Bahía Blanca | Miércoles, 01 de mayo

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Lo de Carlos “Carmiña” Quinteros es una historia de novela en las menores de Liniers

Le pusieron el apodo cuando jugaba en Olimpo. Después pasó al "Chivo" y se hizo hincha incondicional del club.

Carlos Alberto Quinteros, un apasionado del fútbol menor. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa)

   Tiene 65 años pero gran parte de su vida se la dedicó al fútbol. Desde los potreros de su entrañable Puan hasta la actualidad en Liniers, donde encontró su lugar en el mundo y es reconocido como pocos.

   Carlos Quinteros o "Carmiña", como le dicen los de su edad, tiene una historia rica detrás de la pelota.

   Fue jugador e integró planteles de renombre, pero su mayor virtud empezó a relucir cuando se dedicó a los chicos.

   Nació para enseñar... Y tiene el don de hacerse querer.

   “Los acompañamos, los cuidamos. Mi mayor alegría es ver que un niño de 8 años que empezó con nosotros vuelve cuando es grande para estar con los profesores, devolver el cariño recibido”, dijo Carlos, emocionado.

   —¿Cuál es tu virtud cómo formador?

   —Que los chicos crezcan con valores, sin importar las condiciones futbolísticas. Llevo 25 años en Liniers, llegué de la mano de Néstor Herrero, y rápidamente capté su idea.

   “Muchas veces me pregunté qué habrá visto en mí para confiarme semejante responsabilidad. Encontré la respuesta viendo que todos los 'muchachitos' andaban atrás mío”.

   —¿En qué categoría que, por edad, te sentiste más identificado?

   —En la séptima (14 o 15 años), cuando el chico pasa a ser adolescente. Lo agarrás a principio de año y la voz es casi imperceptible, pero cuando llegás a noviembre te hablan con voz gruesa: "Qué hacés Carlos, como te va...! (risas)".

   —¿Nunca se te ocurrió dirigir Primera?

   —Personas muy apreciadas como era el "Beto" (Ángel Alberto) Pelizario, y ahora lo es el "Pato" (José María) Bilbao, me lo preguntaron, pero la verdad es que nunca me interesó dirigir Primera. Y menos a chicos que pasaron por mis manos, son como mis hijos...

   —¿De quiénes copiaste atributos?

   —De Rodolfo Carapella, un adelantado, y Néstor Herrero. Copiaba lo que me servía. Estar encima del chico, motivarlo, entrenar, hablarle.

   —¿Por qué pasás tantas horas en el club?

   —Por amor al fútbol. En 25 años sólo falte un sábado por una fiesta familiar en Puan. Estar y llegar antes te hace ganar cariño y respeto.

   —¿Te lo reconocen?

   —Sí. Ezequiel Miralles me dice que vino a jugar muchos años de Algarrobo a Liniers porque yo lo llamaba todos los días. Hoy está en el club devolviendo con gestos que son grandiosos.

   "Categorías que van desde la 80 hasta la 90 se reúnen todos los años en el club y me invitan a participar. Es lo más lindo que te puede dejar una profesión".

   “Damián Boxall, que es categoría '86, y Hernán Rosell trabajan a la par, en diferentes grupos. Son chicos que uno vio crecer, eso me emociona. Igual que Silvio Mosegui, quien muchas veces me respaldó y me apuntaló con el trabajo”.

   —¿La bajada de línea es siempre la misma?

   —Exacto. Hay una línea de trabajo que se respeta. Ahora tenés 30 equipos en divisiones menores, pero la filosofía sigue siendo la misma.

   —¿El mensaje que no se ve?

   —Por caso, haber ido con 50 chicos a cancha de Libertad. Cuando nos retiramos revisé el vestuario, le dejé la llave al encargado y escuché: “No puedo creer que por acá hayan pasado 50 chicos”. El lugar quedó impecable, así como lo recibimos.

   —¿Tu mayor logro deportivo como formador?

   —No son los títulos, que de hecho han sido muchos. La confianza de un pibe que te consulta cosas de la vida y queda entre nosotros. O ayudar a un chico a intervenir con sus padres porque no se animaban a tratar un tema.

   —¿El "Pampa" (Mauro) Olivi te hizo llorar?

   —Me dijo que soy la persona que más quiere en el fútbol. Me partió el corazón.

   —Pasaron muchos cracks por el club. ¿Quién te llenaba los ojos?

   —Ufff... Lautaro Goroso, un fenómeno. Me preguntó hace poco si podía venir a entrenar al club. ¿Cómo no va a poder venir si se crió acá?

   —¿Nunca te enojás?

   —Ja, ja, ja, ja. Cuando me enojo revoleo la gorra, la pateo y reniego solo. Los pibes se dan cuenta por eso. Jamás se me ocurriría insultar a un chico. Retarlo sí, en el vestuario a solas.

   —¿Alguna vez que te sentiste incómodo?

   —Un partido con Tiro Federal, de la categoría '82. Los hermanos (Silvestre y Ezequiel) Capparuccia jugaron en el Zibecchi, siendo el técnico Daniel Leobono. Estaba con Mosegui y Adrián Echeverría en el banco, y uno de los Capparuccia se pelea con un jugador de Liniers y lo expulsan. Eso fue un sábado, pero el pibe ya jugaba en Primera y al día siguiente nos tocó ir a Tiro.

