Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Las leyes de Emergencia, en medio de una pulseada

La columna semanal de Ricardo Salas, corresponsal de La Nueva. en la Legislatura provincial.

Fotos Archivo La Nueva.

   La intensa actividad y rosca política de la Legislatura bonaerense, casi al borde del festejo navideño, contrasta con el largo letargo que sufrió el resto del año.

   Desde la asunción del gobernador Axel Kicillof y el resto de las nuevas autoridades provinciales, apenas 10 días atrás, ya tuvieron dos reuniones extraordinarias, y quizás tengan alguna más antes de fin de año o a comienzos de2020.

   Y esto tiene que ver, por un lado, por el impulso de la gobernación a un corpulento paquete de medidas que buscan poner en emergencia casi todos los sectores de la Provincia, y por el otro, por la resistencia de una oposición consolidada que no acepta el crudo diagnóstico de Kicillof ni de sus principales espadas ministeriales.

   En rigor, la pulseada para lograr la aprobación de  la Ley de Emergencia Social, Productiva, Económica y Energética con la que Kicillof pretende abordar los primeros 100 días de gestión, a la espera de definiciones macroeconómicas del Gobierno nacional que le permitan trazar horizontes de previsibilidad, son producto de lo que consideran como la catastrófica herencia del macrismo en la Provincia.

   “Estamos frente a una coyuntura económica y social delicada, pero lejos de una crisis de la magnitud de 2001, que amerite semejantes medidas”, responden parlamentarios del bloque de Juntos por el Cambio. que responden a María Eugenia Vidal, en una clara postura de contraste con la evaluación realizada desde el Ejecutivo de “tierra arrasada”.  

   Esta especie de scrum legislativo alarga las negociaciones y estira las definiciones. 

   Desde la oposición agregan elementos al debate, que no son menos importantes para el futuro funcionamiento político, como el reclamo por los lugares que le corresponden en la estructura provincial, por caso algunos cargos en el organigrama provincial, como la Tesorería o la Defensoría del Pueblo, en empresas del Estado y organismos de control, y algunos asientos en la mesa del directorio del Banco Provincia, entre otros.

   Es decir, la eterna puja por los espacios de poder. Para ello citan el acuerdo tejido por la exgobernadora Vidal y Kicillof.

   Desde el nuevo gobierno provincial se quejan de que la oposición, virtualmente, le va “corriendo el arco de lugar” a cada paso de la negociación, y nunca se centra la discusión en el proyecto en sí mismo. Para el oficialismo es menester atender la urgencia de la situación, y dejar la discusión política para más adelante.

   En el fondo está la desconfianza mutua. Unos descreen de las intenciones del otro, tratando de interpretar las señas, como en una partida de truco.

   Un legislador opositor con escasos pelos en la lengua, afirmaba días atrás en off que “si le votamos esto a Kicillof, ya no nos va a necesitar por dos años. Quedaría por delante la discusión del Presupuesto 2020, pero eso no podemos no votarlo". 

   "Tenemos que cerrar la Legislatura hasta 2021, se nos licua el poder conseguido en las urnas”, remarcó.

   Tanto para radicales como para macristas acompañar la “redacción actual” del paquete de leyes de emergencias, significa anular y bajar la persiana de la Legislatura delegando todas sus funciones constitucionales en el Ejecutivo.

   También hablan de improvisación y desconocimiento de la Provincia. “Lo que quieren son superpoderes para que Kicillof haga lo que se le antoje”, sostienen.

   Una de las fortalezas políticas del flamante gobernador son los “números” como buen economista. Por eso el Frente de Todos pide que la oposición no le ate las manos a Kicillof y ayude a sostener la gobernabilidad.

   Los dos jugaron fuerte. La gobernación tratando de conseguir herramientas que le permitan sortear las cámaras legislativas por lo menos por dos años, donde es minoría, y la oposición plantada, resistiendo el embate para hacer valer sus números.

   Es el terreno político es natural que haya pujas y que cada sector defienda sus propios intereses. Aunque el “macrismo vidalista” sospecha que la jugada del oficialismo gobernante puede abrir una “grieta interna” con el radicalismo, a partir de la postura de intendentes o gobernadores, como el jujeño Gerardo Morales, entre otros. Manejan como certeza que Kicillof también buscó fracturar el bloque legislativo de Juntos para el Cambio.

   De esa pulseada saldrá el esquema de poder que le dé el marco de funcionamiento a la provincia de Buenos Aires en los próximos años. El carro no comenzó a andar aún, pero los melones ya empezaron a acomodarse.