Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Sobreviviendo

Hoy es otro país, un estado con una hipertrofia inmensa, el empleo público gigantesco y otros favores de los políticos de turno.

por Ernesto Tolcachier

“Individuo máximo en el Estado mínimo" (Macedonio). Esta expresión citada por la brillante escritora  María Esther de Miguel reflejaba el deseo  de encontrar en las tierras argentinas este ideal de vida de sus padres inmigrantes en su exilio entrerriano en el “polvoriento” Larroque. Y este país acogió a los promotores que venían  a poner su esfuerzo para poblar y brindar su trabajo fecundo en  la  grandeza de una nación en desarrollo.
Claro, el sistema liberal fomentaba las libertades individuales, mientras que el Estado omnipresente las limitaba o las restringía. Y en casos muy conocidos de sus países natales se convirtieron en dictaduras hipócritas. 
Hoy es otro país, un estado  con una hipertrofia  inmensa, el empleo público gigantesco, y otros  con los favores de los políticos de turno.
Cuando  encuentro a mis contemporáneos, lo  prioritario, es una expresión sobre su presente, sobreviviendo. Sobre las causas de semejante decadencia, no tengo la menor duda.
Antes pensaba no se puede, o no se quiere cambiar. Hoy no tengo la menor duda de que esta es la voluntad de quienes  han elegido para gobernar un sistema nefasto, populismo clientelar, de un Estado decadente, y para su logro hombres mediocres y mujeres ídem pero  adictas al poder con una ambición  sin límites.
Nos acercamos al medio siglo del Rodrigazo, símbolo  del inicio de la decadencia económica argentina.. El sistema nefasto responsable de dos reestructuraciones de deudas, defaults y confiscación de depósitos y la mayor depreciación de la moneda a través de medidas excepcionales de continuos desajustes. Seguimos sin solución de continuidad: más ministerios, secretarias, subsecretarias, direcciones y otros organismos con la lógica consecuencia de más desequilibrio fiscal, en  una continuidad de un populismo clientelar desenfreado. 
Salir de la crisis implica, en cuanto a los gobernantes, seleccionar serios y emprendedores, y no una dirigencia política poco ilustrada y con una exhibición de alarmante pobreza intelectual y en algunos casos, legitimando la continuidad de incorregibles adictos al poder, responsables directos de esta decadencia. Juega a su favor que una buena parte de la sociedad tiene la memoria corta y frágil. Decía David Hume: “Hay un sistema de moral particular para los gobernantes mucho más libre que el sistema que debe gobernar a las personas privadas”. 
A esto parecen aferrarse muchos de nuestros dirigentes actuales.
En cuanto a las medidas a implementar, pienso que es imperativo reducir los impuestos y dejar sin efecto los distorsivos, menos gastos, honrar los contratos firmados, no emitir, incentivar inversiones y lograr un superávit fiscal y comercial.
Entonces   lograremos una creación de empleo estable y mayor bienestar para el pueblo argentino.
Recuerdo la expresión de Albert Camus: “La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarismos, sino sobre los defectos de la democracia”.
La literatura liberal está siempre recargada de preocupaciones respecto al poder político Las razones de tal actitud están resumidas por Lord Acton: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Ernesto Tolcachier vive en Bahía Blanca.