Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Estados alterados en la Casa Rosada

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

    Mauricio Macri lo dejó muy claro en su encendido discurso del jueves durante la reunión ampliada del gabinete nacional en el CCK. El presidente dijo que estaba "caliente" por los candidatos de la oposición que siempre prometen "el atajo mágico". Y todas las miradas, por si hacía falta, se posaron en el exministro de Economía, Roberto Lavagna. Pero dijo también por si a algún desavisado se le pasó por alto, que los funcionarios de su gobierno "tienen que salir a remarla" y que no quiere verlos "llorar" frente a la coyuntura y los pronósticos en algunos casos hasta catastróficos de análisis y proyecciones sobre el futuro de su gestión, y la suerte o desgracia de la coalición Cambiemos en las elecciones presidenciales.

   Es decir, el presidente retomó aquella imagen tribunera y exaltada que había mostrado en el discurso ante la Asamblea Legislativa del primero de marzo, cuando se dijo que de ese modo le daba el puntapié inicial a la campaña electoral. Lo mismo hizo en el CCK, con el llamativo dato a no desestimar que esta vez también hubo arenga, y bastante más que eso, un reto liso y llano, para los integrantes de su gobierno. Y por ahí un enojo que bien podría ser extendido a sus socios de la coalición. A Elisa Carrió, que persiste en minar su autoridad al tratar de "imbécil" y "poste" al ministro de Justicia, Germán Garavano.

   O a los radicales, que se preparan para la Convención Nacional del mes que viene en Corrientes con la cara pintada y un rosario de críticas a la gestión, al desmanejo de la política económica, y tal vez con un remozado reclamo de una interna presidencial o del segundo lugar en la fórmula. Ni hablar de los que como Ricardo Alfonsín, Federico Storani y Juan Manuel Casella planean armar un frente con peronistas alternativos y las corrientes socialista y progresista que encabezan Miguel Lifschitz y Margarita Stolbizer.

   No es solo aquel enojo de Macri el que podría estar marcando que los estados de ánimo en el gobierno y sus alrededores se han alterado. Es por un lado el nerviosismo que provocan en general las malas noticias, persistentes, sobre la marcha de la economía. Ya hay miradas críticas que se posan sobre Nicolás Dujovne, y el titular del Banco Central, Guido Sandleris. El ministro de Economía insistió esta semana en presentar la imagen de un país que solo él parece ver, mientras a su alrededor llueven críticas de los empresarios por altísimas tasas de interés que obturan cualquier proyecto de inversión, el dólar que volvió a saltar al ritmo de encuestas que advierten sobre lo que puede ocurrir en octubre y noviembre. Y la inflación de marzo, con su inevitable carga de aumento del malhumor social, ya se anuncia cercana al 4 %. El propio FMI acaba de pegarle un mazazo al gobierno al elevar al 31,5 su pronóstico de 23 % de inflación para 2019.

    Son un secreto a voces los cruces entre miembros del equipo económico mientras Dujovne pareciera estar hablando de Dinamarca y no de la Argentina. Y de esos funcionarios con la Jefatura de Gabinete. También habría sido tensa la reunión que a mitad de semana, con su "calentura" a cuestas y creciendo, mantuvo Macri con el titular del Palacio de Hacienda. Dante Sica, el ministro de la Producción, de creciente influencia, habría sido uno de los quejosos delante del presidente por lo que él y otros consideran una errada política la que llevan adelante Dujovne y Sandleris. "Es evidente que no dan pie con bola", corroboran esos estados de ánimos fuentes confiables del primer piso de Balcarce 50.

   La prevista novedad que trajo el informe oficial del INDEC sobre el aumento del desempleo y la pérdida de casi 400.000 puestos de trabajo durante el último año fue otra mala nueva que cayó como un balde de agua helada. No porque el presidente no tuviese ese dato desde varios días antes, lo mismo que el grueso de los analistas del sector, sino porque llegó en medio de las otras pálidas como el incremento de la inflación, la marcha con amenaza de paro detrás de la CGT y otros movimientos obreros para el 4 de abril, o el dólar que no atiende alquimias del dúo Dujovne-Sandleris y el viernes saltó los $ 43. Lo que reafirmó otro mal pronóstico que sostiene que podría sobrepasar los 50 cuando lleguen las PASO de agosto.

   La incertidumbre que campea en el oficialismo, que se traduce en preocupación frente a lo que empezaría a visualizarse, que es un gobierno que ignora tozudamente la realidad y se aferra al optimismo zen del presidente y de sus laderos, tiene su origen además del fracaso de la economía en el plano político. Más precisamente en el escenario electoral y las chances cada vez más comprometidas del presidente de conseguir su segundo mandato.

   Esa y no otra es la razón por la que Macri, Marcos Peña y Dujovne, a coro, decidieron olvidarse de Cristina Fernández y subir al ring de la pelea electoral a Lavagna. No han sido casuales esos ataques contra el economista radical, en la medida en que se afianza como una alternativa cierta para pelear las elecciones de octubre y la segunda vuelta de noviembre con la camiseta del peronismo alternativo y eventuales aliados. Le corre de la escena a Macri, de hecho, la estrategia de polarizar con Cristina para mantener viva la grieta.

   La siguiente: dos encuestas que encargó el gobierno y que leyó Macri lo ubican tercero en octubre, detrás de Lavagna y Cristina, en ese orden. Corroborarían una sensación creciente: la gente ya no querría saber más nada con ella, pero tampoco con él...