   “¿Qué pasó? Dijo en el club que yo lo había insultado. Se enojaron la madre, el padre. Al mes hablé con ellos y se aclararon las cosas. Jamás haría algo así”.

   —¿Olimpo fue algo en tu vida?

   —Un lindo paso como jugador, donde fui campeón, pero nada más. Quedé muy identificado con Liniers.

   —¿Te tocó trabajar sin cobrar?

   —(Silencio...) En los últimos años tuve reconocimiento, pero hubo un presidente que dejó al club casi fundido y tanto mis pares, como yo, hicimos el esfuerzo. Siendo ayudante de campo de Daniel Prat cobré 2 meses y dejé 10 adentro. El sentimiento es muy fuerte, va más allá de lo económico.

   —¿Casi perdés la vida por el club?

   —En cancha de La Armonía, ante Libertad, por buscar una pelota que cayó en el techo del vestuario. Cedieron las chapas, caí al vacío; no sé cómo me salvé. El médico no lo podía creer, no pasó de ser un susto.

   “En ese momento no teníamos ni para pelotas".

   —Hoy se vive otra realidad.

   —Al presidente Carlos Pablo le dije: “Te estoy poniendo casi al nivel del 'Pato' Bilbao y de Ezequiel Miralles”. Con Bilbao lo convencimos para que integrara una comisión de padres y hoy es el máximo responsable. Estoy orgulloso de estos dirigentes, incluyendo a "Tito" (Alberto) Piro y "Pocho" (Alberto) Severini.

   —¿Te reprochás haberle quitado tiempo a tu hijo (Leonardo)?

   —Sí. Agradecerle a él y a mi señora (Nora), porque muchas veces dejé de lado a mi familia. Lo compensé con la alegría que siempre me dieron los chicos.

   —Leonardo siempre te acompañó al club.

   —Se hizo fanático de Liniers. Lástima que salió hincha de Vélez, siendo que yo soy de Independiente. La culpa fue de mi hermano que le traía equipos completos de Vélez cuando él tenía 4 años.

   —¿Cuántos títulos ganaron desde que estás en Liniers?

   —Uhhh. No se cuántos, pero entre el '95 y '97 Olimpo nos llevaba más de 20 títulos y ahora le sacamos como 30. No hay mayor felicidad que ver a un chico salir campeón. Es una consecuencia del trabajo de ellos.

   “La categoría '85 nunca ganó nada, pero de esa camada llegaron varios jugadores a Primera: (Mariano) Salerno, (Gonzalo) Troncoso, (Gabriel) Ianni y (Francisco) Bárez, entre otros. La '84, por caso, estuvo más de 15 partidos invicta, pero jugadores como el 'Pipita' Córdoba, que se rompió la rodilla y no pudo jugar más, y Marcos Guzmán, un goleador bárbaro, no tuvieron suerte”.

   —¿Qué jugador te deleitaba dentro de la cancha?

   —Miralles. Venía con trompita y pedía jugar de "8". Le daba el gusto porque lo conocía, pero le ponía la camiseta "7", le pedía hacer todo el carril. A los 5 minutos veía que tiraba la toalla porque el ida y vuelta no era su fuerte. A los 10 minutos estaba jugando de puntero, se iba solo a su puesto natural (risas). No era necesario enojarse.

   —¿El más desconcertante?

   —Olivi. Julio Rosell me dijo que me iba a traer un ruso grandote goleador. Y un día apareció un negrito petiso y le dije: "¿Vos sos el ruso grandote goleador?" Lo mandé a la cancha, en 15 minutos le dio un baile a todos...

   “Otros fuera de serie fueron 'Nico' Goroso, (Agustín) Bouzat y Lautaro (Martínez), que siempre me carga. Para él yo soy tiki, tiki. Le quedó grabado de cuando le daba indicaciones en la cancha y le decía 'vos tenés la 10, sos zurdo, jugá tiki, tiki'”.

   —¿El más distraído?

   —Boris Herrera, un desastre. "Boris, Boris...”, le gritaba y me agarraba la cabeza. Y el gran desorejado era Hernán Bilbao, porque llegaba sobre la hora o se olvidaba sus cosas en el vestuario.

   —¿Jugás al fútbol con los chicos?

   —Me prendo un rato. Les digo a los chicos que inventé la barrera con los jugadores de espalda. Y me preguntan porqué lo hacía: “Para que no se pierdan de mirar el gol, jajaja”.

   —¿Quién te puso Carmiña?

   —El "Ruso" (José) Imberti en Olimpo, en 1974. En un entrenamiento, un viernes, me agarró "Kukino" (José) Martínez, me pegaba en los tobillos, y me caía. Estaba la famosa novela con María de los Ángeles Medrano y el "Ruso" me grita: ‘Te parecés a la Carmiña de la novela’. Para qué (risas).

   Esta es la verdadera historia de Carmiña, o de uno de los formadores más reconocidos de Liniers...

Como futbolista

   Carlos Alberto Quinteros disputó 110 partidos en la Liga del Sur, incluyendo un breve paso por el seleccionado bahiense en 1977.

   
Datos: Eduardo "Cocho" López.