría hacer una campaña antártica para especializarme y más adelante llegar al escalafón más alto de mi profesión: suboficial mayor.

   Por el momento disfruta de su trabajo en la fragata, de los paisajes que brinda la navegación y la experiencia de conocer los distintos viajes.

   —Quiero llegar a viejito y poder contar todo lo que viví, soy muy feliz con mi trabajo.

 

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