Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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En modo navideño

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   Luces, adornos y pesebres; confites, turrones y pan dulce, son parte de un ritual que milenariamente se repite año tras año.

   Aunque algunos se nieguen a “atravesar estos días” en “modo navideño”, el escenario condiciona y cada persona vivencia la Navidad a su estilo, de acuerdo con su cultura con los mandatos de su religión y hasta de su herencia familiar.

   Las emociones se despliegan como si fueran un abanico, atravesamos estados de alegría y felicidad y al mismo momento hacemos malabares con la nostalgia y alguna que otra decepción. A su vez, un tiempo que pareciera ser “angelado” es conflictivo.

   El escenario navideño está decorado también con un recorte de gastos, con una crisis económica, con una pobreza dolorosa, con desempleo, con inseguridad laboral, y con esa situación preocupante que seguramente estás atravesando, la gran pregunta es ¿cómo lograr un “mínimo” bienestar psicológico en estas fiestas?

   Estar y vivir en “modo navideño” es algo que por el simple hecho de que se repite año tras año debiera ser una cuestión ya resuelta. Sin embargo, en esta fecha los conflictos de pareja se incrementan, aparecen roces y reproches. Las rivalidades familiares recrudecen y vuelven fantasmas que debieran estar ya sepultados; la organización del festejo se convierte en el motivo de disputa habitual.

   Ansiedad, estrés y depresión titilan al compás de las luces del “arbolito” y en ocasiones broncas, enojos y frustraciones empañan los festejos impidiendo encontrar algún motivo por el cual realizar un brindis.

   En medios de comunicación y redes sociales hay un bombardeo constante con escenas de plenitud y felicidad garantizadas únicamente si se accede a determinados regalos o productos, el cerebro es estimulado y libera una batalla con la realidad que impone el bolsillo.

   El festejo navideño, ritual que se repite año tras año, pareciera sorprendernos cada vez, aunque los problemas en torno a estos días parecieran calcados en el calendario. La “evidencia máxima” recuerda que, lo que no se habla, lo que no se dice, lo que se oculta, lo que se calla, se minimiza, y no se aborda, vuelve una y otra vez en forma de síntoma, conflicto o problema.

   Seguramente te pasa que buscaste en el altillo, sótano, placard, la caja con los adornos navideños y al mismo momento de sacarlos para lanzarte a la tarea de armar el árbol y decorar tu casa, salían de la caja una a una las cuestiones sin resolver.

 

Navidad es tiempo de recogimiento y celebración, te recuerdo que una cena de Nochebuena más cara no mejora las relaciones personales, un regalo lujoso no devuelve a quien ya no está, una música estridente no tapa los conflictos.

Vivir en “modo navideño” es un poco de silencio para oír de una vez por todas los problemas y tomar la decisión de enfrentarlos y resolverlos; es encender las propias luces para iluminar también a los otros, es desplegar los propios colores para compartir con quien vive en blanco y negro.

 

Vivir en “modo navideño” es abrir la mente, el corazón y los brazos, con una sonrisa, para albergar el nacimiento de algo mejor. ¡Feliz Navidad!